Biografía de Giovanni Battista Agostino Codazzi
Nació Giovanni Battista Agostino Codazzi en Lugo, sección Romagna de la
Italia setentrional, el 10 de julio de 1793. Fueron sus padres don Domenico
Codazzi y Constanza Bartolotti y niño aún fue enviado a la Escuela Militar que
los franceses habían fundado en Bologna. Apenas había cumplido los 16 años
cuando fue admitido en un Regimiento de Artillería montada, para luego
continuar hasta el año de 1812 su educación militar en la Academia de Pavia.
Incorporado a los ejércitos de Napoleón I, como oficial de Artillería, combatió
bizarramente en las famosas batallas de Lützen, Bautzen, Culm, Dresden y
Leipzig y el 20 de febrero de 1814 figuraba en el Estado Mayor del Teniente
Coronel Armandi en la batalla de Mantua. Una vez disuelto este ejército, se
alisto como Teniente de Artillería en la Legión Italiana organizada con los
restos del Ejercito de Beauharnais y al concluir en Waterloo la brillante y
gloriosa carrera de Bonaparte, comenzó para Codazzi una vida triste y
menesterosa de la cual hubo de sacarle su antiguo jefe y amigo el Coronel
Ferrari, con quien viajó por Grecia, la Valaquia, Rusia, Polonia, Prusia,
Suecia, Dinamarca y Holanda, donde llegó a principios de 1817 dispuesto a
regresar a la casa paterna. Informado allí de la sublevación de los pueblos suramericanos
que proclamaban su Independencia de España, embarcóse en Amsterdam con rumbo a
los Estados Unidos. En Baltimore le alcanzaron las primeras noticias de los
portentosos éxitos obtenidos por los suramericanos bajo la genial dirección de
Bolívar y desde luego se propuso ofrecer sus servicios a la causa de nuestra
Independencia. En el mismo año el Vicealmirante de Venezuela, Villaret, lo
embarca con el grado de Teniente en el Bergantín “América Libre”, rumbo a la
Isla de Margarita, donde debía reunirse con Brión para apoyar en el Oriente de
Venezuela las operaciones del ejercito libertador. Mas, desavenencias surgidas
entre Brión y Barnad, Comandante del bergantín, fueron causa de que éste
haciendo caso omiso de las ordenes recibidas, se dirigiese a la Isla Amelia,
frente a la costa de La Florida, en busca de su compatriota Aury, quien a la
sazón era Brigadier de los ejércitos mexicanos y se disponía a atacar la isla.
Marcaba ésta entonces la línea fronteriza de la América hispana y la
anglosajona y servía de base a aventureros y piratas que habían izado en la
fortaleza Fernandina la bandera española, a cuya sombra ejecutaban sus cruceros
corsarios. Tocó a Codazzi dirigir el ataque, el cual, al cabo de cuatro horas
de lucha, puso en sus manos la fortaleza y un cuantioso material de guerra.
Este hecho de armas le valió el ascenso a Capitán de Artillería y con este
cargo estuvo acantonado allí, hasta que, cedida a los americanos la Florida,
hubieron los mexicanos de evacuar la isla en los últimos días del ano de 1817.
Fué esta una afortunada circunstancia para la causa de la Independencia, toda
vez que la pequeña escuadra de Aury, compuesta de 14 barcos pudo, al abandonar
la Amelia, reunirse con Brión y evitar que la escuadra española, venida de
Cádiz, destruyese la de Brión privando a Venezuela de los importantes elementos
y recursos traídos por Sucre para servir de base a la independencia de
Venezuela y Nueva Granada.
Cumpliendo órdenes de su Jefe Aury hace Codazzi en 1819 en desembarque
militar en el Golfo de Honduras y se apodera del Fuerte de San Felipe,
enarbolando por primera vez en aquella región la bandera de la Republica, por
lo que es ascendido a Sargento Mayor el 1° de agosto del mismo año.
De manera inesperada decidióse pocos días más tarde la suerte del dominio
español en el extremo setentrional del Continente Suramericano. Este
acontecimiento tuvo lugar lejos de las costas, en lo alto de las cordilleras
que cubren el interior de la Nueva Granada.
