VERSOS ESCRITOS PARA EL SR. J. M. SPENCE
EN SU ASCENSIÓN AL NAIGUATA.
A la cumbre !,a la altura !
De Dios al fin más cerca allí estaremos:
La luz allí más pura,
Más nítido el ambiente;
POEM
ON THE ASCENT OF NAIGUATA.
A nuestros pies el mar, el llano, el monte;
Más ligera la frente,
Más libre el corazón, acaso el alma
Se ensanchara a la par del horizonte!
A la cumbre! de la altura !
De confusas pasiones
Lejos del ruido tumultuoso, usado;
Con nuestro propio pensamiento solos
Y con Dios en sus obras revelado:
En medio la salvaje
Naturaleza agreste y primitiva,
POTENTILLA EHRENBERGIAN'A.
Que nunca vasallaje
Envidio al arte o la industria ;
Sino que muestra viva
De la mano de Dios, aun se levanta,
Virgen de todo "ultraje,
Libre del yugo de la humana planta;
Acaso dado sea
En la huella divina, no tocada,
Que el alma encuentre la escondida idea
De la vida, del ser y de la nada!
Acaso un débil eco, por fortuna,
Vibre allí todavía,
En los misterios del recinto oscuro,
De la voz celestial que oyó en su cuna
El mundo al despertar virgen y puro!
Acaso allí, región de las tormentas,
El cielo airado se desate en iras,
Y en medio de sus luchas turbulentas,
Cuando el rayo chispea,
Y de la trémula voz del sordo trueno
La cumbre sacudida bambolea;
Puede que la mirada
En la luz del revuelto torbellino
Descifre por el cielo iluminada
Los ocultos secretos del Destino!
Adelante! Del áspero sendero
Que valen el peligro y la fatiga?
Premio al arrojo habremos lisonjero
Cuando el gigante pedestal sumiso
A nuestros pies se incline,
Y abriéndose el espacio de improviso
Sus ámbitos profundos ilumine ;
Y desde el alto monte
Sin límite terreno
Se extienda y se dilate el horizonte
De ardiente vida y claridades lleno!
Esta es la cima ya. j Oh ! i desvarió
Sera del alma lo que el alma llena?
I No será sueño vuestro o sueño mío
Esta admirable, majestuosa escena?
—Acá el mar, a los pies, como gigante
Encadenado en un profundo abismo
Que rugiendo se agita delirante
Y tuerce en convulsión sobre sí mismo,
La agreste roca, la extendida costa
Borda en copos de espuma
En el afán inquieto de su ira ;
Mas burlado su esfuerzo se retira
Hasta perderse en la lejana bruma!
—
Cruzando su extensión, al soplo suave
De la brisa marina,
Se ve ligera nave
Como viuda gaviota de alas blancas
Que en las movibles ondas se reclina!
—Allí del
Tuy la vega
Lujosa en verde pompa y galanura,
Y las colinas mil do la luz juega
Y en varios tonos con placer fulgura.
Donde la erguida espiga
Del maíz generoso el útil t'ruto
Promete al labrador por su fatiga.
Donde el Café perfuma
La brisa en los jazmines
Con que su clima prodigo lo abruma!
—Allá el jardín, envidia de los jardines,
Que riega el claro Aragua
Y al que dio la fortuna
Beber la miel en extendidas eras,
Corona sin igual de su laguna!
—Y más allá, tendido mar lejano
Que semeja de fuego
Y en luminosa nube se desata,
La llanura vastísima se extiende
Y en horizonte inmenso se dilata!
Gala de nuestra zona,
De ruda industria asiento,
Toda su augusta majestad pregona,
Todo allí cobra vigoroso aliento ;
Que lejos de los lazos
Con que el placer cautiva,
Tranquilo el corazón, fuertes los brazos,
La savia el hombre guarda primitiva.
—Y acá, y allá; do quiera
Que atónito dirija la mirada,
Renace el mundo a su beldad primera,
Se sueña el bien de la primer morada !
Y en todas partes Dios, en todas partes
De su augusto poder la providencia,
Sin que logren las artes
O el vano genio de la humana ciencia,
Ni fingir ni explicar belleza tanta,
Aunque en sus vanidades
Su orgullo hasta los cielos se levanta!
—En el mar Dios severo,
Misterioso, insondable se presenta;
Y en los campos, benigno,
Solo tesoro de bondad ostenta.
Y aún más en este suelo
a
Que su prodiga mano
A esta zona dar quiso
Las galas del perdido paraíso!
Por eso, oh! Dios, te siento,
Te escucho, te bendigo:
Se oye en la ardiente tempestad tu acento,
Y en los bosques aquí se habla contigo !
Por eso, de esta altura
Que domina los mares, las praderas,
Y de la nube entre la sombra oscura
Quiere alcanzar incógnitas esferas,
Mi suplicante voz a ti levanto
Para que así cual providente un día,
Hiciste con encanto
Tan bella y tan gentil la patria mía ;
Hoy con piedad la mires
Y de paz y de amor tiernos afectos
Bajo tu santa ejida nos inspires;
Y en las otras edades,
En el carro de triunfo del progreso,
De civiles, sangrientas tempestades
Libre la patria, por cortejo augusto
Solo habrá de llevar ante la historia
Justicia y Libertad, grandeza y gloria!
Heraclio M. de la Guardia
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