Mérida
Cultura, Turismo y Naturaleza
Carlos Chalbaud Zerpa.
CAP I, SEGUNDA PARTE
LAS BRUMAS DEL PASADO
La Fundación de Mérida
Los
descubridores de América llevaron a España historias exageradas sobre las
riquezas existentes en el Nuevo Mundo: minas de oro y plata, yacimientos de
perlas y fuentes de la eterna juventud. Todos estos cuentos despertaron la
ambición y la codicia entre los europeos, quienes creyeron conseguir una manera
cómoda para hacerse ricos y poderosos en breve tiempo.
Por otra parte,
los reyes españoles vieron una gran oportunidad para llenar las arcas con
impuestos y tributos; y extendieron sus dominios, su lengua y su religión al
recién descubierto continente por medio de capitanes conquistadores,
adelantados, gobernadores, capitanes generales, alguaciles y misioneros.
Salvo contadas
excepciones, la conquista se realizó a sangre y fuego. Los españoles prevalido
s de sus armas y conocimientos aplastaron la
resistencia de los indígenas, quienes eran marcados como bestias y subastados
como esclavos. Los que se opusieron a la furia vandálica de los invasores
europeos para defender sus tierras, murieron víctimas de atroces suplicios y
muchas tribus huyeron al fondo de las selvas o la soledad de los páramos.
Los sacerdotes
de la orden religiosa de Santo Domingo, llamados los dominicos, acudieron ante
el Rey de España por la suerte de los aborígenes y el maltrato al cual eran
sometidos.
Por medio de la
espada y el látigo, los conquistadores y encomenderos españoles esclavizaban a
los indios para someterlos a trabajos forzados, sin darles descanso ni
alimento. El apóstol de estos religiosos fue Fray Bartolomé de Las Casas, quien
atravesó 12 veces el océano Atlántico en endebles embarcaciones con el fin de
defender a los aborígenes de la crueldad a que eran sometidos. Por estos
méritos fue nombrado Protector Universal de todos los Indios.
En 1558 salió
de Pamplona un capitán conquistador llamado Juan Rodríguez Suárez a descubrir
minas. Donde hallaba indios pacíficos aposentados los repartía como ganado
entre sus soldados y distribuía sus tierras.
Al llegar a la
laguna de Urao, cerca de donde está hoy edificada San Juan de Lagunillas y ya
existía una numerosa colectividad indígena llamada La Guazábara, fundó
posiblemente el 9 de octubre, día de San Dionisio, un pueblo con e! nombre de
Mérida, en recuerdo de su ciudad natal en España.
El 1° de
noviembre del mismo año, día de Todos los Santos, acosado por los indígenas.
Trasladó su primitivo pueblo a la punta de una meseta situada entre dos ríos y
a cuatro leguas de donde originalmente se había establecido, que fue ahora
llamado la Ranchería Vieja y que es hoy la parroquia de Santiago de la Punta.
A esta
ranchería llegó improvisamente su enemigo Juan Maldonado en febrero de 1559 con
80 hombres bien armados, comisionado por la Real Audiencia de Santa Fe, para
apresarlo y enviarlo a Bogotá para ser juzgado por los delitos de fundar
ciudades sin autorización real y matar a los indios por medio de espadas,
flechas y perros amaestrados con tal fin, así como cometer muchos otros malos
tratamientos.
Apresado Rodríguez Suárez. y remitido bajo fuerte
custodia a Bogotá, donde fue enjuiciado y condenado a muerte, desconoció
Maldonado todas las actuaciones del fundador, anuló sus disposiciones y le
ordenó al comendador Martín López trasladar a la gente a un sitio más alto y
sano de la meseta, frente a la Sierra Nevada, y fundar allí una nueva ciudad
con otro nombre que no fuera Mérida, por ser éste el de la cuna de Rodríguez
Suárez, en la Extremadura española.
López acató la
disposición; se trajo los hombres de Rodríguez Suárez y parte de los de
Maldonado para e! centro del monte, de cara a la refulgente serranía nevada, y
el 6 de mayo de 1559, día de San Juan Evangelista, fundó un pueblo que llamó
Ranchería de San Juan de las Nieves.
Vuelto
Maldonado en los primeros días de octubre de 1559 a la nueva ranchería, que los
nativos denominaban Tatuy, puso el símbolo de la justicia real, le cambió el
título por Santiago de los Caballeros y le nombró alcalde y regidores.
Maldonado
abandonó la naciente dudad para nunca más volver a ella, y en 1561, a orillas
del río Torbes fundó la ciudad de San Cristóbal.
Pasado el
tiempo, al nombre impuesto por Maldonado se le añadiría nuevamente el de
Mérida, que fue el que prevaleció a través de los siglos.
Mientras tanto
Rodríguez Suárez, escapado de la justicia real, huyó a Venezuela desde la
lejana Bogotá, donde encontraría la muerte en combate frente a los caciques de
los indios caracas, teques y taramainas. Solía presentarse a estas peleas,
desafiante. Era alto, corpulento y muy fuerte: blandía su espada con gran
pericia y se envolvía en un manto escarlata, para ser llamado el Capitán de la
Capa Roja.
Hubo pues,
varios propósitos de fundación o si se quiere cuatro Méridas primitivas; y de
todas ellas surgió la hoy existente.
La expansión
demográfica de la ciudad, más sensible en las últimas décadas de nuestro siglo,
con extralimitación de la meseta hacia Valle Gran de la Otrabanda, la Punta,
Ejido, San Juan y Lagunillas, conformará en el futuro una única zona
metropolitana emeritense, que agrupará los nombres de tos tres fundadores:
Juan Rodríguez
Suárez. Martín López y Juan Maldonado.
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