CARLOS
CHALABAUD ZERPA
Homenaje en el aniversario de su nacimiento.
A los noventa y tres años .
Codazzi
1841
Entre los
hombres notables que encaminaron sus pasos hacía nuestras montañas, cuando
apenas se apagaban las llamas de la contienda independentista, figura el Ilustre
geógrafo Italiano Agustín Codazzi, quien estuvo en Mérida en el mes de
diciembre de 1830.
Este ilustre
militar, viajero, geógrafo y explorador nació en Lugo, Ravenna, Italia, en
1793. Estudió en las escuelas militares de Bologna y de Pavía; fue incorporado
a los ejércitos de Napoleón I como oficial de artillería y combatió en las batallas de Lützen, Bautzen, Ulm, Dresde y Leipzin. A
principios de 1814 figuraba en el Estado Mayor del Tte. Cnel. Armandi, en la
Batalla de Mantua.
Al finalizar en
Waterico la carrera militar de Bonaparte, se vio presa de infortunios y
estrecheces de todo género, hasta que el Cnel. Ferrari, quien le tenía aprecio,
lo invitó a viajar por Grecia, Valaquia, Rusia, Polonia, Prusia, Suecia,
Dinamarca y Holanda.
Se encontraba en
este último país en 1817, con ganas de retornar a su casa paterna, cuando se
enteró de que los pueblos sudamericanos estaban sublevados contra España para
obtener la Independencia.
Se embarcó rumbo
a los Estados Unidos y, al llegar a Baltimore oyó hablar por primera vez de
Bolívar y entonces se propuso ofrecer sus servicios a la causa campesina.
Estuvo en
acciones militares en Florida, en el Golfo de Honduras y México.
Tras un viaje a
Italia volvió a Suramérica en 1818 y ofreció sus servicios al Libertador,
formando parte de su séquito en 1827 con el cargo de Primer Comandante de la
Artillería Colombiana e inscripción en la Orden de los Libertadores. Efectuó
levantamiento de mapas de la Barra de
Maracaibo y costas como igualmente sondeos de las aguas del lago.
Entre 1829 y
1830 efectuó mensuras de carácter geográfico que se extendieron hasta las fronteras de la Nueva Ganada y las
crestas de la Sierra Nevada de Mérida.
Una vez disuelta
Colombia, la grande, el Gobierno del Gral. Páez se interesó por el
levantamiento de mapas geográficos de las Provincias de Venezuela a fin de
formar la primera carta geográfica del país recién nacido, y el proyecto se
encomendó a Codazzi, quien lo realizó entre 1832 y 1838.
Para 1836 había
sido ascendido a Coronel efectivo, y en 1840 viajó a Europa a fin de editar en
París su obra.
Sus mapas y
manuscritos fueron presentados en el Instituto de Francia por el ilustre físico
y astrónomo Arago, quien fue designado para presidir una comisión con Savay, Beaumont,
Boussingault y Berthelot, cuyo informe pidió su incorporación en las Memorias
de Sabios Extranjeros.
Editada la obra
en 1841 (de ella posemos un ejemplar), regresó Codazzi a Venezuela, siendo
despedido por el Barón de Humboldt.
Fue Gobernador
de la Provincia de Barinas.
A raíz de los
acontecimientos políticos en 1848, que causaron la muerte de don Santos
Michelena y el fenecimiento del Poder Civil en Venezuela en los tumultos del
Congreso, Codazzi se vio obligado a abandonar el gobierno barines y trasladarse
a Colombia por invitación del Presidente José Hilario López,
Estudió un
proyecto para comunicar el océano Atlántico con el pacifico, señalando la vía
de Panamá a Colón o Chagres, por ser ésta parte más angosta del istmo y porque
su mayor altura no representaba obstáculos insuperables. Treinta años más tarde,
Ferdinando de Lesseps eligió precisamente esta vía y al fin los norteamericanos
construyeron el actual canal de Panamá, triunfo que no se le da suficientemente
acreditado a Codazzi.
