“ORACIÓN”
José
Juan Vargas
“Mi vanidad de poeta muere de vergüenza ante Ti,
Señor, Poeta mío”
De
la pluma dulcísima de Rabindranath Tagore
Señor,
Visitas
en esta hora alta y solitaria mi corazón y lo conmueves
Posees
y modelas este puñado de cenizas
y
aventadas en disipaciones carnales,
Esparcidas
por el bóreas de la vida.
Las
juntas allí mismo para el diáfano florecer,
Para
el canto espontaneo y luminoso.
Señor,
Me
prometes desde la Pena del Calvario
Y
los cedros seculares del Sermón de la Montana
“la
fuente de agua viva que salta para vida eterna”
¡Oh,
espontaneidad del agua ofrendada por un Nino!
Quien
bebe de ella no tendrá sed jamás.
Murmuras
tiernamente en mis oídos los tiempos primigenios
Señor, Tú ves:
Las
hordas polucentes de mi vida
han
contaminado mis mejores renuevos
Han
mancillado los artísticos mármoles de mi alma
Han
estrangulado mi voz más sibilina
Pero
ya que has tenido tanta piedad de mi como para esperar en vela
Sobre
el rescoldo de mis amargas incoherencias,
Acendra
en ápices nerviosos la espuma removida de la inspiración…
Para
que yo te dé gracias y te ensalce
Ante
los sentidos primitivos de grosera concupiscencia humana.
Conozcan
los hombres por el tono sincero de mi voz
Que
me he salvado definitivamente,
Y
que otra vez no me dejaras partir
Detrás
de los caminos perdidos,
Sin
horizonte ni destino.
Por eso, Señor,
Oye
en esta hora los sollozos de mi citara dolida,
en
desolada y desplegada oración;
que
se derrame en las mansiones de tu reino
el
sándalo de mi apostrofe sublime,
con
que quiero adorarte
como
uno de tus magos peregrinos.
No mires, Señor,
Lo
pequeño de mi ofrenda;
No
pares en la ilusión de materia vil
y
de mis pasos insensatos,
Porque
yo en realidad solo valgo
por
la afrenta de tus martirios,
Por
el sudor de tu frente, por el peso de tu cruz,
por
el llanto de tus ojos.
Ante
la muerte de Lázaro.
De otra manera,
Mi
carne es vana, mi palabra es una locura,
Mi
aliento es una imprecación,
Mis
ojos son una llamarada de blasfemia,
Y
mi vida y mi muerte son inútiles.
He
aquí mis manos llenas de mi corazón entero,
De
mi fe plena.
¡Crucifícalos,
Señor!
Mis
orgullos quedaran tirados como harapos en la
Horrida
sima del pasado
Señor,
Pero
nace en mi un orgullo nuevo:
el
de aceptar tu don gratuito.
Soy
hijo tuyo desde aquella hora en que sudabas sangre
Bajo
el peso de mis prevaricaciones,
Y
llevabas a cuestas el dolor de todos mis adanes.
Desde
entonces tu nombre es mío y el mío tuyo.
Hazme,
pues, el más humilde de tus elegidos,
Para
que se comprenda
Cuales
fueron tus propósitos al rescatar tu
“oveja
extraviada’.
Hazme
pues humilde,
Pero
sin las exageraciones del monje de la
‘imitación
de Cristo’
Pero
hazme humilde para ti.
Mi
pensamiento te busca en el vasto y esparcido
Árbol
del universo.
Donde
eres frondoso en maravilla,
Múltiple
en sinfonías
Y
reconcilias por medio de una mirada misteriosa
A
los rebeldes cometas:
Tu
los sujetas con una dulce mirada, Señor,
Mira
mis ojos hundidos en el piélago
amordazante
de tus lágrimas….
Caen
a mis plantas dudas como pedernales
Y
el sol les da en su nieve piadosa sepultura.
Sin
embargo:
Tu
conoces mis remordimientos,
la
sustancia de mi arrepentimiento.
Los
hombres solo pueden ver arder mi llanto,
Esa
prueba engañosa no te satisface.
Toma
mi vida. Siémbrala de amor.
Tú
vas, Señor, aclarando mi estrella entre tus manos
Donde
reclina el cervatillo su aliento.