En la pequeña ciudad venezolana de Angostura, a orillas del Orinoco,
habíase convocado el 15 de febrero de 1819 la llamada Convención de las
Provincias de Barcelona, Barinas, Caracas, Casanare, Cumaná, Guayana y
Margarita y de la cual dimanó una nueva forma de gobierno.
Bolívar, eficazmente secundado por los Jefes de diferentes grupos de
patriotas que se hallaban en armas, dirigió un audaz ataque contra la Nueva
Granada, confiando en sus conocimientos de aquella región y en la tenaz
perseverancia de sus partidarios. Después de recibir nuevos auxilios de
voluntarios ingleses y alemanes, tramontó la Cordillera Oriental de Nueva
Granada por el Páramo de Pisva y cayó sobre los españoles en las márgenes del
río Boyacá con ímpetu tal, que obligó al Virrey Juan Sámano a una apresurada
retirada hacia la costa, dejando el interior del país desprovisto casi de armas
y tropas españolas. Fué esta una empresa de alto valor moral y militar llevada
a cabo por las tropas venezolanas.
Dice el historiógrafo Schumacher: “la noticia de semejante cambio en la
suerte de las armas patriotas, de su sonado triunfo y del posible
establecimiento de una nueva y poderosa
Republica americana, llegó con la misma rapidez y las costas del mar de las
Antillas, que al resto de las fuerzas realistas, las cuales se vieron obligadas
a concentrarse en Santa Marta y Cartagena. Algunos de los bergantines de Aury
tuvieron las primeras noticias mientras este excursionaba por la bahía de
Darien y éstas despertaron inmediatamente nuevos planos en los moradores de
Vieja Providencia, quienes esperaban de un momento a otro el ataque de aquellos
dos lugares de la costa que dominan las bocas del río Magdalena. Era, pues,
necesario proteger por mar a las fuerzas de tierra, y con tal motivo una buena
estrella parecía brillar para Aury, quien no debía omitir esfuerzos para
acogerse a la sombra de la bandera de la República. Con tal motivo resolvió
inmediatamente de saber la destitución del Virrey, enviar un apoderado que
ofreciera a Bolívar los servicios de la escuadra y entrar en arreglos convenientes”.
Hallándose aún en poder de los españoles casi todo el territorio que media
entre el Atlántico y las montañas de Cundinamarca, el único camino para llegar
a la capital era el de la inhospitalaria región del Atrato, casi desierta,
cubierta de densos bosques y llena de peligros. Entre los compañeros de Aury
fué el único dispuesto a desempeñar esta misión el Mayor Codazzi, quien a
principios de octubre de 1819 remontó desde Darien el Atrato hasta la
desembocadura del río Murri, lugar atrincherado y artillado por los patriotas.
De allí continuó Codazzi en una canoa indígena que llenó de baratijas,
herramientas y arenas, y que tripuló con bogas semisalvajes, y venciendo la
corriente del río Quibdó, antiguo Citará, penetró en la Provincia del Chocó. La
vía hacia Bogotá se hallaba ciertamente abierta, puesto que las provincias de
Antioquía y Mariquita estaban libres, pero carecían de todo recurso y medios de
trasportes, los que habían sido arrastrados por los enemigos en su rápida
retirada. Fue necesario continuar a pie hasta Cártago sobre el río Cauca y de
aquí a Bogotá el viaje se realizó a caballo y con mayor rapidez. Bolívar se
hallaba ausente y ejercía la Vicepresidencia el general Santander. El resultado
de su entrevista fué sólo de promesas; bien sea por la poca confianza que
inspirara la personalidad de Aury o porque en aquellas alejadas montañas se
daba poca importancia a la flota y todo se esperaba de las fuerzas terrestres.
A fines de octubre y con oprimido corazón emprendió Codazzi el regreso a la costa.
El compañero, a quien a la subida dejara enfermo en Quibdu había muerto, pero
habíale dejado seis botellas de oro en polvo adquiridas a cambio de las
mercaderías y baratijas y éste legado fue la base de la pequeña fortuna con que
Codazzi regresó más tarde a su querida Romagna.
