BOLÍVAR
EN EL PANTEÓN NACIONAL
Una vez fallecido El Libertador, Révérend de manera arbitraria,
puesto que no era médico; sobre una mesa, en una de las salas de habitación de la Quinta de San Pedro Alejandrino,
en presencia de testigos, decidió practicarle la autopsia. Le aserró el cráneo,
le cortó las costillas unidas al esternón y le incindio
las paredes abdominales para examinar las vísceras. Acabado el examen del
cadáver, fue llevado sobre la marcha a una casa de la poblaci6n de Santa Marta
donde se le hizo un ligero embalsamamiento. Reverend dejó constancia escrita de
los hallazgos encentrados y de las posibles causas de la muerte.
En la Casa
de las Aduanas, en la sala principal, fue colocado el féretro el día 18 de
diciembre. Ante el aparato fúnebre con la urna del Héroe, desfilaron una gran
cantidad de gentes de todas las clases sociales.
El día 26 fue fijado para darle sepultura en la Catedral de la ciudad, en
cuyo recinto se erigió un túmulo suntuosamente vestido, donde tuvieron lugar
les últimos oficios funerales.
Luego fue colocado en una de las bóvedas principales.
Durante la enfermedad y muerte del Libertador sucedieron en
Santa Marta muchas cosas desagradables, inmisericordiosas y mezquinas.
Cuando sus albaceas testamentarios solicitaron del encargado del
gobierno local recursos para sufragar los funerales y el entierro, éste les
negó hasta las tablas y los clavos para construir el ataúd por órdenes
superiores. Hubo necesidad de hacer una colecta. Una mujerzuela les vendió media
docena de tablas por siete pesos y un pulpero les suministro clavos, tachuelas,
hilos y cabuyas por una cantidad parecida. Ya para el 14 de diciembre la urna
estaba terminada
Faltaba saber dónde sería enterrado, pues sus amigos se oponían
a hacerlo en el cementerio Fue entonces cuando la familia Díaz Granados, que
también había contribuido para hacer la urna, ofreció un sepulcro de su propiedad,
ubicado al pie del altar dé San José, en la catedral.
A consecuencia del terremoto acaecido en Santa Marta en el año
de 1834, fue destruida la bóveda del sarcófago,
Para aquella época se consideraba un delito ser boliviano, y sus
partidarios debían tener los retratos del Libertador escondidos al respaldo de algún
cuadro,
Los enemigos de la memoria de Bolívar, se introdujeron al templo
catedralicio y arrojaron sobre la tumba entreabierta tierra, escombros y trozos
de ladrillos: y concibieron la malvada intención de sustraer los restos
mortales y arrojarlos al mar, en la bahía en el sitio denominado El Morro, que
era muy profundo , para que se hiciese imposible rescatarlos.
Entonces el señor don Manuel Ujeta, boliviano solicitó y obtuvo
permiso para construir una nueva bóveda y mientras se edificaba, trasladó a su
casa de habitaci6n las venerables cenizas durante tres días.
Por último, en julio de 1839. El capitán Joaquín Anastasio Márquez,
sincero amigo y devoto admirador del Libertador más allá de su muerte, condujo
los restos, en presencia de un escribano público y distinguidas personas, entre
quienes se encontraba el canónigo penitenciario de la catedral y los sobrinos
de don Manuel de Ujueta. Hizo destapar la bóveda donde se encontraron dos féretros:
uno grande y otro pequeño, que contenían sendos forros de madera y de plomo
respectivamente con los huesos del Libertador el más grande y el corazón en el
otro. Fueron sacados de allí en la nave del Evangelio y al fin del altar de San
José, y traslados a otra bóveda, a inmediaciones del altar mayor, mandada a fabricar
a expensas del señor Márquez, la que fue cubierta con una lápida sepulcral de mármol
grabada con un epígrafe a la gloria de Bolívar, Libertador de Colombia y del
Perú y fundador de Bolivia. Fue pues Bolívar sepultado tres veces en total en la Iglesia Catedral de
Santa Marta.
La lápida fue inexp1icablemer removida posteriormente y a1li
permanecieron los restos hasta que el Congreso Venezuela decretó trasladarlos a
Caracas para ser depositados en la Catedral Metropolitana
donde se levantaría “un modesto panteón” en 1842.
En cuanto a 1a pequeña caja que guardaba los vestigios del
corazón , fue quemada en el año de 1860, cuando en una de aquellas contiendas
civiles entre liberales y conservadores que azotaron a Colombia, estos últimos
se atrincheraron en la catedral , y al huir y dejar desguarnecido el templo,
los contrarios le dieron fuego al altar mayor.
El 20 de noviembre de 1842 las comisiones de Nueva Granada y
Venezuela, los deudos del ilustre finado , miembros del clero de Santa Marta, el
señor Manuel Ujueta y el Sr. Révérend, encargados estos dos últimos del
reconocimiento de los restos, se procedió a la exhumación.
Tanto Ujueta como Révérend quedaron convencidos de que aquel era
el esqueleto del Libertador por su posición, los restos del vestido y demás
accesorios y por presentar la bóveda del cráneo aserrada como, consecuencia de
la autopsia. El Dr. José María Vargas,
presidente de la comisión venezolana, médico y anatomista, hizo un inventario
de los huesos; más no de los existentes sino de los que faltaban, y que fueron
colocados en una urna de hoja de plomo que luego fue acomodada en otra de
madera donada por el Gobierno de la Nueva Granada.
Las cenizas del héroe llegaron a la Guaira el 16 de diciembre.
