Mitos, Leyendas y Embustes (Ensayos Históricos)
Juan Vicente Gómez
Rubén González
Durante el
gobierno de
Bastaría
citar a los doctores Samuel Darío Maldonado, José Gil Fortoul, Felipe Guevara
Rojas y Rubén González.
Nadie ha
descrito mejor la arquitectura de la educación venezolana en este período que
el Licenciado Rafael Hernández Heres, quien ha dedicado su vida a escribir en
muchos volúmenes la historia de
En estos 27
años de dictadura se diseñaría una nueva organización educativa y se redactaría
la legislación para disciplinar la organización de la instrucción y dar a la
misma el carácter de servicio público y por tal el fortalecimiento de la
presencia del estado en este sector de la vida nacional.
Los proyectos
de modificación y modernización de la educación, considerados como muy
adelantados en los inicios del siglo XX, lesionaban intereses particulares y de
grupo, especialmente en el claustro de
Sin embargo,
por lo que se refiere a
Desde su
despacho, el Dr. González por instrucciones precisas del Presidente Gómez,
redactó y refrendó un Decreto Ejecutivo, en 1928, para proceder a construir en
la ciudad de Mérida los edificios requeridos para el funcionamiento de
Esta
protección del Presidente Gómez a la universidad andina, desde muchos años
antes del decreto de 1928, hace contraste muy de bulto con la triste mezquindad
de todos los gobiernos anteriores, según el acertado juicio del Dr. Gonzalo
Picón Febres. Y el Pbro.
Dr. José Humberto Quintero, Primer Cardenal de Venezuela, Arzobispo de Caracas
y también Primer Doctor Honoris Causa de
En el
Paraninfo de
Este retrato
fue sustraído, inexplicablemente, de su lugar por un funcionario estulto en
tiempos del Rector Pachano, al igual que otro de Don Andrés Bello, hecho por el
Cardenal Quintero y que figuraba en sitio de honor.
Quizás
represente Gómez el puente de transición entre dos épocas, entre dos Venezuelas
diferentes. La del último cuarto del siglo decimonono y la que apuntaba desde
las primeras décadas del vigésimo, no como feudo del Gómez prepotente sino como
parte de un mundo cuyas convulsiones se agudizaron en
Viniendo del
mundo estrecho de una Venezuela provinciana, desgastada en luchas intestinas y acuciadas
por inenarrables estrecheces, a Gómez le fue poco menos que imposible tener una
visión continental y mundial. Como muchos otros que lo antecedieron, y no pocos
de los que han venido después de él, Gómez se enclaustró en el círculo de los
lisonjeros y cedió a la tentación y asedio de las intrigas para defenderse
liquidando.
Contra todo lo que se diga, Gómez es una estampa apasionante en nuestra historia. Cuando no hay más a quien inculpar de los fracasos y frustraciones de Venezuela, aún se acusa a Gómez porque así conviene a quienes por más de cuatro décadas estuvieron posteriormente maltratando a Venezuela.
A setenta y
cinco años de su muerte todavía no hay suficiente perspectiva histórica para
juzgarlo con justicia y con verdad. Porque es el nuestro un pueblo desmemoriado
y proclive a tergiversar o dejar que le
distorsionen su propia historia.
Recientemente
han aparecido dos obras sobre el Dictador que esclarecen muchas cosas y las
colocan en su justo puesto; son “Gómez, el tirano liberal”, impresa en 1990 y
“Juan Vicente Gómez, aproximación a una biografía”, editada en 1994, escritas
respectivamente por los notables historiadores Manuel Caballero y Tomás Polanco
Alcántara.
En el año
1993, se dieron cita en los salones de un importante centro financiero de
Caracas representantes de la banca, el comercio, la intelectualidad y la
política, para asistir a la presentación de la obra de un conocido artista que
contenía una colección de dibujos del rostro del Gral. Juan Vicente Gómez,
símbolo de nuestra historia contemporánea.
La edición
del libro fue patrocinada por el Fondo Editorial del Museo de Arte
Contemporáneo y una principal entidad bancaria.
Millonarios,
eruditos, escritores y hombres públicos alabaron la visión del Benemérito y
brindaron en un cóctel por la aparición de un nuevo Gómez para el año 2000.
Porque Gómez
no fue un accidente en nuestra historia. Como figura protagónica es un reto sin
respuesta todavía, en un contraste de luces y de sombras que quizás no ha
encontrado intérpretes exactos.
A fines de
noviembre de 1995 el escultor Manuel de
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