Mientras Aury se dirigía a Bogotá para negociar con Bolívar y regresar tan
decepcionado como su comisionado anterior, la escuadra intentó un nuevo ataque
a las costas de Guatemala y aún al territorio del interior de Honduras. El
valor desplegado por Codazzi en la toma de las fortalezas de Trujillo y San
Felipe y de la ciudadela de San Fernando de la temible Omoa, le valieron el
grado de Teniente Coronel de Artillería el 2 de noviembre de 1820, “en prueba
de agradecimiento por sus grandes servicios, así como su fiel devoción a la
causa de la Independencia de Sur América”, según escribió Felipe Lacroix,
Secretario de Aury.
Hallábanse concentrados en Cartagena los restos del ejército español y a
partir del primero de junio de 1821 fueron sitiados por mar y por tierra hasta
rendirse el 10 de octubre de 1821, diez días después de la muerte del
infatigable Brión y sin que Aury hubiera podido tomar parte en la lucha.
El incansable filibustero buscó entonces otro medio para alcanzar el premio
de sus luchas de tantos años; con tal objeto atacó repentinamente las bocas del
río de San Juan, el punto mas importante de la costa de los Mosquitos, donde
los ingleses instigados por Hallstead, Comandante de Jamaica, querían comenzar
operaciones de sitio. Tampoco aquí se vio favorecido por la suerte el jefe de
Codazzi, pues el sitio fué declarado una violación de los derechos de Colombia,
aun cuando hasta entonces la costa de los Mosquitos había sido considerada como
parte de la nueva República de Costa Rica. Murió Aury repentinamente y su
sucesor Nicolás Joly fue recibido en las fuerzas colombianas con el grado de
Coronel y obtuvo la formal promesa de que los demás oficiales del finado Aury
serían oportunamente reconocidos en sus respectivos grados (Schumacher).
Codazzi no quedó incluido en este arreglo. Como tantos otros de sus
compatriotas, sentía profunda nostalgia por Italia y abandonó las aventuras
marinas cuando la Independencia de Colombia parecía definitivamente asegurada,
y el Libertador se dirigía a derrocar paso a paso el poder español en las
costas del Pacífico .
En la isla danesa de San Thomas cambió por añil su bien ganado oro del
Atrato y con aquel valioso artículo de comercio se dirigió a Baltimore donde
había comenzado su carrera americana. De allí, después de haber
realizado una fortuna de cuarenta mil pesos, emprendió en agosto de 1822 el
regreso a su patria, la cual halló muy cambiada y enlutado su hogar por la
muerte de su padre. Poco después, en marzo de 1823, compró el bonito fundo
agrícola El Serrallo, situado entre Massa Lombarda y Conselice y allí arregló
su cómoda vivienda completamente entregado a las faenas de la agricultura, pero
siempre perseguido por la fatalidad.
Decepcionado de casi todos sus amigos
y fracasado en su pequeña empresa agrícola, resolvió abandonarlo todo para
dirigirse a Colombia y ofrecer sus servicios al Libertador. Esperaba que serían
reconocidos sus anteriores servicios y contaba con que su extraordinaria
actividad y vastos conocimientos de Ingeniería militar le abrirían el camino en
la nueva República. Arribado el 24 de mayo de 1826 a las hospitalarias playas
de Cartagena de Indias, emprendió viaje a Bogotá en compañía de su antiguo
amigo el almirante Clemente, que desempeñaba la cartera de Marina. En noviembre
del mismo año entrevistóse con el Libertador, quien cediendo a las
recomendaciones de Clemente y de Revenga, enroló a Codazzi en su séquito, y
juntos emprendieron el largo viaje a Venezuela, donde el general Páez, como
Jefe del nuevo Estado, había convocado para el próximo mes de enero una
Asamblea Constituyente que debía reunirse en Valencia. Ante la posibilidad de
una guerra civil, el Libertador declaró el estado de sitio para el Departamento
del Zulia y las regiones vecinas y encomendó el Gobierno departamental al
general José María Carreño. Como jefe de la artillería de Maracaibo, recibió
Codazzi del Ministro de la Guerra de Bogotá, y por orden de Bolívar, el
nombramiento de primer comandante de Artillería colombiana el 10 de enero de
1827; su primer periodo de servicio era reconocido desde el 18 de febrero de
1818; su permanencia en Italia considerada como una licencia y seguidamente fué
inscrito su nombre de la Orden de Libertadores. Así empezaban a realizarse las
esperanzas que de nuevo lo habían empujado hacia el Nuevo Mundo.