Mis
ojos se estrían de claras lágrimas de alegría,
Como
del escenario triste de la tarde
Van
surgiendo los mundos ordenadamente,
Los
mundos brillantes, esplendentes y maravillosos
En
medio de las noches solemnes.
En
mi alma ahora demora:
“La
terrible majestad de Dios”
Y
mis palabras cambian de raíz
Tienen
el peso de las grandes consumaciones.
Toma,
Señor, mi ánfora,
Viértele
tu belleza. Llénala de amor,
De
la confiada mansedumbre que se nota en el
Buey
proletario,
Y
de bondad simple y llena.
Desde
la primigenia estrella hablas a mi alma,
Y
en un viaje sideral de tiempos me recorres todo.
Tu
conoces tus ovejas.
Pulsas
tu cuerno de pastor. ¡Me llamas!
Acudo
a ti doblegado de yerros,
Me
reconoces y desciendes hasta mi corazón
Me
libras y aligeras
Soy
ahora ligero “como el ligero Apolo”
Me
apresuro a tomar mi armadura,
A
recoger mis pasos perdidos y
Formar
en la fila de tus elegidos.
Soy
ahora de avanzada tremolante,
Penetras
en mis abismos con el fanal de amor
Y Me iluminas
Señor,
ya respondes a las miserias de mi carne
Y la ennobleces con tu insondable misericordia,
Con
tu inimitable poesía.
No
has permitido que estas aparentes realidades
De
mi carne
Me
precipiten definitivamente en las fauces
De
Las fieras de la maldad,
Arrastrando
tras ellas como un sudario inmundo mi alma,
Por
esencia inmaculada.
Recógeme,
Señor.
Hazme
perfume sempiterno que ascienda a ti,
Como
vuelan los ríos a la mar.
Enciende
tu faro. Soy ciego. Allégame tu brazo fuerte.
Soy
débil.
Deja
que recline en ti mi frente y te mire
Poderoso
en perdones
Hasta
la consumación de los milenios.
Es
la noche apacible solemne,
Tu
ojo brilla en ellos deslumbrante,
Como
cuando organizabas en tu laboratorio de luz
El
sabio concierto de la vida.
Quebranta,
pues, mi soberbia.
Solo
así puedo comprenderte.
Doblega
como una caña mi endeble orgullo,
Y
entonces seré sabio como un niño.
Riega
pues la raíz de mi vida
Con
la savia de tu verbo arcano.
Tu
inefable paciencia que halló reposo
Al
meditar sobre la íntima urdimbre de los átomos
Y
el camino espolvoreado de las constelaciones y galaxias
Me
asita en esta hora,
Para
que vayas descontando la copiosa carga de mis culpas,
De
mis torpezas,
y
de sepultándolas en el mar de tus olvidos.
Rompe
mis ligaduras mortales
y
anunciare en tu nombre la paz.
Amare
de tu poder
Y
hare vacilar los cimientos de la corrupción de este siglo.
Vísteme
de quietud
Y
cantare para siempre a la fuente que rasgó
Moisés
en Peña del Hored.
Destierra
mi tristeza
Para
que goce con todos mis sentidos
de
las Maravillas de tu misericordia.
¡Misericordia
empapada en la tinta indeleble de la Belleza!
Doma
la bestia que hay en mi
Y
restalla los flagelos de tu voluntad en mis arterias,
Donde
rezongan formidables mis rebeldías.
¡Vibre
en este cantico el aliento silencioso
Que
usas para modelar las frondas y apaciguar
las
agitadas cobras de la mar!
Gracias,
Señor. Bendícenos a todos. Amén.
José
Juan Vargas Contreras, nació en el Caserío “El Gólgota”, Aldea San Pedro del
Municipio Tovar del estado Mérida, el 27 de Mayo de 1929
,
LO CONOCÍ Y ES MI COTERRANEO, DE sAN PEDRO, aldea del municipio Tovar. si se pudiera recopilara todos los versos escritos por este poeta, creo que se llenarían tres tomos de más de 500 paginas cada uno, él escribia en pedazos de papel, llegabaa alguna tienda y allí escribia su verso y regalaba los mismos a las personas que estaban allí, cuando estaba tomado su imaginación se abría como un paraguas, si se pudiera recopilar tan siquiera la mitad de su obra sería maravilloso.
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