Concluidas por
Codazzi sus investigaciones geográficas en el centro y sur de Colombia, decidió
dirigirse hacia el Norte hacia el Valle de Upar y la Sierra Nevada de Santa
Mara que deseaba explorar. En marcha hacia estas nevadas cumbres que superan
los 5700 metros sufrió de una fiebre perniciosa adquirida en la selva (paludismo o fiebre amarilla
selvática?), y en una finca del Valle de Upar denominada El Pueblito murió en
pocas horas frente a las altísimas cimas.
En 1845,
Colombia le había concedido el grado de General, en premio a sus importantes
servicios, ascenso que sólo fue concedido en Venezuela después de su muerte. Su
restos fueron trasladados por un viajero piadoso a Bogotá; luego a Valencia,
donde había contraído matrimonio; y por último al Panteón Nacional, donde
reposan al lado del Libertador, y de mucho pícaro que no debería estar en aquel
recinto.
Entre las obras
de Cosazzi figuran: “Resumen de la Geografía de Venezuela”; “Descripción de la
Cueva del Guácharo”: “Atlas Físico y Político de la República de Venezuela”:
“Catecismo dela Geografía de Venezuela”; “Documentos e Informes relativos a la
elaboración de la Geografía”; “Descripción de la Colonia Tovar”; trabajo sobre
la Academia de Matemáticas; sus relaciones sobre la Gobernación de Barinas; y
su relación de las Honras Fúnebres a Bolívar.
En su visita a
la ciudad de Mérida, Codazzi midió la altura de El Toro, escribió un detallado
estudio geográfico de la Provincia merideña y dejó una bien lograda descripción
de la Ciudad de Los Caballeros, que aparece en el Resumen de su Geografía de
Venezuela.

“La ciudad de
Mérida, capital de la provincia de su nombre, fue fundada en 1558 por Juan Rodríguez Suárez,
bajo el nombre de Santiago de los Caballeros. Rodríguez era natural de Mérida
en la provincia de Extremadura, y siendo vecino de Pamplona, en la Nueva
Granada, fue encargado de la exploración de la Sierra Nevada y de la conquista
de los indios Timotes. Mérida se halla en la latitud de 8° 10´ N, y en la
longitud 80° 20” al O. del meridiano de Caracas, en una hermosa mesa elevada
1971 varas sobre el nivel del mar. Dos ríos, Mucujún y Albarregas, recorren
casi de N. á S. el pié de la mesa y van a caer a un tercero (el impetuoso
Chama) que pasa al extremo de ella, de E. a O. La mesa queda en este modo
rodeada por tres ríos y solo hacia el N. está unida a una alta serranía de la
cual es un declive.
Esta hermosa
planicie tiene 5 leguas de largo y de ancho 5/4 de legua. Forma un declive muy
pronunciado hacia el S. y otro suave al S.O. y sus barrancas son muy elevadas y
pendientes. Desde esta mesa se goza de
la hermosa vista de la Sierra Nevada que queda al S. elevada 5179 varas sobre
el nivel del mar y 3.508 sobre el suelo de la ciudad.
Los picos de
esta sierra, coronados de eterna nieve, las grandes masas de granito que salen
de sus flancos cortadas perpendicularmente y la gigantesca mole que forma esta
majestuosa sierra, le dan un aspecto imponente.
Sus blancas
cimas a veces cubiertas de nubes, a veces relucientes con los rayos del sol o envueltas
en niebla que los hace aparecer y desaparecer en pocos instantes, todo concurre
a dar a la sierra un carácter bello y sorprendente.
“Por todas
partes se miran otros muy altos que se pierden en lejana perspectiva, y solo
dejan ver la abertura principal por donde corre el Chama. Los ricos valles del
Ejido, las vegas del Chama, el país pintoresco de Bailadores, los fértiles
campos de la Grita, los sitios poblados que recorre el Tórbes, todo queda
cubierto por los otros páramos, en medio de los cuales hay valles hermosísimos
y parajes que convidan a residir en ellos.
El lado opuesto
hacía el naciente no se puede ver las bellas campiñas que están cerca del Chama
ni los pueblos situados más allá del páramo de Santo Domingo y menos aún hacia el N. las altas cimas que cubren
las inmensas selvas que se pierden sobre el gran lago de Maracaibo.
