Caballero de la Sierra Nevada de Mérida
FERNANDO TORRE CHALBAUD | EL UNIVERSAL
martes 13 de enero de 2015 12:00 AM
Este sábado diez de enero como si se tratase de una fecha signada por el destino, la Divina Providencia ha convocado en su seno a Carlos Chalbaud Zerpa.
En estos momentos de dolor, mi querido y talentoso primo Pedro Simón Rincón Chalbaud lo recuerda con justicia como lo que fue: cronista, historiador, escritor, andinista, médico endocrinólogo, proyectista del teleférico en los años cincuenta, amante de la música clásica y merideño nato.
Pero todo hombre es en sí mismo una y muchas dimensiones a la vez. En el caso del tío Carlos tuve la fortuna de poder observarlo desde una perspectiva muy íntima y personal. Siendo adolescente se me permitía asistir sin objeciones a sus frecuentes conversaciones con su mamá, mi abuelita Alcira Inés.
En esos encuentros fui testigo silencioso de su inteligente y amena conversación, de sus agudas y sagaces observaciones, de su memoria magistral. Lo recuerdo compartiendo con entusiasmo sus proyectos, mostrando las fotografías de la fundición en bronce del monumento a los conquistadores del Pico Bolívar, o tal vez, comentando su último artículo publicado en El Vigilante.
Era particularmente enriquecedora su manera de relacionar hechos y personajes, su amplia cultura y su pasión por estudiar y comprender a Mérida y su tiempo. Disfrutábamos encantados de su percepción de la historia y del momento que vivía la ciudad. En esa dimensión era fundamentalmente un brillante intelectual, quien nos fascinaba con su clara visión sobre un futuro para Mérida tocado por la magia del turismo.
Siempre me pareció un idealista en el mejor sentido de la palabra, un caballero luchando por sus valores y sus ideales. Generoso con la gente de su ciudad y con su Sierra Nevada, a las que siempre dedicó su empreño y su talento.
Pero Carlos Chalbaud Zerpa era fundamentalmente un hombre libre, con una personalidad bien definida que nos hacía admirarle. Fue ante todo un trabajador incansable, perseverante por aprender, por cultivarse y siempre por enseñar.
Si alguien llegare a pensar que trabajó por dejar bienes de fortuna, pierde su tiempo. Su herencia, su verdadero legado ha sido su trabajo, su obra. Es por ello que en noviembre de 2010 expresó en el homenaje al abuelo Eloi:
"Y para terminar, en recuerdo de nuestro padre, citaré el conocido pensamiento de Horacio, incluido en una de sus Odas: Non. Omnis moriar. Yo no moriré del todo, pues mi obra me sobrevivirá".
FTorreChalbaud@gmail.com
@FTorreChalbaud
No hay comentarios:
Publicar un comentario