miércoles, 10 de enero de 2024

HISTORIA DE MERIDA-CARLOS CHALBAUD ZERPA

 CAPITULO QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO

LITERATURA, ARTES PLÁSTICAS Y MÚSICA



Como testimonios de cultura indígena quedaron en el territorio merideño objetos de alfarería y figurillas labradas en piedra y en barro cocido, que fueron destruidas sistemáticamente por los frailes misioneros que las consideraron como imágenes de deidades paganas e ídolos de culto demoníaco.

Durante la Colonia, los ebanistas e imagineros construyeron retablos en los altares de las iglesias y conventos, que decoraron con tallas doradas al fuego, santos de bulto y pinturas sobre tela y tabla, expresión de lo que fue llamado “barroco colonial”. La pintura de ‘mano esclava”, anónima, y de los maestros reconocidos adorné capillas, oratorios y altares de las casas de los mantuanos con cristos, vírgenes, ángeles y patronos plasmados en lienzos que se perdieron durante las guerras, por obra de los terremotos, la supresión violenta de conventos, la desidia y la ignorancia.

Entre los retablos se conservan el de la Capilla de la Urbina, en Estánquez, que data de 1726 y que fue hace unos cuantos años restaurado por el Gobierno Nacional; y el de la iglesia de El Morro.

Un pintor importante que probablemente estuvo radicado en Mérida, entre 1790 y 1816, lo fue José Lorenzo de Alvarado. Algunos cuadros suyos, que representan escenas evangélicas, vírgenes y santos, y los obispos Torrijos y Lasso de la Vega, se encuentran en las iglesias de El Llano y del Espejo, en el Seminario y en el Museo Arquidiocesano

de Mérida Otros lienzos suyos fueron a parar a manos de coleccionistas privados de Caracas. Alvarado nació en 1770 y falleció en 1822.

Un imaginero notable lo fue Rafael Antonio Pino, nacido en la Hacienda Moconoque de Mucuchíes hacia 1840 y que vivió en Mérida, Maracaibo y Barquisimeto, donde fue fundador de la Escuela de Artes y Oficios. Tallé imágenes sacras para presidir procesiones o actos de carácter religioso en templos de los estados Lara, Zulia, Trujillo, Táchira y Mérida; y pintó lienzos con figuras religiosas destinados a las iglesias, retratos de próceres de la Independencia y de familiares y amigos. En la Biblioteca Bolivariana existen los retratos de Miranda y Sucre, que Pino pintó para el ayuntamiento merideño hacia 1885 y en la sala de la casa de una distinguida familia el retrato de don Juan José Pino, padre del pintor, quien por encargo de su progenitor don Vicente Pino, llevó personalmente siendo niño a Bolívar, como obsequio, el célebre perro Nevado. Don Juan José Pino llegó a vivir 94 años; fue entonces cuando lo retraté su hijo.

 

Entre 1924 y 1950 vivió en la ciudad de Mérida un excelente pintor colombiano llamado Marcos León Mariño, quien también se distinguió como fotógrafo de estudio, escultor y arquitecto por necesidad. Nació en la peque ña población de Corrales, en 1881, cerca del páramo de Pisba y no muy lejos de Tunja, la capital del departamento de Boyacá, en cuyo seminario inició estudios primarios. Los jesuitas intuyeron su futuro como pintor y recomendaron a sus progenitores enviarlo al Colegio Mayor de San Bartolomé en Bogotá donde fue orientado por artistas neogranadinos. Se gradué de bachiller e ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Bogotá hacia 1900. Recibió formación artística completa en pintura mural y de caballete, dibujo, escultura, ornamentación y arquitectura. Galardonado con el primer premio anual en el salón de Bellas Artes de Bogotá, egresé de la Escuela de Bellas Artes hacia 1904 para radicarse en Bucaramanga, donde realizó importantes trabajos en iglesias y la casa de la gobernación. Vivió luego en Cúcuta cuatro años y pasó a San Cristóbal. Entre esta última ciudad, a donde llegó en 1912, Bailadores, Tovar, Santa Cruz de Mora y Ejido transcurrió inexplicablemente doce años, fundando escuelas de pintura y decorando y reconstruyendo iglesias de pueblo, cuando era un artista de notabilísimas condiciones, con un seguro porvenir en ciudades populosas como Maracaibo o Caracas. Posible mente su carácter introvertido determinó en él un comportamiento reflexivo, proclive a la meditación y la duda, poco apto para la acción y la lucha, a pesar de que trabajó constantemente toda la vida para sostener su familia.