“Mérida fue
erigida en provincia en 1811. Habiéndose declarado a favor de la Independencia,
separándose de Maracaibo a que pertenecía: tiene un cerro cerca de ella una
laguneta que se llama el monte de las Flores, por las muchas que producen los árboles y plantas que la pueblan; posee
también aguas minerales calientes y una tierra amarilla que da un color negro
sobresaliente.
Abundan las
plantas medicinales y hay muchas gomas y resinas apreciables.
Es muy curioso
ver prosperar en un mismo suelo el plátano, el maíz, la caña dulce, el trigo,
las papas y la cebada.
“La ciudad de
Mérida sufrió en 1644 el mismo terremoto que destruyó a Cuenca; y en 1812 fue arruinada por el del 26 de
marzo que destruyó a Caracas; pero volvió a reconstruirse y ahora está más
poblada que antes.
“Antiguamente había
en esta ciudad dos partidos que se odiaban encarnizadamente, y esta desunión
entre las familias influía mucho contra los progresos de la población; más
habiendo cesado aquel mal, en el día adelante, y prosperan sus vecinos a favor
de la paz y la armonía. Cuando Mérida tenga una grande inmigración, o que la
población creciente desmonte las grandes selvas que miran hacia el lago
Maracaibo, entonces será esta ciudad la residencia de ricos propietarios, que
hallarán en un clima delicioso y sano todos los placeres que proporciona la
sociedad. Los habitantes dicen que ni por el frío ni el calor se hacen sentir
allí en un grado capaz de incomodar, y que pueden llevar indistintamente
vestidos de lana ó de seda; pero no pueden negar que las variaciones del tiempo
son tan rápidas y sensibles, que a menudo causan enfermedades. Temen el viento
del O. que nunca sopla sin dejar algunas señales de su malignidad: parece que
esto proviene de que los vientos del N. que pasan por la gran selva bañada por
el Chama, desde el lago de Maracaibo, se introduce por el abra por donde pasa
el mismo río y chocando contra la serranía de Estánquez, refluyen hacia el E. por el valle del mismo Chama y vienen
hacia Mérida, llevando en su curso algunos de los mismos que exhalan aquellas
selvas desiertas. Sin embargo, se puede asegurar que la causa principal de
algunas insignificantes enfermedades, está más bien en lo variable del clima:
pues con frecuencia se experimenta en un
mismo día las diversas temperaturas de las cuatro estaciones en Europa.
Con todo, el
temperamento es sano y fresco, pues el termómetro baja hasta 11° del
centígrado.
“Las lluvias son
abundantes, y se podría decir que duran casi todo el año; pero las más fuertes
de ellas en la época del invierno.
“Mérida es la
sede de un obispado, tiene seminario, un colegio, varias escuelas y un convento
de monjas que hacen obras de primor. Hay una catedral y varias capillas.
“Los merideños
tienen bastante perspicacia, profundidad en sus ideas y afición a la
literatura.
Ninguna clase
desdeña el trabajo, la agricultura, las crías, las fábricas de varios géneros
de algodón y lana, que por su baratura son preferidos europeos, constituyen sus
ocupaciones principales. Entre las fábricas hay algunas de alfombras de lana,
adornadas de flores y teñidas con colores de vegetales del país, tan vivos, y
permanentes como los de las mejores
fábricas de Europa.
En agricultura
produce un café de los más exquisitos, y en tan grande abundancia los frutos
necesarios a la vida, que aun los más pobres tienen lo necesario para vivir
holgadamente.
“Mérida, en fin,
por los terrenos ricos que posee, por su clima sano, por su posición casi en el
centro d su provincia, en el camino que va a las demás de la república, será
algún día una de las más florecientes ciudades del interior, cuando la riqueza
de los particulares haya proporcionado caminos para facilitar el tránsito, y
que los grandes bosques estén cubiertos de haciendas y poblaciones.
“Las parroquias
de este cantón son: Mérida, Morro, Aricagua, Pueblo Nuevo, Mucuchachí, Mucutuy,
Acequias, Tabay y la Punta”