Habiendo recibido con fecha 15 de
febrero de 1828, la orden de fortificar las costas de la Guajira, y las que se
extienden al Este, estuvo entregado todo lo restante del año en levantar mapas
detallados de la Barra y de las costas, y ejecutando sondeos en las aguas que
las rodean.
A principios de 1829, el general
Justo Briceño; sucesor de Carreño, comisionó a Codazzi para desarrollar un plan
de itinerarios militares en el Departamento del Zulia, y como este comprendía
para entonces no sólo la región ribereña del Lago de Maracaibo, sino también
parte de las montanas, hasta los lejanos límites con Nueva Granada y las
nevadas crestas de las Sierras de Mérida, la comisión que se le confiaba
implicaba una vasta y difícil labor de mensura de carácter geográfico.
Con el desempeño de esta comisión
comienza en la vida de Codazzi una nueva faz, sin duda la más importante,
porque viene a revelarnos sus profundos conocimientos científicos, los cuales
enseguida hubo de aprovechar la Republica para dar a conocer al mundo las
condiciones físicas de nuestro país, y sus abundantes riquezas naturales. Las
fatigas sufridas durante sus largas campañas en Europa y América habían
fortalecido y endurecido su cuerpo y su espíritu: resultaban un admirable
gimnasio, donde habíase preparado para resistir las que la naturaleza y el
clima de los trópicos habrían de oponer al explorador geógrafo. Su indiscutible
competencia y el amor y entusiasmo conque se dedicaba a su nueva actividad,
debían realzar aún más el renombre alcanzado por sus éxitos militares, o, como
ha dicho un escritor: “El Oficial de Artillería iba a quedar eclipsado por el
Ingeniero Geógrafo”.
Decretada por la Asamblea
Constituyente, reunida en Valencia el 6 de mayo de 1830, la separación de
Venezuela del resto de Colombia, apresuróse Codazzi a presentar al nuevo
Gobierno sus mapas y planos del Zulia, como una muestra de lo que podía y debía
hacerse en el resto del país, y admirado el General Páez de este primer fruto
del militar académico recomendó al Congreso ordenase el levantamiento de mapas
geográficos de las demás Provincias, a fin de formar de su conjunto la primera
carta geográfica de Venezuela.
Por ley dictada el 14 de octubre de
1830, fué autorizado el Gobierno para que encargara a un oficial competente el
levantamiento de las cartas provinciales y la recopilación de datos físicos y
estadísticos, a todo lo cual daba el Congreso la más alta importancia.
El oficial escogido no podía ser otro
que Codazzi, a quien el General Páez había designado pocos días antes como Jefe
de Estado Mayor, después que esto había concluido la mensura de la Provincia de
Coro.
La ejecución de la importante
comisión corográfica encomendada a Codazzi, hubo de sufrir, empero, algún
retardo. Muerto el Libertador el 17 de diciembre de 1830, sucediéronse varios
alzamientos de cabecillas y Jefes militares de la Independencia quienes habían
empuñado las armas en los Llanos de Apure y Barcelona, unos con el pretexto de
la reconstrucción de la Gran Colombia, y otros con el propósito de imponer su
propia personalidad. Codazzi tuvo que expedicionar contra estos facciosos y en
estas y otras comisiones de carácter militar hubo de emplear todo el año de
1831.
Tras estas interrupciones pudo
Codazzi, al fin, dar principio a sus trabajos corográficos el 2 de enero de
1832, partiendo de Caracas, la cual había sido designada como capital de la
República el 30 de mayo de 1830. Con ligeras interrupciones, debidas a nuevas
alteraciones del orden público, a cambios de Gobierno, y a varias prórrogas que
fué menester solicitar para su comisión, pudo al fin dar esta por concluida, en
cuanto al trabajo material, al finalizar el año de 1838 e informar a Páez,
quien de nuevo ocupaba la silla presidencial, en estos términos: “El encargo
que el Gobierno me encomendara hace ocho años, ha sido cumplido: cada una de
las trece Provincias de la República tiene su carta corográfica en grande
escala, y cada una de éstas un resumen de sus cantones, itinerarios y multitud
de datos importantes de orden geográfico, físico y estadístico”.