Mariño como pintor académico, es clásico en la forma, barroco en la composición y el empleo de la luz y romántico en los temas que escoge y en el uso de los colores claros. Entre sus obras se destacan el Presbiterio de la Capilla de las Siervas del Santísimo de Mérida, decorado con escenas bíblicas; los lienzos de la Conversión de San Pablo y la muerte de San José en la Catedral de Mérida; la Declaración de la Independencia de Mérida en el Salón de Actos del Ayuntamiento. Entre sus esculturas deben citarse el Monumento del Cóndor de Los Andes con el medallón del Libertador entre las ganas y el pico en el alto del Páramo de Mucuchíes y el busto del Libertador que se encuentra en la cumbre del pico Bolívar, hechos por el sistema electrolítico de la galvanoplastia cuando en Mérida se desconocía la técnica de la fundición. Como arquitecto reconstruyó la iglesia de la Santa Capilla, erróneamente conocida como del Corazón de Jesús.

En 1950, silenciosamente, Mariño volvió a su patria; se residenció un tiempo en Bucaramanga y luego en Cúcuta, en cuya catedral estuvo trabajando. Falleció en esta última ciudad en 1965.

 Un pintor importante, venido del Pirineo navarro español, que se estableció en Mérida en la década del 40 de este siglo lo fije Juan Viscarret Navaz. Había estudiado en la escuela de Artes y Oficios de su tierra natal bajo la sabia dirección del maestro Xavier Cigaechandi. El avatismo de la región pirenaica lo incorporó a los páramos y montañas descomunales merideños para plasmar en sus óleos, espátulas y gouaches paisajes y tipos humanos muy difíciles de imitar, donde se conjugan contrastes de luces y sombras con fuerza extraordinaria. Son famosas sus procesiones campesinas. Nació en 1910 y falleció en Caracas en 1990.



Elbano Méndez Osuna (19 18-1973). Importante pintor nacido en Tovar que perteneció inicialmente a la denominada Escuela de Caracas. Romántico a destiempo e inconforme con el academismo, muy pronto formé parte de los disidentes y considerando el medio caraqueño pequeño y estrecho viajó a Santiago de Chile, Madrid y París. Estudió en academias de artes plásticas y aplicadas de varios países, frecuenté el atelier de M. André Lothe en la ciudad Luz y fue asistente invitado por los artistas mexicanos Xavier Guerrero y David Alfaro Siqueiros en la realización de murales. Recibió premios y menciones honoríficas y fue profesor en varios institutos educacionales de Venezuela. Al final de su existencia volvió a su ciudad natal a fundar un taller Regional de Artes Plásticas y allí falleció. Ha sido denominado el pintor del ande en Tovar

Un pintor joven que se ha destacado en los últimos tiempos como excelente retratista es

Francisco Lacruz, quien también ha plasmado en sus lienzos el paisaje andino. Autodidacta libre de influencias decadentes o comprometidas, en épocas pretéritas hubiese sido en Europa pintor de Reyes y Príncipes y en las ciudades coloniales hispanoamericanas habría colmado de santos y de diablos los altares de las iglesias y los retablos de los caserones señoriales.

Sus mejores obras pueden admirarse en el Aula Magna, la Biblioteca Bolivariana y la Casa de los Gobernadores de Mérida.

 Hacia 1958 viajó a Venezuela, para radicarse en Mérida, el dibujante y es cultor Manuel de la Fuente, nacido en Cádiz. Hizo sus primeros estudios en la Escuela de Bellas Artes de esta población y luego en la Real Academia de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría”, en la Sevilla. Aprendió su oficio con el notable artista español don Juan Luis Vasallo Parodi. Durante estos treinta años ha venido a ser el escultor oficial de la ciudad, y la mayoría de bustos, relieves y estatuas existentes en los parques de la urbe fueron confiados a sus sabias manos. Deben mencionarse el Monumento a la Loca Luz Caraballo en Apartaderos, la estatua de Miranda en la Sierra Nevada, la ecuestre del fundador de Mérida Rodríguez Suárez, la de Andrés Bello, el Rector Heroico, Humberto Tejera y la India de Los Chorros de Milla e infinidad de bustos y cabezas de escritores, artistas y poetas.

