domingo, 13 de marzo de 2022

Murales de Tovar-Alfredo Salazar


 Tomado de las redes de Alfredo Salazar

Codazzi en Venezuela: geógrafo y militar, gobernante y fundador Cardozo Galué, Germán

 

Codazzi en Venezuela: geógrafo y militar, gobernante y fundador


 

Cardozo Galué, Germán


 

 

 

 

 

 

 

La presencia histórica de Agustín Codazzi en Venezuela estuvo principalmente ligada a dos empresas: una de carácter intelectual, el Atlas físico y político de la República de Venezuela y el Resumen de la geografía de Venezuela, y la otra fundacional, la Colonia Tovar. Ambas ocuparon la mayor parte de los veintidós años que dedicó al país, de 1826 a 1848, con algunas interrupciones para atender sus compromisos como militar.

Codazzi no se vinculó circunstancialmente a los intereses venezolanos; durante su primera experiencia de vida americana, de 1817a 1822, recorrió las costas caribeñas en continua labor de hostigamiento al poderío español, para perjudicar a cuantos se oponían a la independencia de Venezuela. A fines de 1826 se unió en Bogotá al séquito que acompañaba a Bolívar, en el que sería su último viaje a Venezuela. Llegaron a la ciudad de Maracaibo, capital del Departamento de Zulia, donde el Libertador debía iniciar un plan de defensa de las costas para evitar el sorpresivo desembarco de tropas españolas; allí recibió el nombramiento de jefe de Artillería. Esta circunstancia lo colocó en el camino de satisfacer sus inquietudes de explorar e iniciar los trabajos de cartografía que lo convertirían en geógrafo de primera línea.

Con el propósito de estudiar el modo de defender a Maracaibo de posibles ataques hispanos por la península de la Guajira, recorrió y levantó mapas de toda la zona, en los que además de señalar los senderos indígenas y los puntos militarmente débiles, describió minuciosamente las características del relieve. Fue ésta su primera experiencia de campo como cartógrafo, en la que aplicó sus estudios matemáticos y fino espíritu de observación. En 1829 se le ofreció una segunda oportunidad. El general Justo Briceño, intendente de Zulia, le encargó el trazado de un mapa del departamento, que comprendiera las jurisdicciones de toda la cuenca del lago de Maracaibo, desde las tierras ribereñas y sus afluentes hasta los valles y cumbres de Trujillo, Mérida y San Cristóbal. Codazzi visitó aquel vasto espacio de disímiles paisajes y climas, y elaboró el primer estudio rigurosamente geográfico de una importante porción del actual territorio venezolano.

Mientras viajaba, redactaba precisas notas y diseñaba los borradores del mapa de Zulia, Codazzi tuvo noticia del movimiento separatista que lideraba el llanero José Antonio Páez. Al regresar a Maracaibo, en 1830, la encontró convertida en "teatro de discusiones y de dudas [...] Unos pretendían unirse a la Nueva Granada, otros formar un estado independiente o hanseático, y otros finalmente seguir el pronunciamiento de Venezuela [...] Prevaleció esta última opinión, y Maracaibo fue una de las once provincias que constituyeron la República de Venezuela", según afirmaba el periódico La Mariposa de Maracaibo, en 1840. Codazzi también tomó partido. Viajó a Caracas e hizo uso de su obra cartográfica sobre Zulia, como carta de presentación ante el presidente Páez. De inmediato éste, muy bien impresionado, propuso al Congreso ordenar la confección del mapa de toda la superficie de la República. El Congreso, luego de que Páez nombrara a Codazzi como jefe del Estado Mayor de sus fuerzas, le encargó la obra y declaró "empresa de la primera importancia para Venezuela" el levantamiento de planos, la formación de itinerarios y la elaboración de cuadros estadísticos. Desde luego que lo era. Preocupación esencial de quienes estaban al frente de la nueva República era la tarea de poner en marcha todos los mecanismos legislativos, políticos, económicos, educativos e ideológicos que contribuyeran a fortalecer los débiles vínculos jurídico-administrativos, surgidos apenas setenta años atrás con la creación de la Capitanía General de Venezuela.