El Comandante de Ingenieros y
Director de la Academia de Matemáticas de Caracas, Don Juan Manuel Cajigal, a
cuyo juicio fueron sometidos estos trabajos, rindió un informe en extremo
satisfactorio.
Codazzi, elevado al rango de Coronel
efectivo de Ingenieros el 22 de abril de 1836, había realizado una tarea
verdaderamente monumental. Estaban concluidos los mapas y los manuscritos de
las obras Historia de Venezuela y Resumen de la Geografía de la misma, cuya
parte literaria estuvo a cargo de dos personalidades prominentes en las letras:
Don Rafael María Baralt y Don Ramón Díaz. Faltábanle ahora los medios para su
publicación, porque aunque el Congreso le cedía en su mayor parte la propiedad
de la edición, esta debía ser costeada por Codazzi. En este conflicto,
dirigióse el geógrafo al Congreso a principios de 1810, y éste ofrecióle un
auxilio de 10.000 pesos con la fianza del patricio Don Martín Tovar y Ponte,
para el caso de incumplimiento. Resuelto así el problema económico, pudo, al
fin, embarcarse Codazzi el 11 de julio de 1810, para Europa, en compañía de su
pequeña familia y de sus amigos y colaboradores Baralt y Díaz.
En Paris tuvo la más cordial acogida
por parte de los hombres de ciencia más eminentes de Europa. Todos admiraban su
obra y la elogiaban del modo mas sincero. Alejandro de Humboldt lo despedía en
junio de 1811 con esta cariñosa frase: “no puedo dejarle partir para aquel
bello país, del que guardo los más caros recuerdos, sin renovarle mis más
sinceros sentimientos de respeto. Los trabajos geográficos de Ud., que abarcan
un área tan extensa, contienen tal acervo de detalles topográficos y tantas
anotaciones sobre clima y altitudes, que harás época en los anales científicos.
Me es una satisfacción haber vivido lo suficiente para poder asistir a la
conclusión de esta magna empresa, que da lustre al nombre de Codazzi y gloria
al Gobierno que tuvo el tino de secundarla”....
A poco de haber llegado, fueron presentados
los mapas y manuscritos por Francois Arago, al célebre Instituto de Francia.
Este nombró una comisión integrada por el mismo Arago y por Savary, Elie de
Beaumomt y Boussingault y el informe rendido por estas eminencias, concluye
así: “Los trabajos del Coronel Codazzi. que han exigido tanta constancia de su
parte, nos parecen en su conjunto y bajo todos respectos, dignos del más eficaz
fomento. Vuestros comisionados no dudarían pediros, que le acordáseis la mayor
prueba de vuestra estimación, haciéndolos insertar en las Memorias de los
Sabios extranjeros; si tal petición fuere realizable, tratándose de materiales
tan voluminosos y que además están en vísperas de ver la luz pública”.
Eligió Codazzi para la publicación de
su obra la antigua y reconocida casa Thierry fréres, de Paris, la cual tenía a
su servicio un cartógrafo grabador alemán, Alejandro Benítez, insigne artista,
según se evidencia del Atlas de Venezuela por el ejecutado y por algunos
dibujos originales que poseo. Trabóse una íntima amistad entre los dos hombres
durante el largo tiempo en que trabajaban conjuntamente, ilustrando Codazzi sus
propios dibujos con explicaciones verbales, que Benítez debía traducir en sus
grabados, a fin de que ellos representasen lo mejor posible la topografía de
nuestro territorio. Estas ilustradas disertaciones inflamaron la mente del
joven cartógrafo, quien como hijo de agricultores de la Selva Negra, era un
profundo admirador de la naturaleza y un entusiasta cazador. Ya próxima a
concluirse esta labor, recibió Codazzi un oficio del Gobierno de Caracas, en
que se le excitaba a que informase cuales eras, en su concepto, los territorios
más adecuados para el establecimiento de colonias agrícolas que el Gobierno se
proponía crear en el país, con inmigrantes europeos. Codazzi contestó a
mediados de enero de 1840, que para una información de esta índole precisaba
hacer un reconocimiento en aquellos lugares que a primera vista parecían los
más adecuados, como las montañas entre Ocumare del Tuy y Altagracia de Orituco,
y las regiones selváticas de la Cordillera del litoral, frente a La Victoria, y
Maracay, y desde luego ofrecía hacer este reconocimiento y consiguiente informe
a su próximo regreso a Venezuela. Aquí comienza la tercera v mas interesante
faz en la vida de Codazzi: el valeroso militar y eminente geógrafo vino a ser
también un prudente y experto colonizador.
