MEMORIAS
DE AGUSTÍN CODAZZI
Editadas
en su original italiano por Mario Longhena y traducidas al castellano por
Andrés Soriano Lleras y Fr. Alberto Lee López
CAPITULO
I
Parte
II
Los
primeros años - Sus estudios en Lugo - Voluntario del ejército italiano -
Hechos de armas - Deja la vida militar. 1798-1815
Parece que aún antes de este encuentro final ocho mil hombres, de los once mil que formaban la División, habían quedado sobre el campo muertos, heridos, o habían sido hecho prisioneros. Tenemos, pues, que probablemente Codazzi participó y combatió en cinco batallas, todas entre mayo y octubre de 1813: a todas ellas asistió Armandi, como mayor o coronel: en todas ellas es lógico suponer que estuvo presente Codazzi.
El primero
de diciembre se reunió a las tropas italianas y se las hizo regresar a Italia:
Codazzi ha cumplido los veinte años y ha alcanzado un grado, el de mariscal en
campo. Los sucesos posteriores son muy intrincados y enredados como sucede
siempre después de un periodo extraordinariamente fausto: Napoleón está en la
Isla de Elba; el viejo régimen, abatido, trata de volver a sus primeras
condiciones: el pasado se afana por volver a hacerse presente. Graves temores
de hombres y de grupos: otros hombres y otros grupos, después de un silencio,
reaparecen. ¿En Italia? Más que los otros países se encuentran en grandes
dificultades. El Príncipe Eugenio Beauharnais, pensando más en sí mismo que en
su poderoso padrastro ahora en desgracia, trata de reorganizar el ejército
italiano, o mejor trata de poner un poco de orden en las tropas que han
regresado a Italia y que están formadas de restos de divisiones en otro tiempo
lozanas y bizarras: son restos de la soldadesca proveniente de España, de
Rusia, de Alemania, toda formada por italianos. Un ejército bien organizado
podía ser una óptima defensa para el reino que Eugenio quería conservar y por
esto él se inclina a voluntades ajenas y trata de comportarse con rara
habilidad. En este ejército reorganizado, Codazzi pertenece a la primera
división comandada por el General Carlo Zucchi, y como ayudante suboficial está
en la compañía confiada al Mayor Gaetano Millo. El 8 de febrero de 1814 hubo un
combate cerca de Mantua, en Roverbella; allí murió Millo, y Codazzi recuerda
que su comandante murió como un valiente (6). No tenemos conocimiento de que haya
tomado parte sino en este único hecho de armas: algunos biógrafos indican
también otras acciones sobre Tagliamento, pero a tal afirmación no creemos que
deba darse fe. Viene entonces la convención militar de Schiarino-Rizzino y por
tal convención y por otros acuerdos el ejército italiano es licenciado (7).
Codazzi
torna a Lugo, a la casa paterna, pero sólo por breve tiempo, pues trata de
entrar al cuerpo de tropas que Lord Bentick está tomando a sueldo. Tales
tropas, que alguno llamó anglo-italianas y otros anglo-sículas, tenían un fin
bien preciso: ayudar a abatir a Napoleón; pero por vía indirecta, suscitando
entusiasmos que bien pronto se apagaban, despertando esperanzas que
inmediatamente se derrumbaban. Era una política demasiado mezquina, perturbadora
y desorientadora la que había determinado la creación de tal cuerpo de tropas
(8). Codazzi entra a ellas como infante, pasa después a la artillería y en
breve alcanza el grado de teniente, que conservara cuando, habiendo pasado a
América, pide ser enrolado en otros ejércitos. Si no toma parte en ningún hecho
de armas -y tal ejército no había sido tomado a sueldo con fines verdaderamente
militares sino con intenciones políticas- en cambio se mueve por varios
lugares, lo que responde a su naturaleza ávida de ver y conocer. En efecto lo
encontramos en Génova, en Sicilia, en Marsella. Pero Waterloo está próximo y,
cuando suena la hora del ocaso final de Napoleón, también aquella sombra de
ejército se disuelve. Ahora carece de razón de ser: todo está para volver a
quedar como estaba antes: el Congreso de Viena ya se ha reunido y trabaja, y,
si lo ha interrumpido el retorno imprevisto de Napoleón a Francia, vuelve a
reunirse inmediatamente después de Waterloo, delibera rápidamente y se
disuelve.
Para quien
había militado en aquel cuerpo Inglaterra no es avara en recompensas, lo que
crea en aquellos que habían hecho parte de él, un sentido de reconocida
admiración, pero al mismo tiempo los aleja de aceptar desenvolver igual
actividad en el ejército de los Estados italianos; Estos no habrían podido
mantener los copiosos sueldos; por otra parte, la mercancía soldada no se
consideraba necesaria ni era solicitada. Pero Codazzi después de casi cinco
años de aquella vida no sabía adaptarse a otra. Por esto él, súbdito del Estado
Pontificio, dirige la primera oferta de sus servicios de soldado al Estado de
la Iglesia, que también tiene un ejército y soldados: al Cardenal Consalvi
dirige su demanda; y Consalvi no se muestra remiso para acogerla; pero todos
los puestos están ocupados, de modo que le ofrece la mitad del sueldo de teniente.
Estamos a mediados de 1815 y Codazzi debe pensar en sí mismo. Es verdad que no
tiene sino 22 años y que no tiene las obligaciones, que exige una familia. El
padre trabaja y está solo, la hija está para casarse o se ha casado ya con un
profesional de Lugo, el doctor Dall'Olio. Pero Codazzi tiene también necesidad
de vivir, tanto más cuanto que se ha habituado a la vida militar que es vida de
gastos. Y durante algún tiempo insiste en continuar en el oficio de las armas y
persistirá en este propósito aun después de haber decidido entregarse al
comercio. La notable liquidación que recibió cuando fue licenciado del ejército
de Bentink, le permite comprar mercancías para llevar a Constantinopla y espera
importar de Odesa trigo, que escasea en aquellos años en Italia. Livorno es el
puerto donde se carga la nave y de donde zarpa hacia Oriente. Pero una súbita
tempestad cerca de las islas Jónicas anula de un golpe la empresa comercial,
hundiendo nave y mercancías; y Codazzi llega a Constantinopla y vuelve a sus
viejas predilecciones: la vida militar empleada en servicio de quienes tienen
necesidad de defensa contra la prepotencia de otros (9).
(6 )Zanoli, o. c., Vol. 2, p. 280.
(7) De Laugier -
Fasti e vicende dei popoli italiani dal 1810 al 1815. Firenze, 1838 - Vol. 18,
p. 383-384.
(8) Storia politica d'Italia - Periodo Napoleonico per V.
Fiorini e F. Lemmi - Milano, Vallardi Libro 6, p. 1029-1087
(9) Véanse las noticias que Lessona, en su libro "Volere
é potere" (Carabba, Lanciano, p. 222-223), dice haber obtenido del señor
De la Ville, Cónsul de Italia en Caracas. - Véase también H. Schumacher: A.
Codazzi - Bolletino della Societá geografica italiana, 1876, p. 407 y
siguientes. Véanse también: Antonio Lissoni - Compendio della storia militare
italiana dal 1792 al 1815 - Torino, 1844. R. Bonfadini - Mezzo secolo di
patriotismo. Milano, 1880. Gli italiani in Germania nel 1813 - Cittá di
Castello - Ufficio storico del Corpo di Stato Maggior
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