El Rector de la Universidad de Los Andes me ha enviado, como
presente decembrino, el libro La Sierra Nevada de Mérida, de Carlos Esteban
Chalbaud. El libro no es un compendio de crónicas, sino una trama bien hilada y
mejor escrita, que nos narra con prosa fina y amena, la historia de esos riscos
imponentes, que guardan Mérida con el celo de un gigante cósmico.
Nadie mejor que Carlos Esteban para describir, con tanta
minucia y gracia, los encantos de esa urbe bella y áspera a la vez, como una
doncella agreste y primitiva. Nadie tan conocedor de sus secretos ni tan
baquiano de sus boquerones y entresjos.Nadie tan enterado de sus abismos y profundidades,
de sus lagunas y ventisqueros, de sus pliegues y glaciares. Nadie, en fin, que
la haya admirado tanto como el. La sierra ha sido para Carlos como una novia, a
la que a diario canta y corteja.
La noble y bella edición del libro de Carlos Esteban, que ha
hecho el Rector de la Universidad,constituirá,sin duda, un acontecimiento de
primer orden en el vasto mundo que se mueve en torno a los deportes de montaña,
en todos los continentes,pues,en el no solo describe, al detalle, el fantástico
escenario que para su práctica representa
nuestra Sierra Nevada, sino que exponen, con diafanidad, conocimientos y
experiencias acumuladas durante mucho tiempo por un diestro en montañismo,
cuyas ansias de escalar cimas y alturas no las entibiaron obstáculos en apariencia
indomeñables.
Las hazañas de Carlos como andinista son únicas y mueven al
reconocimiento y la admiración. Las ha sabido ligar al patriotismo y la
religión. A él se debe, en buena parte, que un busto de Bolívar se halle
colocado en la roca que corona la geografía venezolana, y que la Virgen de las
Nieves nos bendiga desde el glaciar del Timoncito.
El libro, por otra parte, está escrito por un humanista de
robusta y densa cultura, que maneja la pluma con destreza, por lo que el lector
sigue sus páginas, desaladamente, con ansiedad y delectación. Al comenzarlo se
suscita en uno el deseo de darle término, de descubrir todo lo que en él se va narrando,
con fluidez y soltura, con fina gracia, con erudición podada de pedantería.
Carlos Esteban esta raigal y rotundamente ligado a
Merida.Descendiente de caudillos militares, escritores y maestros, entre sus
antepasados figura desde el brioso general Chalbaud Cardona hasta el sabio y
pacifico Carlos María Zerpa. Su padre don Eloy, es tal vez uno de nuestros más
vivaces hombres de letras, con estilo de fogonazos y relámpagos, que a veces sosiega,
como lo hace en su monumental historia del viejo claustro de San Buenaventura.
Libros y espadas, pues, aparecen por igual en la ristra de su linaje, solo en
su caso el papel y la tinta prevalecieron sobre el acero de los sables.
Excelente médico, especializado en endocrinología y doctor profesor universitario,
Carlos es, fundamentalmente, un escritor.
Contemporáneo mío lo conozco desde joven. He seguido la
estela brillante de su carrera, cuyos fulgores no empaña la vida recogida que
lleva, en su alquería de Zumba, donde vive entre el amor de la familia y la
tibia compañía de la música y los libros. Hasta allá se acercan sus amigos para
urdir sabrosas tertulias y gozar de su conversación rica en temas y lenguaje.
Enemigo de lo cerrado y ortodoxo, entiende la modernidad y
la tecnología como producto de una evolución indetenible que él, con certera palabra,
llama el conformismo. Si alguna vez siente nostalgia por el pasado, se consuela
sabiendo que el hoy se teje del ayer y del mañana, y que es, apenas, un momento
fugaz en la marcha hacia el futuro.
Por eso su Historia de Mérida no está aprisionada entre
formaletas tradicionales. Puede que algunos discrepen de su modo de enjuiciar nuestros
aconteceres. Todos coincidimos, sin embargo, en que está escrita con talento y originalidad.
Y como la Historia de Mérida, todo lo que ha salido de su pluma, que es
bastante, se ciñe a ese estilo crítico, pero estimulante y sano.
Este año ha sido de nevadas, ciertamente. Hacía tiempo que
nuestras montañas no se cubrían con la albura del armiño, como lo hicieron en
estos meses .Ello tal vez le haya producido a Carlos un poco de nostalgia y
melancolía pues en su libro se queja del progresivo deshielo de nuestros picos.
Como novio de la Sierra Carlos Esteban la visita cada
semana. Dialoga con ella como Moisés con el monte Sinaí. Todos los secretos y
misterios de su orografía, sus mitos y leyendas le son familiares. En este
diciembre ha resuelto revelárnoslo. Y eso hace en un libro estupendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario