jueves, 24 de febrero de 2022

Las siete vidas de Agustín Codazzi -Beatriz Caballero

 


Bolívar dijo que fue Humboldt quien verdaderamente descubrió América, pero yo digo que fue Agustín Codazzi. O al menos quien descubrió Venezuela y la Nueva Granada.

Pasaron años, siglos, desde cuando nuestras tierras fueron descubiertas, conquistadas y colonizadas por los españoles, heredadas por los criollos en la Independencia y desmembradas en la República; pasaron años, siglos, y todavía no se sabía muy bien cómo eran ni hasta dónde llegaban. Claro que eran extensísimas. Tanto, que a nadie se le había ocurrido que algún día serían insuficientes, que el aire sería envenenado, los ríos se volverían cloacas, los bosques desiertos y las montañas cascarones de roca muerta. Y nadie, ni granadino ni extranjero, las había recorrido y conocido como lo hizo Agustín Codazzi  a mediados del siglo XIX

Ese señor italiano de bigote espeso, ojo redondo, ceño fruncido y pelo indómito que parece una caricatura de sí mismo, de quien recordamos su nombre por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi y de quien si acaso sabemos que fue “el de los mapas”, exploró, descubrió y nos reveló nuestro propio país, nos lo dio a conocer como algo distinto a un botín o a un campo de batalla.

La primera vez que llegó a la Nueva Granada conquistó por las armas a San Andrés y Providencia para la República. Entró por el Atrato disfrazado de vendedor ambulante y llegó a Santafé en busca de Bolívar para ofrecerle los diecisiete barcos que comandaba Aury, el Corsario, el señor del Caribe. Codazzi era su segundo y  venían juntos de liberar parte de la Florida. Con él había participado en la campaña de la costa atlántica en la que los españoles fueron expulsados definitivamente de la Nueva Granada. Codazzi era un militar que al término de las guerras napoleónicas en Europa cayó de rebote y de mercenario a las de América y luchó por nuestra independencia como si fuera la suya.

De la guerra pasó a la geografía: la segunda vez vino invitado por Mosquera, y volvió a andar por esas tierras que había conocido como campos de batalla, midiéndolas esta vez, haciendo bocetos y tomando apuntes para un atlas y un libro de geografía. Iba dejando a su paso los datos que recogía para que los aprovecharan en las localidades.

El 3 de enero de 1850 subió a Monserrate y empezó una expedición por todo el país que duró nueve años.

No solo lo caminó, lo cabalgó y lo navegó de punta a punta, sino que dibujó mapas de todos los lugares y regiones en donde estuvo, con sus dimensiones y latitudes, alturas, distancias, climas y temperaturas. Analizó los suelos, montañas, ríos, mares, y mareas, vientos y lluvias,árboles, plantas y animales. Y estudió a la gente: hizo censos y sacó estadísticas de población, razas, costumbres y dialectos, educación y delincuencia, agricultura, industria y comercio.

Porque a Codazzi le interesaba todo, lo veía todo y lo registraba todo, “sin pausa y sin prisa”, como sacaba en limpio sus mapas. Y así fue como compuso un panorama total de la Nueva Granada, concienzudo y completo.

Ya había hecho lo mismo en Venezuela. Cuando esta se separó de la Nueva Granada haciendo añicos el sueño del Libertador, José Antonio Páez le encargó a Codazzi que hiciera el levantamiento topográfico del territorio.

Al ver el mapa que Codazzi había hecho de la zona de Maracaibo donde Bolívar lo dejó encargado de levantar sus fuertes —temiendo una arremetida de los españoles o disturbios en la frontera—, Páez se dio cuenta de su utilidad en materia de estrategia militar y le encargó a este ingeniero que hiciera el levantamiento topográfico del territorio. Codazzi, prácticamente solo, hizo el levantamiento de las trece provincias y sus trece mapas.

Y además se convirtió en la mano derecha de Páez, en jefe del Estado mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela y dirigió la llamada campaña de pacificación de los Llanos.

Viajó a París a mandar imprimir los mapas y su trabajo fue elogiado por Humboldt y la Academia de Ciencias. Encargó a Tenerani el monumento para los restos del Libertador que se trasladarían de Santa Marta a Caracas. Promovió la inmigración de europeos y fundó en Tovar una colonia con alemanes y suizos que sostuvo con su tesón y perseverancia. Fue gobernador de Barinas, y hasta que no se le voltearon las cargas a Páez, a quien acompañó a salir huido del país y se le desapareció en la frontera, no aceptó la invitación que Mosquera le venía haciendo desde hacía años de venir a Santafé. Mandó a su mujer y a sus hijos a una isla del Caribe mientras se le despejaba el futuro y llegó a la Nueva Granada. A volver a empezar.

Mosquera ahí mismo lo ascendió a coronel y lo nombró asesor y profesor de instrucción de la Escuela Militar para que les enseñara a los alumnos a hacer carreteras, puentes y mapas, y con ellos hizo el plano de Bogotá. Implantó la ingeniería, como en las escuelas militares en que él se había formado en Italia. Esto, mientras el Congreso aceptaba su proyecto de hacer el levantamiento cartográfico de todo el país, y el estudio o examen de la geografía económica, población, fauna y flora.

Nueve años, nueve viajes. Cada principio de año salía en dirección distinta a recorrer toda una región hasta completar el mapa de la República. Codazzi exploró el terreno y fue consejero del gobierno en el proyecto de la construcción del Canal de Panamá, fijó límites con Venezuela, buscó una interpretación a las ruinas de San Agustín, se internó en los Llanos y en la selva del Amazonas, estuvo en los volcanes del macizo central y en las nieves perpetuas del Cocuy. Solo le faltó la costa atlántica —hacer el levantamiento, porque ya la conocía— y subir a la Sierra Nevada de Santa Marta, el punto más alto del país, donde soñaba con fundar otra colonia para europeos, a pesar de todos los trabajos por los que había pasado con la de Tovar que había iniciado en Venezuela.


 

No alcanzó a llegar. Le entró esa impaciencia que les da por dejar todo terminado a los que los ronda la muerte y se fue sin esperar viáticos ni respuesta del gobierno a sus solicitudes de prórroga al plazo que tenía para escribir su geografía.

La malaria, que se le había entrado al cuerpo desde que pisó en México tierra americana, lo consumió en fiebres en el valle del Magdalena, en el pueblito de Espíritu Santo, hoy Codazzi. Señalaba la Sierra Nevada balbuceando números, grados y metros en su delirio.

En la Nueva Granada acabó pasándole lo mismo que en Venezuela: la guerra empezó a interferir con su trabajo. Primero tuvo que interrumpirlo para tomar las armas en contra de la dictadura de Melo en 1854; y después el federalismo galopante fue cambiando una y otra vez la división política del país, que no siempre coincide con los límites geográficos sino más bien con las pretensiones de dominio de los hombres. Entonces tenía que repetir los mapas que ya había hecho y que luego se fueron refundiendo y perdiendo, aquí como en Venezuela, donde terminaron remplazando los vidrios rotos de las oficinas públicas. El gobierno conservador de Ospina Rodríguez empezó a ponerle trabas —el desinterés y la indiferencia, que son las peores— y a argumentar que la Comisión Corográfica estaba saliendo muy cara, cuando lo que sele estaba pagando a Codazzi apenas alcanzaba para los gastos de viaje. Era por la tirria que Ospina le tenía a Mosquera, promotor de la Comisión, y a José Hilario López, que la había echado a andar, por liberal. La ceguera partidista les impedía ver lo invaluable de esta obra que fue el primer intento de búsqueda de identidad nacional.

Pues todo ese inmenso caudal de información y de trabajo quedó reducido a su mínima expresión: a un libro de geografía y a un atlas, que afortunadamente hubo quien concluyera y publicara más tarde. Nadie en América ha acometido hazaña semejante: hacer el levantamiento del terreno y los mapas —las dos cosas— de dos países.


 

Después de la Expedición Botánica, esta es la segúnda gran empresa científica del país: la primera se limitó a la botánica y fue idea de Mutis, que era español, y del virrey Caballero y Góngora, para enriquecimiento de la corona española; la Comisión Corográfica hizo un inventario completo de todos los aspectos del país y fue una iniciativa de la República.

Codazzi era italiano de origen, de pensamiento europeo pero americano de sentimiento. Su interés por el desarrollo de nuestra economía, su preocupación por las desigualdades sociales y raciales, su afán por mantener la fraternidad entre las naciones bolivarianas, su matrimonio con una criolla venezolana y sus siete hijos nacidos y criados en los dos países a los que consagró desinteresadamente 33 de los 66 años de su vida lo hacen americano. Americano por adopción, porque hizo de América su patria adoptiva.

La Comisión Corográfica dejó un libro de geografía, una carta general y mapas de todas las regiones; el herbario que formó José Gerónimo Triana, su libro sobre la flora neogranadina y muchos artículos en revistas científicas; las crónicas de Manuel Ancízar recogidas en La peregrinación de Alpha y Los apuntamientos de viaje de Santiago Pérez; las láminas de paisajes, tipos humanos y costumbres de Carmelo Fernández, Enrique Price y Manuel María Paz. Cosas todas tendientes a desentrañar laidentidad del país y que reflejan la cultura nacional a mediados del siglo XIX


 

De la Expedición Botánica quedaron las láminas de Francisco Javier Matís, “el mejor pintor de flores del mundo”, según Humboldt, y unos escritos sueltos de Mutis. Los 114 baúles llenos de muestras de plantas se pudrieron en Madrid y el despertar político de los criollos, su resultado más importante, se sale de lo científico.

De la vida de Codazzi, más que de la de nadie, puede decirse que fue un viaje. O mejor, siete viajes: cada uno corresponde a una edad, a un lugar, a una faceta suya.

La primera vida, como soldado de Napoleón; la segunda, de aventurero por Europa; la tercera fue pirata en el Caribe; la cuarta, mercenario de la Independencia americana; la quinta, granjero en Italia; la sexta, jefe militar y geógrafo de Venezuela; y la séptima en la Nueva Granada, artífice de la Comisión Corográfica.

Hay que conocerlas todas para comprender por qué ese anónimo soldado italiano, aventurero y mercenario, se volvió libertador, geógrafo y cartógrafo de Venezuela y de la Nueva Granada, y para concluir que fue él quien verdaderamente descubrió el continente, más que Humboldt y que el mismo Colón —que no estuvo sino por la orillita y ni siquiera se enteró de que estaba en América—


 


 

lunes, 21 de febrero de 2022

Las siete vidas de Agustín Codazzi- Beatriz Caballero.

 Agustin Codazzi,militar y aventurero

 


Se echó un rollo de telas al hombro con la idea de ir a cambiarlas por trigo en Odessa, Rusia. Lo de comerciante le venía por parte de padre: don Doménico negociaba en sedas. Pero su travesía en el Mediterráneo y luego por el Egeo y el Adriático fue un rosario de naufragios. Escampó en Elba, donde ya había estado Napoleón desterrado, y en la Itaca de Ulises, viviendo de pintar casas. Llegó a Constantinopla, donde terminó trabajando en una casa de juego, encargado de manejar la talla. Allí encontró a Constante Ferrari, de Módena, con quien hizo juramento de "tener una sola bolsa y una sola voluntad". Juntos hicieron un larguísimo recorrido por Europa, que empezó por el canal del Bósforo en un "sacoleva" (velero en forma de medialuna para pescar esponjas) y siguió en carreta por Grecia, Moravia, Valaquia, Rusia, Polonia, Prusia, Suecia, Dinamarca y Holanda. Por una noticia de periódico se enteró de una expedición que se estaba organizando para las Indias Orientales, Amsterdam era el punto de partida. Cuando llegaron, el barco de su expedición había zarpado hacía dos días. Trataron en vano de alcanzarlo, pero como en el puerto había otro que iba a salir para Norteamérica, embarcaron en él con tres mil emigrantes holandeses y suizos.

Mientras Codazzi cruzaba el Atlántico, Bolívar estaba en Haití buscando el apoyo de Pétion... En Baltimore estaba fondeado Agustín Gustavo Villeret, contralmirante de la Armada venezolana, aprovisionándose de armamento, víveres y hombres para la revolución. Codazzi y Ferrari se alistaron en la expedición a bordo del América Libre, un brick de guerra con 22 cañones, y marineros que llevaban las palabras "O vencer o morir" en sus gorras. Pero en vez de dirigirse a la isla de Margarita, como estaba previsto, hicieron escala frente a Florida, en la isla Amelia, donde mandaba Aury, el famoso "corsario" que colaboraba con la emancipación de México y que los insurgentes habían nombrado gobernador de Texas. Allí permanecieron hasta fines de 1817, cuando Estados Unidos ocupó la isla.


 

Desilusionado, Aury enrumbó velas hacia el sur hicieron la travesía por el Atlántico y llegaron a Buenos Aires casi al tiempo con un emisario de Bolívar, que solicitaba refuerzos a San Martín. Pero como éste se encontraba en el Perú, Puyrredón, el director supremo de las Provincias Unidas (Argentina y Chile), decidió enviar a Aury ("acogido con gran distinción por haber salvado los restos de dos nacientes y casi desaparecidas repúblicas como Cartagena y México") en busca de Bolívar. Bordearon toda la costa, sobrepasaron la línea del Ecuador y el Orinoco, y cuando llegaron a Margarita, el gobernador Arismendi les sugirió seguir en busca de Brion, que era el almirante de la Armada venezolana. Una antigua rivalidad entre los dos jefes hizo imposible que se pusieran de acuerdo sobre la necesaria campaña del Orinoco, donde dominaba una flotilla española. Así que Aury levó anclas y enfiló velas hacia San Bartolomé, Los Cayos y Las Ranas, donde recibieron órdenes de seguir a Jamaica, viniendo finalmente a establecer fuertes en Vieja Provincia, convirtiendo la isla en plaza de armas de la revolución.


 

Providencia no sólo fue la primera tierra colombiana que pisó Codazzi, sino que pasó a pertenecer a Colombia gracias a su acción. Allí levantaron barracas y repararon los barcos que había destruido un huracán que duró doce días con sus noches. Adelantaron la reconstrucción de los fuertes, y Codazzi, que supo aprovechar bien sus conocimientos de ingeniería y estrategia, abrió por orden de Aury un canal para separar a Providencia de Santa Catalina. Luego fue hacia las costas de Centroamérica a buscar provisiones para la tropa y finalmente zarparon juntos. Cambiando de bandera como quien cambia de camisa para despistar al enemigo, estuvieron en Honduras, en el golfo Dulce de Guatemala, donde Codazzi "mandó con destreza y éxito la artillería durante el ataque de una de las más atrevidas expediciones de piratería"—lo cual le valió el ascenso a mayor— y así cumplieron muchos otros hechos de armas, hasta que en el asalto a un barco que iba para Cádiz se enteraron por una carta de que Bolívar ya marchaba sobre la Nueva Granada. Enrumbaron entonces hacia Kingston, deseosos de conocer cuáles eran los planes del Libertador.


 

Codazzi se ofreció a ir en su búsqueda. Disfrazado de vendedor ambulante, entró por el golfo del Darién pare subir por el Atrato, evitando el Magdalena, pues toda la costa atlántica estaba ocupada por españoles. Al ver desde la altura de una colina el océano Atlántico a su izquierda y el Pacífico a su derecha, pensó que allí se debería hacer un canal que comunicara los dos mares. La primera impresión que se llevó Codazzi de la selva del Atrato, espontánea, desprevenida, llena de sorpresa y emoción, y que registra en sus Memorias, es mucho más interesante y bella que la de la Comisión Corográfica, que hace por encargo, donde se vuelve frío, seco y estadístico. Aquí Codazzi hace geografía sin saberlo. Los mapitas que acompañan su diario son bocetos rápidos, de militar que necesita conocer el terreno. A Codazzi lo volvió geógrafo la vida militar, le ayudó su formación de ingeniero, pero, sobre todo, su mente abierta de viajero.

Después del azaroso paso de los Andes, el Valle del Cauca le pareció el paraíso terrenal. En Cartago, un joven revolucionario, que será quien lo haga venir años más tarde a hacer el levantamiento cartográfico de todo el territorio nacional, Tomás Cipriano de Mosquera, le proporcionó una remonta de mulas. Pasó el páramo de Quindío, pernoctó en Ibagué, atravesó el Magdalena en Guataquí, volvió a cambiar de bestias en Tocaima, subió a La Mesa y atravesó la Sabana, y en Santafé almorzó con Santander. Diplomáticamente, éste le dijo que no podría recibirlos en la flota de la Nueva Granada, por falta de recursos. Que si verdaderamente querían ayudar, se fueran hacia los puertos del Caribe, pues tomárselos era el siguiente objetivo del Libertador, después del triunfo en la batalla de Boyacá.

Codazzi volvió a Providencia con este cometido, y en compañía de Aury se dirigió a la costa por Tolú. Se encontraron con Brion, con Montilla, con Padilla, con Carrero y con Bolívar y, entre todos, lograron expulsar a los españoles y recuperar puertos y ciudades. Todos fueron ascendidos a generales y condecorados con la Orden de los Libertadores, menos Aury, a quien Bolívar no apreciaba y antes bien lo llamaba pirata y hasta lo acusó de haber querido sublevar a Brion. Codazzi ayudó al corsario a redactar su propia versión de lo sucedido en Los Cayos, en la campaña del Chocó, en la liberación del Magdalena, en el bloqueo de Cartagena y en la tome de Santa Marta, informe que ablandó a Bolívar entonces, le pidió que fuese a agitar la costa de Honduras, que seguía bajo el dominio español. Aury se volvió a su cuartel de Providencia, y Codazzi se quedó recogiendo las tropas que estaban desperdigadas por la costa. Con Ferrari fue a dar a tierra de los indios mosquitos, e hizo una expedición a Omoa, en el golfo de Honduras, salpicada de combates y de agitación política, que culminó con la proclamación de la independencia de Guatemala.