 Otro escultor, el primero en fundir a la cera perdida grandes figuras en Mérida, lo fue Gaetano Parise Mannarino, artista italiano que vivió en Mérida entre 1970 y 1973. Entre sus obras figuran el grupo de los Conquistadores del Pico Bolívar en el Parque de los Andinistas, la estatua de Ramos de Lora en el Par- que Acuario y el busto de Bolívar, copia del de Tenerani, obsequiado por la Universidad de Los Andes a la Universidad de Trujillo en el Perú.

 Desde hace varios años se encuentra residenciado en Mérida el artista Carlos Colmenares, abogado, politólogo y músico, quien ha estudiado ta pintura, talla y escultura. Nacido en San Cristóbal (Táchira), sabe manejar con pericia el hierro, el cobre el barro, la madera, la fibra de vidrio y ante todo la fundición en bronce.

Ha realizado bustos, estatuas pedestres y ecuestres del Libertador, así como torsos broncíneos de próceres venezolanos civiles y militares, medallones, imágenes religiosas y profanas con un gran sentido figurativo. A su asombrosa sensibilidad artística añade una desconcertante sencillez.

 

Marco Tulio Quiñones:

Un escultor a quien se le ha perdido el rastro lo fue Marco Tulio Quiñones, nacido en Santa Cruz de Mora a fines del siglo XIX. Perfeccionó su arte en Italia y visitó también talleres de artistas en Francia y España. Radicado en Caracas, fue profesor de di bujo de algunas instituciones docentes y ejecutó muchas producciones valiosas en yeso con el fin de plasmarlas en bronce o mármol; murio en esta última ciudad y fue enterrado en el Cementerio General del Sur, en una tumba por él mismo diseñada.

 

Durante la Colonia los maestros fundidores no pasaron de fabricar adornos para portones, herrajes, lámparas, candeleros, estribos, frenos, espuelas, múcuras, ollas para cocina y pailas para los trapiches. Ocasionalmente los más expertos fundieron campanas, como la que encargó el Obispo Hernández Milanés en 1804 para la Catedral y que pesa 18 arrobas. Duran te la Colonia y mucho menos en los años de la Guerra de Independencia se fundió cañón alguno de bronce en toda América hispana. No deja de ser una fábula jocosa la fundición de 16 cañones por el Padre Uzcátegui en la Otra Banda, ‘para ser regalados a Bolívar en 1813.

 

Recientemente se destacaron como maestros fundidores don Ramón Chuliá, oriundo de Sagunto en Valencia y don Martín González Vides, originario de Tafalla en Navarra. Ambos fallecidos en Mérida.

 

La ciudad de Mérida tuvo dos talleres-escuelas de ebanistería y talla, de extraordinaria calidad artística, entre 1950 y las postrimerías del siglo. El primero de ellos estuvo a cargo del notable maestro Jesús de Berecíbar, de ascendencia vasca y el otro bajo la dirección del maestro Carlos Villarroel, de procedencia ecuatoriana que ahora atienden sus hijos y hermanos (1930-1993).

 

Algunas iglesias, palacios de gobierno y episcopales, recintos universitarios y residencias, no solamente de Mérida sino de muchas ciudades de Venezuela, conservan retablos, sillerías de coros, altares, crucifijos, imágenes de santos y muebles de estilo renacimiento y barroco de estos artífices eximios.

 

Como arquitectos se destacaron en la ciudad Luis Bosetti (1893-1943), nacido en Milán y fallecido en Mérida, a quien ya nos hemos referido. Fue Capitán de un Regimiento del Reino de Italia durante la Primera Guerra Mundial y arquitecto del Instituto Politécnico de su ciudad natal. Fue el constructor del Palacio Arzobispal de la ciudad emeritense y del edificio del antiguo Hospital Los Andes. Edificó también colegios, escuelas, cuarte les, cúpulas de iglesias, capillas y residencias particulares de sobrio estilo.

 

Manuel Mujica Millán (1897-1963), anteriormente mencionado, nació en la ciudad de Vittoria, provincia de Alava, en los países vascongados y estudió en el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña. Con facilidad y rapidez extraordinarias concebía y proyectaba sus obras grandiosas, a las cuales daba singular robustez e inundaba de luz, enmarcadas dentro de un estilo que podría denominarse neoclásico. En Mérida está

representado esencialmente por la trilogía Catedral Metropolitana, Palacio de Gobierno y Edificio Central de la Universidad.

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