Los propósitos del Gobierno de fundar
en Venezuela colonias agrícolas europeas entusiasmaron de tal modo a su amigo
Benítez, que este ofreció a Codazzi reunir en su país natal un fuerte
contingente de emigrantes entre sus familiares y amigos. El prudente Codazzi
aconsejó le acompañase en su próximo corto viaje a Venezuela, para que viese y
juzgase por si propio las condiciones del país, de su gobierno y de sus
pobladores, antes de tomar una determinación que debía marcar un cambio tan
trascendental en su vida y la de los suyos, y al efecto trasladáronse juntos a
Caracas al cabo de pocos meses.
En un informe preliminar presentado
al Secretario del Interior y Justicia, con fecha 11 de noviembre de 1841, dice
Codazzi: “largas y frecuentes conferencias sobre el mejor modo de colonización,
tuve en Europa con el sabio señor Boussingault y con el celebre Barón de
Humboldt, y a sus experimentados consejos debo la mayor parte de las ideas que
expondré más adelante; pero antes de todo diré a Ud. que determine entonces
dirigir mis miradas hacia la Alemania, de donde los Estados Unidos del Norte
han recibido sus más grandes inmigraciones”.
Una rápida exploración por las
montañas que demoran al Norte de La Victoria y por los valles de Puerto La Cruz
y Maya que descienden al mar Caribe, rebeló a Codazzi la conveniencia de
establecer la primera Colonia en un anfiteatro delicioso que encierra las
fuentes del río Tuy a una altura que varia de 1.800 a 2.000 metros sobre el
nivel del mar. A su juicio podían establecerse allí unas ocho mil personas, y
las montañas vecinas ofrecían facilidades a la apertura de caminos de recuas a
La Victoria y de una carretera a la capital de la República.
“En esta última es donde la colonia
funda sus mayores esperanzas de incremento y de progreso”, se lee en su
Prospecto publicado en febrero de 1842, y más adelante: “el colono que pudiera
diariamente llevar en pocas horas a Caracas sus productos, tendría ventajas
incalculables y estas se harían extensivas a todas aquellas tierras altas e
incultas”.
Las tierras elegidas formaban parte
de las que eran de propiedad del señor Manuel Felipe de Tovar y este eximio
patriota en noble gesto, que honra su memoria, hizo gratuita cesión de las que
la Colonia hubiese menester. Su tío, el prócer Don Martín Tovar y Ponte, por su
parte, ofreció su protección moral y la fianza material, a fin de que el
Gobierno adelantase los fondos que la nueva empresa de Codazzi requería. Supo
este cumplir un deber de justicia al consignar en su citado prospecto: “el
hombre de Colonia Tovar se le ha dado para perpetuar la memoria de dos hombres
que se han constituido en protectores de la empresa con un raro desinterés, y
sólo porque han creído que si se lleva a efecto el proyecto, su patria recibirá
ventajas y bienes incalculables. El antiguo y puro patriota ciudadano Martín
Tovar, sirvió de fiador al empresario que no posée otros bienes de fortuna que
un ardiente deseo de ser útil a su patria adoptiva. No menos generoso fué el
ciudadano Manuel Felipe de Tovar, joven patriota, que marcha a paso firme por
la senda de su tío; donando a la empresa todo aquel hermoso valle que contiene
más de dos leguas cuadradas de tierras de cultivo. Allí quedará asentada la
primera colonia que auxiliada por la salubridad del clima y la feracidad de las
tierras, prosperara a grandes pasos y dará a Venezuela el hermoso espectáculo
de ver en poco tiempo cambiada la faz de una naturaleza salvaje”.
Abunda además el prospecto citado en
multitud de indicaciones sobre los diferentes cultivos adaptables al clima de
la Colonia, y sobre la manera y época en que estos deben hacerse y todo ello
revela en Codazzi conocimientos poco comunes de agricultura práctica.