Las honras fúnebres, muy solemnes, se efectuaron en la Iglesia de San Francisco
de donde el féretro fue trasladado a la capilla de la familia Bolívar en la Catedral. Posteriormente
fue erigido en dicho sitio el monumento, realizado en Roma por el famoso
escultor Pietro Tenerani. La capilla era estrecha y oscura. Aquí permanecieron
los restos en la cripta por más de 30 anos, cuando fueron trasladados por el
Presidente Guzmán Blanco a la
Iglesia de la
Trinidad, transformada
en Panteón Nacional, conjuntamente con el monumento de Tenerani. En esta
treintena de años existían en Caracas odios políticos muy enconados contra la memoria
de Bolívar e incluso por miembros del mismo clero. Fue esta la aciaga época
republicana de Soublette, los Monagas, Julián Castro, Juan Crisóstomo Falcón y la Guerra Federal.
El traslado de los restos fue hechó en un arca de estilo
neogótico fabricada por el francés Emile Jacquin. Se dice que Guzmán Blanco, de
pie frente al Panteón Nacional, como era de fanfarrón, distribuyó entre los
concurrentes, trocitos de la urna neogranadina original y, según parece, no
hubo inspección del ataud de plomo para corroborar si los restos estaban
intactos.
En ocasión del centenario de la muerte de Bolívar, en 1930, el
gobierno del Gral. Gómez procedió a una remodelación total del Panteón
Nacional, y la delgada urna de plomo fue colocada dentro de un sarcófago en bronce
diseñado por el español Chicharro Gamo y fundido en Madrid por Mir y Ferrero. Aunque
algunas personas curiosas vieron, en aquel entonces, la caja de plomo, nunca se
supo si era la original de Santa Marta ni se indagó su contenido.
En los primeros días de enero de 1947, el Dr. Vicente Lecuna,
deseoso de inhumar y rotular individualmente algunas osamentas que se hallaban
confundidas en la cripta de la familia Bolívar, bajo la capilla de la Santísima Trinidad
en la Iglesia
Catedral de Caracas, requirió de los pertinentes servicios de
identificación anatómica del notable médico y profesor de Anatomía Dr. José
Izquierdo, anteriormente mencionado. El catedrático, en unión del Pbro. Dr.
Nicolás E. Navarro, Deán de la
Catedral, el académico Dr. Cristóbal L. Mendoza y de un
maestro de albañilería, comprobando que los nichos de la cripta estaban
abandonados, abiertos y sin lápidas ,llenos de tierra, fragmentos de mortajas,
tablas, trozos de vidrio; y con los huesos humanos había también, en lamentable
hacinamiento osamentas de caballo, perro y gallinas. Entre los restos humanos,
casi todos fragmentados, fue encontrada la base de un cráneo cuyo contorno
mostraba distintamente un corte de sierra, revelador de una autopsia.
De aquella inspección hecha por el Dr. Izquierdo, considerada
por los bolivarianos a ultranza como inoportuna y malhadada, podía inferirse
que los restos de Bolívar y sus familiares habían sido profanados en la cripta
y que aquel cráneo perteneciente a un adulto del sexo masculino, de edad media,
podía muy bien ser el del Libertador, puesto que era la única persona autopsiada
en su familia, y allí enterrada, sabía sido precisamente é1.
De ser cierta la aserción, los restos que se hallaban en el
cenotafio del Panteón Nacional eran falsos o incompletos,toda una patraña del
gobierno del Gral. Guzmán Blanco y la única manera de saber la verdad era la de
abrir la tumba y verificar su contenido. Un verdadero escándalo de resonancia
internacional.
Probablemente, aseveró el Dr. Izquierdo, los venezolanos estupefactos,
ante la trascendencia de la profanación por él denunciada, prefrieron callar en
vez de clamar por la averiguación de una verdad quizás terrible; y tal
preferencia fue expresada apenas en tres o cuatro protestas indirectas, de las
cuales una en presunta poesía, ya desautorizadas por tan insignificante número
y porque eran simples explosiones de histerismo o de sensiblería patriotérica.
Los celos, la envidia, gregarios intereses y el miedo a la verdad, despertaron
un espíritu de negaci6n tan ridículo que sus autores no osaron publicar sus
objeciones a la evidencia del hallazgo
Una comisión de la Asamblea Nacional Constituyente, en marzo de
1947, y la Academia
Nacional de la
Historia, a espaldas del descubridor del cráneo, se trasladó
furtivamente al Panteón Nacional y después de abrir con mucha dificultad la
urna de bronce, determinaron al tacto en la de plomo que allí existía un
esqueleto; sin embargo no pudieron asegurar más nada porque no se atrevieron a
rasgarla y mirar en su interior.
El cráneo, junto con otros presuntos restos óseos, fue colocado en
una caja de madera de cedro, sellada con unas banda de papel, en las cuales se
estamparon firmas de testigos y entregada al Dr. Andrés Eloy Blanco, quien era Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de aquella
época.
Nunca se supo después sobre su destino.
Algunas personas aseveraron que había sido restituido a la cripta
de la familia Bolívar en la Catedral
de Caracas; pero también pudo ser depositado subrepticiamente por el Gobierno
Nacional dentro de la urna de plomo de la tumba del Pante6n, al comprobarse la
veracidad de las sospechas del Dr. José Izquierdo.
El proceso relativo al cráneo autopsiado, hallado en la cripta,
y cuyo paradero hoy se desconoce, no ha concluido, simplemente está interrumpido.
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