 

Aún pesaban las formas sociales originadas por un período de casi tres siglos de vida provincial relativamente autónoma, generada por el aislamiento geográfico que dificultaba el control efectivo de los distantes centros de poder, se tratara de Bogotá, Caracas o Santo Domingo. Los años de independencia habían puesto al descubierto en Venezuela un desarticulado mosaico de regiones conformadas a través de procesos históricos diferenciados. El gobierno de Páez se estrenaba, entonces, con el difícil y agobiante compromiso de crear un Estado Nacional en un espacio compuesto por diversas regiones, economías no articuladas que se vinculaban directamente con el extranjero, ejercicio autónomo del poder y de la administración, élites dirigentes locales y procesos culturales propios, para las cuales Venezuela, como concepto histórico, sólo era un espacio ubicado en la región norcentral del territorio, denominado, hasta pocos años antes, la Provincia de Venezuela. Venezuela, como el nuevo ente que promulgaba la Constitución de 1830, era un espacio sin geografía común ni historia compartida. La propuesta de Codazzi contribuiría a hacerle frente a lo primero. La Historia de Venezuela, encargada también por Páez y su gobierno a Rafael María Barait, crearía lo segundo.

Codazzi exploró el país, tomó notas y realizó bocetos cartográficos durante ocho años, periódicamente interrumpidos por esporádicos compromisos relacionados con sus funciones de jefe de Estado Mayor, para atender las emergencias y alertas ocasionadas por el permanente acoso al gobierno de Páez por parte de alzados militares en los llanos y de focos de insurrección en las provincias de Maracaibo y Cumaná. Ya contaba con los levantamientos cartográficos del Departamento de Zulia. En 1830 realizó los correspondientes a la provincia de Coro y la costa venezolana, con sus accidentes hidrográficos y región insular. A partir de 1832 trabajó en las regiones de Caracas, Valencia, Barquisimeto, Harinas y Cumaná. En 1834 inició la exploración del delta del Orinoco, cuya extensa hoya hidrográfica recorrería en los dos años siguientes, combinando su vocación de geógrafo con exitosas campañas militares. Durante 1837 y 38 culminó la reconstrucción cartográfica de la extensa cuenca selvática del Orinoco.

Las tareas de exploración y notas habían culminado para fines de 1838. Entonces Codazzi se trasladó a su hogar en Valencia y, como afirma Mario Longhena, "el geógrafo, con la misma facilidad con que el hombre de armas había cedido el puesto al explorador, se cambio en cartógrafo, y supo manejar con maestría el pincel y la pluma como había manejado la espada". En 1839, Codazzi redacta e imprime en Caracas, en los talleres de George Corser, un Prospecto de un plano general de Venezuela y dos mapas, uno histórico y otro geográfico. En él anuncia su proyecto de un Atlas de Venezuela, que "por estar destinado a la instrucción básica de la juventud, comprendería la geografía, la geología y la historia del país, con noticias generales sobre las cinco partes del mundo".

El 16 de marzo de 1840 Páez firma un decreto del Congreso que autoriza la publicación de la obra corográfica de Codazzi, considerada hasta ese momento un trabajo de carácter técnico y estratégico realizado para el gobierno venezolano. En julio de 1840, Codazzi se traslada con su esposa, Araceli Fernández de la Hoz, a París, donde espera encontrar las mejores condiciones para perfeccionar y editar su obra; los acompañan el maracaibero Rafael María Baralt y Ramón Díaz, con el encargo de asesorar a Codazzi y escribir la Historia de Venezuela.

La obra de Codazzi recibe los mayores elogios del círculo de la Academia de Ciencias. De Alejandro Humboldt, autoridad indiscutible del momento, recibe el siguiente juicio crítico: "Los trabajos geográficos de usted que abarcan un área tan extensa, contienen tal acervo de detalles topográficos y tantas anotaciones sobre clima y altitudes, que harán época en los anales científicos. Me es una satisfacción haber vivido lo suficiente para poder asistir a la conclusión de esta magna empresa, que da lustre al nombre de Codazzi y gloria al gobierno que tuvo el tino de secundarla".

En 1840 se edita el Atlas físico y político de la República de Venezuela en la imprenta de Thierry Freres de París. Lo abre un dibujo estilo viñeta de Carmelo Fernández, en el cual, según la descripción que de él hace Mario Longhena, "quiso representar a la Joven República en una mujer vestida a la manera de los indios, sentada junto a armas y banderas, bajo un dosel de vegetación tropical, la cual, aunque tiene a su alrededor los símbolos de sus victorias, y al lado, sobre una gran roca, esculpidas las fechas de su liberación de la servidumbre española y los nombres de las batallas ganadas, no apoya sobre ellos su porvenir, sino sobre el libro de sus derechos, que tiene bajo el brazo, y sobre él pone su fuerza y esperanza".


 

La colección cartográfica incluye mapas históricos y físico-políticos, que tampoco escapan a la información etnohistórica. Entre los primeros figuran un mapamundi, dos cartas de Venezuela correspondientes a los años de 1810 y 1840, y cuatro mapas histórico militares que representan las campañas de 1812 a 1823, y permiten visualizar los vaivenes de las guerras por la independencia. Los segundos están referidos a América, las costas de tierra firme y el mar Caribe, hoyas hidrográficas y zonas de vegetación de Venezuela, la República de Colombia antes de 1830 y los mapas de cada una de las provincias de Venezuela para 1840. Finalmente, Codazzi representó gráficamente un corte longitudinal de los diferentes relieves venezolanos, acompañado de tablas comparativas. Además de la valiosa información corográfíca recogida en este monumental Atlas, que resumía largos años de trabajo realizado bajo deficitarias condiciones financieras, políticas y de recursos tecnológicos, la obra de Codazzi ofreció a Venezuela la primera demarcación cartográfica de sus límites internacionales y de los internos de las provincias.

Simultáneamente y como complemento del Atlas, Codazzi publicó una obra a la cual llamó Resumen de la geografía de Venezuela, Allí recogió las numerosas notas que como buen viajero y explorador había tomado por largos años de las características físicas, demográficas, los recursos naturales explotados y explotables, las costumbres, y el pasado y presente de los pueblos y regiones visitadas en su continuo peregrinar por el espacio venezolano. En una primera parte trató la geografía física, en la segunda la geografía política y la tercera la dedicó a la descripción de las provincias.

Durante los meses que duró la empresa editora del Atlas y de la Geografía de Venezuela, Codazzi trabó amistad íntima con el cartógrafo grabador alemán Alejandro Benitz, insigne artista a quien confío la ejecución gráfica de su proyecto y, también, las inquietudes y proyectos que bullían en su mente a raíz de la lectura de un oficio que le había sido remitido por el gobierno de Caracas, solicitándole opinión sobre los territorios más apropiados para el establecimiento en el país de colonias agrícolas con inmigrantes europeos. El joven cartógrafo, hijo de agricultores de la Selva Negra, se entusiasmó con el proyecto y acompañó en adelante a Codazzi en esta empresa colonizadora que signó el segundo aspecto destacado de su presencia en Venezuela.

Benitz le propuso reunir de inmediato en su país natal a familiares y amigos que estuvieran dispuestos a emigrar. Codazzi sugirió la conveniencia de visitar primero en Venezuela aquellos lugares que reunieran las mejores condiciones para el futuro asentamiento. A su regreso a Caracas, Codazzi realizó en compañía de Benitz una exploración por los valles de la cadena costanera central, que le reveló "la conveniencia de establecer la primera colonia en un anfiteatro delicioso que encierra las fuentes del río Tuya a una altura que varía de 1800 a 2000 metros sobre el nivel del mar. A su Juicio podían establecerse allí unas ocho mil personas, y las montañas vecinas ofrecían facilidades a la apertura de caminos de recuas a La Victoria y al mar y una carretera a la capital de la República", en palabras de Alfredo Jahn.