El 8 de Abril de 1843 llegaron a la
nueva Colonia los primeros inmigrantes alemanes en número de 374 personas,
acompañados de Codazzi y Benítz. Pronto surgieron en aquellas selvas sementeras
y casas que recordaban las de la patria de los colonos. El previsivo Codazzi no
había omitido ningún sacrificio ni ningún detalle para asegurar la vida en el
nuevo establecimiento. Había allí un médico, un preceptor, un sacerdote,
carpinteros, herreros, zapateros, carniceros, aserradero mecánico, molinos de
trigo, panadería, tiendas, botica, cervecería, alfarería y hasta tipógrafos y
una imprenta donde se editaba un boletín mensual bilingüe, bajo la dirección de
Benítz. He aquí la obra del organizador enérgico y consciente!
Designado por el Presidente, General
Soublette, como Gobernador de la Provincia de Barinas, hubo de abandonar
Codazzi en diciembre de 1845 la Colonia, a cuyo fomento y bienestar estaba
dedicado con verdadera pasión, dejando su dirección en manos de Alejandro
Benítz.
Disturbios a causa de desavenencias
ocurridas, obligaron a Codazzi a volver a la Colonia en marzo de 1847. Su
presencia allí restableció prontamente la buena marcha de su empresa favorita.
Fué ésta su última visita, pues vuelto a Barinas, los acontecimientos políticos
que se desarrollaron después de las violencias del 27 de enero de 1848, y el
Gobierno de Monagas de ellas surgido, con el cual no simpatizaba Codazzi, le
obligaron a abandonar en manos del nuevo Comandante Militar, el Gobierno de la
Provincia. Salió el 22 de febrero de aquel año en unión de su familia por vía
de Trujillo a Puerto Cabello, y de este último lugar trasladóse seguidamente a
Maracaibo, donde llegó a sus manos una interesante carta del Presidente de
Nueva Granada, General Mosquera. En ella se le invitaba a prestar nuevos e
importantes servicios en la vecina República. Al igual de Páez, había
comprendido Mosquera la importancia de los trabajos cartográficos para el
estudio y fomento de un país incipiente. Ocupado además el problema de la unión
de los océanos Atlántico y Pacífico a través del istmo, en cuyo proyecto
parecían igualmente interesados los ingleses, franceses y americanos, y por
antes de dirigirse Mosquera a Codazzi, había obtenido una compañía de Paris, el
privilegio para la construcción de un ferrocarril istmeño.
Por su parte los Estados Unidos
habían concluido un contrato con Mosquera, el cual fue aprobado el 12 de
diciembre de 1816, asegurándoles amplias concesiones en el Istmo y se disponían
a emprender la comunicación interoceánica. Para el estudio y control de estos
proyectos, deseaba el Presidente la colaboración de Codazzi. Este último rehusó
al principio, pero luego de dejar establecida su familia en Curazao y de
conocer la salida del país de Páez, a quien el era adicto, resolvió dirigirse a
Bogota y ofrecer sus servicios Mosquera. En Bogota tuvo la mas cordial acogida
por parte del Gobierno y de los intelectuales más prominentes.
Como resultado de su brillante
memoria sobre la organización de la Escuela Superior y del Ejército Nacional,
se le confirió en febrero de 1849, el grado de Coronel de Ingenieros
neogranadino, el mismo que ostentaban cuando tuvo lugar la disolución de
la Gran Colombia.
El cambio presidencial ocurrido el 1°
de abril de aquel año lejos de traer dificultades a los proyectos de Codazzi,
vino a favorecerlos inesperadamente. El nuevo Presidente José Hilario López los
apoyo de tal suerte que fué dictada una ley en 29 de mayo, la cual disponía el
inmediato comienzo de un levantamiento topográfico de la capital, que Codazzi
debía de ejecutar con los alumnos de la Escuela Militar.
Terminado este trabajo, y perdida
para él toda esperanza de un pronto regreso a su patria adoptiva y a su tan
querida Colonia Tovar, puso todo su empeño en lograr que se procediera al
levantamiento de la Carta del País y la confección de una Geografía semejante a
los por él ejecutados en Venezuela. Concluyóse en diciembre un contrato con
Codazzi por el cual se fijaba un plazo de seis años para la terminación de todo
y se le asignaba el mísero sueldo de 3.321 anuales, de los cuales debía
sufragar sus gastos.