¿De dónde salió Codazzi? ¿Por qué fue a a dar a la Nueva Granada en 1816? ¿Qué hizo para convertirse en el principal geógrafo y cartógrafo de Colombia y Venezuela? Codazzi fue soldado de Napoleón, mercader por el Mediterráneo, aventurero en la Europa central, pirata en el Caribe, mercenario de la Nueva Granada, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Venezuela y mano derecha de Páez, científico de las academias de ciencias de Europa respetado por Humboldt, y todo eso antes de organizar y dirigir la Comisión Corográfica.

Juan Bautista Agustín Codazzi Bertoloti nació el 12 de julio de 1793 en Lugo, en la Romaña, Italia. Europa estaba en guerra. A los seis años quedó huérfano de madre. A los doce ya estaba en la escuela de Ingeniería y Artillería de Módena a los catorce, en la Academia de Guerra de Pavía y a los dieciséis se presentó de voluntario al ejército y entró al regimiento de artillería a caballo. Codazzi lo que quería era viajar. Su papá, en cambio, quería que fuera abogado. Pero pudo más la seducción de formar parte del ejército napoleónico, que estaba forjando el Imperio. Su primera salida fue a Génova, Sicilia y Marsella. Estuvo después en las victorias de Lutzen, Bautzen y Dresde en la derrota de Leipzig en Ulm y en Mantua en la defensa de Tagliamento y el Mincio. Fue cañonero, artillero, brigadier, furrier y secretario de vestuario, del cuartel general y del Estado Mayor jefe de alojamiento, ayudante suboficial y mariscal de campo. Pero se terminó la guerra y las tropas italianas fueron licenciadas. Pasó entonces al ejército que formó Eugenio de Beauharnais, cuñado de Napoleón, con las tropas que habían vuelto de España, Rusia y Alemania después, al que organizó lord Bentick con italianos e ingleses y luego, cuando ya "la mercancía soldado" no era necesaria, Codazzi insistió en seguir la carrera militar. Sólo quedaba el ejército del Papa, pero no le ofrecieron más que la mitad del sueldo de teniente. No aceptó: él era mariscal de campo y el tren de vida de los militares era muy costoso. Tenía 22 años y lo único que sabía hacer era la guerra.


 Tomado de la Red Cultural del Banco de la Republica,Colombia

viernes, 4 de febrero de 2022

ARTISTAS DE TOVAR-ELBANO MENDEZ OSUNA

 

022.*Elbano Méndez Osuna y su legado artístico.*
A propósito de su aniversario 104 el 6 de febrero del 2022



*“…Méndez Osuna nos muestra en sus cuadros los más increíbles matices de luz y color que ilumina la tierra andina, desde Tovar hasta Bogotá; todo con el sutil refinamiento y la soltura de quien domina el instrumento y la materia artística”* Yolanda Osuna

 


 

…Méndez Osuna muestra una posición mucho más surrealista en el colorido y concepción del tema, por ej: `Boceto para un cuadro de amor` algo de Dalí muy bien dibujado y con delicados tonos casi un trabajo de nuestro pintor Adriazola; `Naturaleza Viva` manifiesta una gran disciplina sin tener sentimentalidad alguna”

*A. Goldsmith, Diario La Hora de Santiago de Chile, 17 de abril de 1942.*

 

A 104 años de su nacimiento (1918), 49 de su muerte (1973) y 79 de su estadía en Chile compartiendo su paleta de colores con David Alfaro Siqueiros en Chillán donde la crítica lo ponderó en su justa dimensión, la figura de Elbano Méndez Osuna merece ser reivindicada en la actualidad y su aniversario el próximo 6 debe ser celebrado con júbilo por los tovareños, el Maestro sin ser profeta en su tierra abono en suelo fértil y hoy su semilla se muestra orgullosa y ha convertido a *Tovar en la Ciudadela de las Artes.*

 


 

 Hombres como Méndez Osuna, José Juan Vargas Contreras "Varguitas" y Eduardo Castellanos "Medio kilo" no nacen todos los días y aunque son unos rebeldes con causa supieron llevar con mucho orgullo su cruz acuestas, su bohemia y su gentilicio.

 


 

 



*Tovar ante todo arte y cultura.* NAS