Manuel Felipe Tovar, dueño de las tierras seleccionadas, las cedió gratuitamente, y su tío Martín Tovar y Ponte ofreció a Codazzi la fianza necesaria para la empresa, repitiendo el gesto de confianza que había tenido en el coronel de ingenieros, cuando en 1840 le había servido de fiador ante el gobierno por los 100.000 pesos que le otorgara el Congreso para la impresión de la Geografía de Venezuela. De ahí el nombre de Colonia Tovar, que aún conserva este hermoso paraje del paisaje venezolano.

El 6 de abril de 1843 llegaron a la Guajira 358 inmigrantes de Alsacia y Baden, especializados en las más diversas tareas, acompañados de Codazzi y Benitz. Desembarcados en el Puerto Choroní, caminaron hasta la colonia. Poco a poco levantaron casas al estilo de su país de origen. Gracias a la meticulosidad del colonizador Codazzi, no les faltaron médico, maestros ni sacerdote; surgieron carpinteros, herreros, zapateros y carniceros; se la dotó de un aserradero mecánico, molinos de trigo, panadería, botica, cervecería, alfarería "y hasta tipógrafos y una imprenta donde se editaba un boletín mensual bilingüe".

En diciembre de 1845 abandonó Codazzi la Colonia Tovar para asumir el gobierno de la provincia de Barinas, donde inició y realizó proyectos de mejoras públicas y una labor permanente de conciliación de los intereses políticos, para impedir que penetrasen en la provincia los vientos de perturbación que llegaban de Caracas con motivo del proceso eleccionario de 1846. Los afanes del gobernante no frenaron su afición al estudio; escribió durante este tiempo sobre agricultura tropical, caminos, historia y geografía. Codazzi regresó a la Colonia Tovar a principios de 1847, ante las inquietantes noticias de que aquel paraíso tropical se veía también afectado y envuelto por el malestar que sacudía a la región norcentral del país. La presencia del fundador devolvió la tranquilidad a la pequeña colonia.

Por las mismas fechas, José Tadeo Monagas triunfó en la contienda electoral y fue proclamado presidente de la República. Antes del año, Monagas entraba en abierto conflicto con el poder legislativo al suprimir la Constitución y disolver por la fuerza el Congreso. Como era de esperarse, Codazzi quedó al lado de Páez, quien de nuevo salía a la palestra para recuperar el espacio político perdido; de inmediato viajó desde Barinas, a donde había regresado a hacerse cargo de la gobernación, a Maracaibo, que había reaccionado violentamente contra Monagas, sobre todo por la muerte de José Antonio Salas, diputado por la Provincia de Maracaibo. De allí, Codazzi pasó con su mujer e hijos a la isla holandesa de Aruba, en busca de refugio político. Perdido todo contacto con Paéz, Codazzi viajó a la Nueva Granada, atraído por las insistentes invitaciones de su gobierno y por una carta particular de su presidente, el general Tomás Cipriano de Mosquera, quien lo requería para que hiciera un levantamiento cartográfico similar al venezolano. En julio de 1848 Codazzi era nombrado profesor de la Escuela Militar Superior de Bogotá.