Al mismo tiempo contratóse a Manuel
Ancizar para recopilar los datos estadísticos y hacer la parte descriptiva del
territorio y apenas concluidos estos contratos, tan importantes para el
ulterior desenvolvimiento de su vida, llegaron a Bogota la esposa e hijos del
ilustre geógrafo. Con nuevos bríos y el entusiasmo de antes iniciaba Codazzi su
nueva actividad, cuando los primeros albores del 3 de enero del año de 1850 iluminaban la dilatada sabana de
Bogota.
En largas y penosas jornadas recorrió
el geógrafo el extenso territorio de la vecina República, determinando
posiciones y alturas, levantando caminos y ríos y recopilando datos acerca del
clima y de las condiciones ecológicas del país.
Entre tanto los ingleses estudiaban
la posibilidad de un canal interocéanico por la región de Darien y hacían
circular en los centros comerciales de Europa un informe de Lionel Gisborne,
fechado el 28 de agosto do 1852, Codazzi, en un informe presentado al Gobierno
probaba la falsedad de este documento, en el cual Gisborne aseguraba no existir
montañas en aquella región.
El año siguiente una Comisión
técnica, enviada de Londres hacia una exploración del terreno. Apareció poco
después un cuerpo de Ingenieros norteamericanos y finalmente otro francés que
venían a cooperar en estas expediciones. Estas noticias causaron cierta
ansiedad en Bogota, donde no había sido solicitado el permiso del Gobierno. En
consecuencia del Presidente Obando dió instrucciones al Gobernador de Cartagena
para que enviase un número de hombres, cuy a presencia comprobase los derechos
de la Nueva Granada en la bahía de Caledonia y designó a Codazzi para que se
trasladase al teatro de los acontecimientos yv representase al Gobierno,
colaborando con los extranjeros en las operaciones técnicas.
Esta exploración afirmó a Codazzi en
la opinión antes emitida de que las montañas de aquella región en la opinión un
insuperable obstáculo a la realización del proyecto internacional y después de
un estudio de la vía de Colón y Chagres, concluyó: “Una línea de canal de Panamá a Colán o
Chagres respondería mejor a las necesidades del comercio por ser esta la parte
mas angosta del Istmo y porque su mayor altura no presenta obstáculos
insuperables”. Como bien sabéis, esta es la vía que treinta años más tarde
eligió Lesseps y por la que finalmente construyeron los americanos el actual
canal.
Fue este un triunfo de Codazzi que no
le ha sido debidamente acreditado. El Gobierno de Colombia premio sus
importantes servicios, confiriéndole con fecha 4 de diciembre de 1854 el grado
de General, pero como este ascenso no fue conocido en Venezuela sino mucho
tiempo después de su muerte, ha seguido llamándosele el “Coronel Codazzi”,
porque era este su rango durante los años de su destacada y fructífera
actividad militar, política y científica entre nosotros y con el que figura su
nombre en las obras de que es autor.
Terminadas sus operaciones
topográficas en la región central y meridional de Colombia, decidió Codazzi
continuarlas en la parte setentrional y a fines de 1858 descendió por el
Magdalena a la Laguna Zapatosa y al caudaloso río Cesar.
El 20 de enero de 1859 llegó a
Espíritu Santo y de allí tomó el camino de Valle de Upar en marcha hacia la tan
deseada Sierra Nevada de Santa Marta. No obstante verse acometido de una alta
fiebre, salió del pequeño villorrio de Valle de Upar el 7 de febrero, pero en
la cercana hacienda de Pueblito agravóse su estado y lo abandonaron sus fuerzas
tantas veces probadas y horas después moría teniendo de frente las nevadas
cimas que no le fué dado alcanzar.
Sus rectos fueron mas tarde
trasladados a Bogota y su viuda, Doña Araceli Fernández de La Hoz cuyas manos
tuvimos la satisfacción de estrechar en 1895, los deposito en la catedral de
Valencia.
Allí aguardan el juticiero acuerdo
que ha de abrirles las puertas del Panteón Nacional.