Germán José Cardozo Galué (Maracaibo, Venezuela; 3 de abril de 1940-Ibídem, 19 de junio de 2017)1​ fue un historiador y académico venezolano, licenciado en filosofía (Universidad de Deusto, 1964), licenciado en educación, mención ciencias sociales (Universidad del Zulia, 1968) y doctor en historia (Colegio de México, 1973). 

miércoles, 2 de marzo de 2022

Agustín Codazzi y la geografía en el siglo XIX Sánchez Cabra, Efraín

 


Una placa colocada en 1876 en la fachada de la casa natal de Agustín Codazzi en la antigua Vía Brozzi de Lugo, Italia, lo recuerda como un personaje: "CONOCIDO EN AMBOS MUNDOS / POR SU VALOR MILITAR, SUS VIAJES CIENTIFICOS / Y SUS OBRAS UTILES / COMO EL ATLAS DE VENEZUELA / Y SU BIEN RECIBIDO CONCEPTO / ACERCA DE LA APERTURA DEL ISTMO DE PANAMA".

Sus obras geográficas sobre Venezuela y sus exploraciones de los istmos del Darién y Panamá fueron, en efecto, las contribuciones sobre las cuales se fundamentó el prestigio internacional de Codazzi entre los geógrafos del siglo XIX. Como ilustración de lo anterior, el autor de la reseña del Resumen de la Geografía de Venezuela, publicada en 1843 en The Journal of the Royal Geographical Society de Londres, escribió que la obra "nos ofrece una visión más completa y sistemática de la que poseíamos antes sobre el territorio de Venezuela, o sobre cualquier otro territorio ocupado por la raza española en el Nuevo Mundo". El barón Alexander von Humboldt calificó los trabajos geográficos de Codazzi en Venezuela como "hitos en la historia de la ciencia", y respaldó el parecer de J.B. Boussingault, F. Arago, E. de Beaumont y J.M. Savary, miembros del Instituto de Francia, quienes manifestaron en su informe que dichos trabajos "deben considerarse como documentos preciosos para la historia política de América y para la historia natural de la tierra".

A pesar de haber constituido una empresa de mucha mayor envergadura y complejidad, la Geografía de la Nueva Granada no fue objeto de tanta publicidad como la de Venezuela. Codazzi murió sin concluir los trabajos de campo y, aparte de los informes de la Comisión Corográfíca publicados en la Gaceta Oficial y una edición inconclusa de la Geografía física y política de las provincias de la Nueva Granada, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la República. La muerte también evitó que las contribuciones de Codazzi a la geografía se expandieran más al sur del continente. Se afirma que, poco después de conocerse en Bogotá la noticia de su fallecimiento, en febrero de 1859, llegó a la capital una carta del presidente del Perú, Ramón Castilla, con un contrato para que Codazzi iniciara la exploración y descripción de ese país.

En el plano local de Colombia y Venezuela, Codazzi ha pasado a la historia no sólo como el geógrafo y explorador más distinguido de ambos países, sino como una de sus figuras nacionales más conspicuas. En el plano mundial, su contribución a la ciencia se percibe mejor al ubicarla dentro del contexto del desarrollo internacional de la geografía. La vida de Codazzi transcurrió en una época considerada como la edad clásica de la geografía científica, la exploración continental y los mapas nacionales. Por una curiosa coincidencia, el fin de esa edad clásica se ha fijado en el mismo año de su muerte, 1859, cuando también murieron Alexander von Humboldt y Kari Ritter, a quienes se ha honrado, "por aclamación nacional", según escribió R.E. Dickinson, como los fundadores de la geografía moderna.


 

Al concluir la era de los descubrimientos y los grandes viajes marítimos, que tuvo lugar entre fines del siglo XV y fines del XVIII, la mayor parte del planeta había sido ya visitada por los europeos y el mapa del mundo estaba casi completo. No obstante, al comenzar el XIX, el interior continental de Asia, Africa y América permanecía virtualmente inexplorado. En las cartas geográficas todavía figuraban accidentes quiméricos de la topografía, como los inexistentes Montes de la Luna en Africa central, o un presunto gran mar interior en Australia. En América del Sur, aun cuando la mayor parte de las regiones habían sido ya visitadas, persistía una gran ignorancia en cuanto a la distribución y características del relieve y las cuencas hidrográficas. Además, como señaló Tom B. Jones, para los europeos que habitaban fuera de la Península Ibérica, América del Sur era casi tan oscura como el continente negro.

A partir de los viajes de Humboldt por México, el Orinoco y los Andes entre 1799 y 1803, el progreso fue relativamente rápido. Son notables las exploraciones de J.B. Boussingault en Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela entre 1822 y 1842, A.D. D'Orbigny en el Brasil, Uruguay y Argentina entre 1826 y 1833, y King y Fitzroy en Argentina y Chile, entre 1826 y 1830. Sin embargo, como señaló J.N.L. Baker, autor de una de las obras más importantes de este siglo sobre la historia de los descubrimientos geográficos, el verdadero momento inicial de la exploración sistemática en Sur América correspondió a la obra de Agustín Codazzi. Este punto ya lo habían anotado los comisionados del Instituto de Francia en el acta de la sesión del 15 de marzo de 1841, cuando declararon que "los trabajos del señor Codazzi están destinados a servir de base a la geografía del interior de la América Meridional, sobre la cual no se tienen todavía datos positivos, fuera de algunas determinaciones aisladas hechas por Fidalgo y Humboldt". El propio Humboldt reconoció la deuda de la ciencia para con el italiano, cuando escribió en carta a Codazzi: "Lo que yo traté de hacer en un viaje rápido, al recoger algunos datos sobre las posiciones astronómicas e hipsométricas de Venezuela y la Nueva Granada, ha encontrado en sus nobles investigaciones. Señor, una confirmación y una ampliación que superan mis esperanzas".

La obra de Codazzi corresponde a las dos facetas más visibles de la evolución de la geografía a partir de mediados del siglo XIX. Por una parte, a la faceta que T.W. Freeman calificó como la más fundamental para el desarrollo científico de la disciplina, la adquisición de la "materia prima" del conocimiento geográfico por parte de viajeros, exploradores e investigadores de campo. Por otra, la orientación de la geografía hacia fines utilitarios, es decir, la satisfacción de necesidades prácticas de las sociedades y sus gobiernos. Codazzi consideraba con modestia que la ciencia era una posesión exclusiva de "los ilustres hombres de autoridad científica, conocidos aquí y en Europa". En cuanto a su propio trabajo, lo describió sin pretensiones: "En la situación en que me encontraba", escribió en 1857, "como encargado de levantar las Cartas Geográficas de las provincias de la República, y escribir la Geografía particular de ellas, yo conocí, y debía conocer y estudiar los trabajos de Caldas, Humboldt y Talledo y las geografías modernas; no por hacer alarde de científico, que nunca lo he sido, ni menos por darme ínfulas de maestro, porque jamás he pretendido serlo, ni mucho menos por sostener mis opiniones queriendo aparecer infalible: esas cosas pueden ser propias solamente de los doctores que enseñan en las cátedras, o de aquellos escritores que se hacen intérpretes de la opinión pública; y no de aquel que, como yo, se ocupa en un trabajo positivo, siendo uno de sus deberes situar los puntos con la exactitud que suministran los instrumentos y los cálculos".

La lista de "ilustres hombres de autoridad científica", para Codazzi, estaba encabezada por el barón Von Humboldt, a quien describió como "el célebre viajero que con sus obras ilustró el mundo, que fue el primero que dio a conocer estas regiones a la Europa, y que hoy es todavía la primera ilustración, la más grande notabilidad científica del universo". Se ha dicho que en todos sus viajes de exploración Codazzi llevaba consigo una copia de Voyages aux régions équinoxiales du Nouveau Continente, sin duda la obra más distinguida de Humboldt. Entre sus demás fuentes científicas, para el diseño del plan general de sus obras descriptivas y para los temas etnográficos, utilizó al geógrafo italiano Adriano Balbi, cuyo Abrégé de Géographie es uno de los textos geográficos más populares y difundidos de todos los tiempos. Para el estudio de la fauna sus referencias principales fueron los naturalistas franceses F.D. Roulin y Sabine Berthelot, y para la flora el naturalista español Ramón de la Sagra. Entre los científicos "conocidos aquí", el más eminente para Codazzi era Francisco José de Caldas, cuyas observaciones, publicadas en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, estimaba como un auténtico modelo para la descripción física del país. En cuanto a las cartas geográficas, un inventario de los archivos de la Comisión Corográfica, llevado a cabo por el bibliotecario nacional en 1868, revela la utilización por parte de Codazzi de más de 200 mapas españoles y republicanos. Particular confianza depositaba en los mapas de Humboldt, en la Carta Corográfica del Nuevo Reino de Granada diseñada por el ingeniero militar español Talledo y Rivera, y en las cartas oceanográficas del brigadier Joaquín Francisco Fidalgo.

El principio metodológico de Codazzi era el de realizar "observaciones directas, científicas y repetidas" con la ayuda de instrumentos. En el contrato para el levantamiento de la carta geográfica de la Nueva Granada, se estipula que el gobierno le suministró "un sextante, un horizonte artificial, dos barómetros, dos cronómetros, un teodolito, un nivel de anteojo, dos termómetros, una aguja pequeña, un nivel pequeño y un higrómetro". Manuel Ancízar, secretario de la Comisión Corográfica en sus primeras expediciones, describió vividamente las observaciones de campo de Codazzi: "El continuo estudio profesional y la gran facilidad de aplicación que adquirió durante los diez años gastados en levantar los mapas de Venezuela, habían hecho de su cabeza un repertorio de fórmulas tan perfectas, que no había problemas que no resolviera ni cálculo que no terminara brevemente y como jugando; encontrándose, por otra parte, tan familiarizado con la naturaleza y los accidentes de estos países caracterizados y definidos por los Andes, que le bastaba subir a una eminencia y echar una ojeada para adivinar la dirección y ramificaciones principales de las cordilleras, la forma de sus rampas invisibles deducidas de las que, opuestas, se presentaban a la vista, la existencia y hasta el caudal de los riachuelos y ríos a que la configuración y extensión de las hoyas debía dar lugar y, en suma, gran número de pormenores que para otro observador habrían sido secretos".

El "estudio profesional" al que se refiere Ancízar tuvo sus orígenes en la formación militar que recibió Codazzi en Italia entre mediados de 1811 y principios de 1813, cuando se incorporó como voluntario en los ejércitos napoleónicos. Todos los indicios señalan que la influencia principal que en sus primeros años de soldado gravitó sobre él, fue el mayor Pier Damiano Armandi, del Real Regimiento de Artillería a Caballo, superior de Codazzi al comienzo de la campaña italiana. Destacado alumno de la Escuela Militar de Artillería e Ingeniería de Módena, la más antigua e importante del reino de Italia, Armandi era particularmente diestro en matemáticas. Los primeros biógrafos de Codazzi concuerdan en afirmar que Armandi orientó a su joven protegido hacia la Academia de Pavía, después de haber permanecido éste algún tiempo en la de Bologna. Dejando aparte las discusiones que podrían suscitarse en torno a los verdaderos establecimientos donde Codazzi recibió entrenamiento militar, existe una clara vinculación entre sus conocimientos y métodos geográficos y el arte militar que se enseñaba en las mencionadas escuelas. El examen del programa académico de Módena, sobre el cual se diseñaron los de Bologna y Pavía, y que a su vez seguía los modelos de la Escuela Politécnica de Francia y la Escuela Práctica de Metz, descubre los fundamentos del conocimiento técnico del futuro geógrafo de Colombia y Venezuela. La enseñanza se dividía en dos ramas principales: artillería y fortificación. Esta última se convertiría en el punto de enlace entre la disciplina militar de Codazzi y la geografía. Entre las materias del arte de la fortificación se incluían la "matemática sublime" y la matemática aplicada, aritmética, geometría, trigonometría, álgebra, física, química, arquitectura civil, construcción de fuertes regulares e irregulares, ataque y defensa de fortalezas, minado y contraminado. En la formación de los ingenieros militares se ponía énfasis especial en la exploración, la agrimensura y la cartografía, que se entendían como aplicaciones especiales de la geometría práctica y la geometría descriptiva. Estas disciplinas suponían la utilización de instrumentos de medición, la realización de operaciones geodésicas, el cálculo del área de objetos sólidos y el dominio de la perspectiva, la gnomótica, el levantamiento de cartas geográficas y la estereotomía, o talla de la piedra. En las prácticas de campo se asignaba capital importancia a la exploración, o reconocimiento militar, y a la cartografía. Al menos uno de los oficiales educados en Módena entre 1811 y 1812 se convertiría en geógrafo: el teniente Giuseppe Campilanzi, quien iría a servir en el ejército de Joaquín Murat, rey de Napóles, con el cargo de ingeniero geógrafo, y luego viajaría a América, donde su rastro desaparece.

Los primeros trabajos geográficos de Codazzi en Venezuela son ejemplos genuinos de la aplicación práctica en América del Sur de la ingeniería militar, con influencia francesa, que se enseñaba en Módena, Bologna y Pavía. En la hoja de servicios de Codazzi consta que en febrero de 1828 fue comisionado por el general Justo Briceño, comandante general de Zulia, para que como ingeniero practicara una serie de reconocimientos "para cerciorarse de los pasos vadeables que tuvieran los expresados ríos y los puntos por donde pudiera penetrar algún cuerpo de tropas españolas, cuya invasión se temía que tuviese lugar por la Guajira". En 1829 "fue encargado por el mismo señor general para formar un itinerario de movilización militar en tiempo de guerra y que comprendiera todo el expresado departamento de Zulia". Inmediatamente se le comisionó, "como inteligente artillero e ingeniero, para recorrer toda la barra de la laguna de Maracaibo y fortificar con baterías opuestas toda la parte accesible a un desembarco del enemigo".


La orientación "utilitaria" de la obra geográfica de Codazzi en Colombia y Venezuela es patente en los actos legislativos que le dieron origen. El decreto de 14 de octubre de 1830 del Congreso Constituyente Venezolano, se inicia con el siguiente considerando: "Que el levantamiento de planos, formación de itinerarios y cuadros estadísticos del Estado, es una empresa de la primera importancia para Venezuela, cuyos útiles efectos serán trascendentales a la mejor dirección de las operaciones militares, al conocimiento de los límites de las provincias, a la exactitud en el establecimiento de las contribuciones y el fomento de la agricultura, porque facilita la apertura y mejora de los caminos, el desagüe de los lagos y pantanos y la limpieza y navegación de los ríos". Motivos similares se exponen en la ley de 15 de mayo de 1839, que autorizó al poder Ejecutivo de la Nueva Granada a contratar ingenieros geógrafos para que adelantaran la descripción del país y levantaran las cartas geográficas. La opinión pública veía también con alborozo la realización de los trabajos, por las ventajas materiales que se aspiraba reportarían al país. En uno de los primeros comentarios periodísticos sobre la Comisión Corográfíca de Nueva Granada, El Neogranadino comentó: "Es preciso, para apreciar el mérito de estos mapas, verlos y compararlos con las vetustas cartas que poseemos, incompletas, defectuosas y por lo mismo inútiles para el estadista como para el sabio. En aquellas hallará cuanto desee el político, el comerciante, el agricultor, el militar; abrazando con una ojeada la división del territorio, sus vías de comunicación, sus producciones en los tres reinos de la naturaleza, y las posiciones defensables que debe estudiar el guerrero para sostener un día la integridad del territorio y la independencia de la patria"


 
Tomado de la Rewd Cultural del Banco de la Republica de Colombia