viernes, 14 de septiembre de 2012

Testimonios de Mérida



Testimonios de Mérida
Fray Pedro de Aguado
1560

EL PRIMER HISTORIADOR
Fray Pedro de Aguado, reconocido como el primero de los historiadores de Venezuela, nació en Valdemoro, villa de la provincia de Madrid, en 1538. No se sabe a ciencia cierta quiénes eran sus padres y dónde estudió. En 1560 vino a las Indias, al Nuevo reino de Granada como misionero franciscano y llegó a ser provincial de la orden. Tuvo injerencia en los asuntos políticos, sociales y religiosos del reino granadino y se lo tuvo por buen teólogo, matemático e historiador.
En 1576 regresó a España llevando consigo escrita buena parte de su Historia del Nuevo Reino de Granada y los apuntes de la Historia de Venezuela que redactó en la península, entre 1575 y 1585. Estas obras son consideradas como el primer trabajo histórico organizado sobre las regiones de Colombia y Venezuela. Aguado, según su propia confesión, tuvo a la mano los originales de  una historia que había iniciado el padre Medrano, quien falleció en 1569 en la expedición al mítico Dorado los Jiménez de Quesada,  y usó además como fuentes importantes las relaciones directas, testimonios personales y sus propias experiencias  como misionero, así como también las obras de López de Gomera y Cieza de León. A su vez, cronistas e historiadores de su época y más indios, tales como Gonzalo Jiménez  de Quesada, el padre Lucas Fernández de Piedrahita, Fray Pedro Simón y don José de Oviedo y Baños supieron de las obras de Aguado, las consultaron y utilizaron en propio beneficio.
El autor no tuvo suerte en ver sus obras publicadas, a pesar de haber obtenido una real  cédula de Felipe II que autorizaba la impresión de ellas.
La Recopilación Historial referente a la Historia de la Provincia de Santa Marta, sólo fue publicada por el Gobierno de Colombia en 1906; y aunque parezca mentira, la Historia de la antigua Gobernación de Venezuela, escrita en 1581, apenas fue dada a la luz por el Gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez, entre los años 1913 y 1915 bajo la supervisión de la Academia Nacional de la Historia. La historia fray Aguado, a partir de la fecha de su publicación, vino a dilucidar muchos datos imprecisos sobre la fundación y mudanzas de la Ciudad de Mérida que prácticamente hasta 1915 eran demasiado confusos. El  Dr. Tulio Febres Cordero, cuando escribió el primer tomo de las “Décadas de la Historia de Mérida”, basó sus apreciaciones en las “Noticias Historiales” de  Fray Pedro Simón, por desconocer la de Aguado, motivo que lo indujo a cometer errores fáciles de disculpar. Aguado visitó personalmente  muchos de los lugares historiados, tuvo a la vista manuscritos originales y escuchó relatos de los sucesos de los labios de los mismos autores de la conquista. La exactitud del trabajo de Aguado se ha ido comprobando posteriormente a su publicación con documentos de aquellos que poco a poco se han descubierto, y por cuanto concierne a la fundación  de Mérida, por el célebre proceso judicial seguido por la Real Audiencia de Santa Fe contra el capitán Juan Rodríguez Xuárez.

DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS SIERRAS NEVADAS DONDE HOY ESTA POBLADA MERIDA

En el Libro III, Capitulo X, luego de haber descrito Aguado en su Historia de Venezuela  el triste fin de Francisco de Carvajal y su ceiba, pasa a referirnos los orígenes de la ciudad del Tocuyo, y de cómo el gobernador Juan Pérez de Tolosa envió a su hermano, a descubrir las Sierras Nevadas, donde hoy está Mérida, del Nuevo reino.
“Después de haber el gobernador Tolosa muerto a Carvajal en la forma dicha, luego procuró que aquel alojamiento donde Carvajal estaba, ya que de alguna manera tenia forma de pueblo, se hiciese perpetuase, para que toda aquella gente española que allí estaba, por ir a buscar su sustento a otra parte, ni fuesen fuese causa de mayores daños; y así procuró que se avecindasen y tomasen solares y estancias, y él nombró e hizo nombramiento de alcaldes y regidores que tuviesen a cargo la administración de la república, que en adelante se intituló ciudad; y éste es el fundamento y principio de la ciudad del Tocuyo, famosa en aquella gobernación por estos sus infelices principios.
De la fundación de este pueblo lo que he hallado por opinión más cierta aunque algunos la atribuyen al capitán Francisco de Carvajal, por haber sido el propio pueblo el sitio de su alojamiento y haberse conservado y permanecido allí algunos días, otros le atribuyen a Villegas, que se halló con Carvajal por su teniente; pero como en esto vaya poco, cada cual podrá arrimarse a quien tuviere él afición. Sólo sobre él diré que según parece, el Tocuyo fue poblado en el año de 1547, y aquel propio año fue muerto Carvajal; yo tengo que la muerte de Carvajal fue primero que la población del Tocuyo, según me han informado algunos que en aquella tierra están, y por esto me afirmo en mi opinión de que el gobernador Tolosa la pobló, el cual así mismo repartió a los naturales que por allí cerca había, entre los que quisieron ser vecinos y moradores de la ciudad del tocuyo. Como la gente española que allí había era mucha, y todos no se podían sustentar en aquel pueblo, a persuasión de algunas personas, ordenó el gobernador que un hermano suyo, llamado Alonso Pérez de Tolosa, fuese con una parte de la gente que allí había, a descubrir la provincia de Sierras Nevadas, desde el presente está poblada la ciudad de Mérida, del Nuevo Reino; aunque otros ancianos de los que en aquel tiempo se hallaron allí, certifican  que no salió Alonso Pérez del Tolosa con gente del Tocuyo a este efecto, sino que persuadido e inducido por el gobernador por un Cristóbal Rodríguez que había estado en el Reino de que le seguiría aquella gobernación muy gran provecho y utilidad de que hubiese camino por donde se tratasen y comunicasen los vecinos de ella con los del Reino, envió a su hermano a que descubriese este camino.
Que sea de la una  o de la otra manera, por la comisión del gobernador salió del Tocuyo o la ciudad nombrada, Alonso Pérez de Tolosa, con cien hombres, entre los cuales iba el capitán Diego de Losada, más por administrador y gobernador de la persona  de Alonso Pérez que por soldado, porque como este capitán era persona grave y de mucha experiencia en cosas de Indias, fue por el propio gobernador rogado que fue con su hermano para encaminarle  y regirle en lo que había de hacer, dándole título de maese de campo. Caminaron por la vía del río del Tocuyo arriba ciertas jornadas, y dejándolo a mano izquierda, atravesaron cierta serranía que hay por allí, y fueron a dar por las vertientes de los llanos, a otro río que en lengua de los indios es llamado Cacaribacoa, por donde acabaron de salir a lo llano. Este río entiendo ser el que ahora comúnmente  llaman Guanaguanare, por el  cual acabamos de bajar a lo llano, por donde caminaron en seguimiento de su jornada; y en llegando al paraje de las Sierras Nevadas, que desde lo llano suben, quisieron los capitanes  atravesar para con más brevedad dar con la información que iban a buscar, porque en aquel tiempo y mucho después no dejó de ser soberbia aquella información, hasta que después, descubriéndola y poblándola los del Nuevo reino el año de 1558, vieron cuán poca y miserable era.
No faltaron muchos soldados que con intención de acercarse al Reino, para ver si se podían meter en él, contradijeron  esta entrada y subida por la Sierra Nevada, poniendo a ella muy grandes inconvenientes, como  de cierto los había, porque con hacer ya cerca de diez años  que está aquella provincia poblada de españoles, los de Mérida jamás por esta parte por donde esta gente intentaba subir, han podido bajar caballos a lo llano por la aspereza y maleza.de las sierras y estrechos caminos que por allí hay, que aun con dificultad los caminos a pie. Pasó la gente adelante sin detenerse en ninguna parte hasta llegar  al río de Apure, a la ribera del cual se alojaron; y como a los naturales que por allí había poblados le pareciese poca gente para la que otras veces habían visto pasar por allí, y además de eso los viesen estar con algún reposo, procuraron, como se suele decir, tentarse las corazas; y juntándose todos los naturales de aquella provincia en concierto y orden de guerra, vinieron a dar muy de mañana sobre los españoles, los cuales, como hasta entonces no habían recibido alguna alteración  de los indios, estaban con más descuido del que se requería  y era permitido a gente que estaba entre enemigos; lo cual hubiera de ser causa  de que recibiesen algún notable daño; pero como todos los más eran ya hombres ya hechos a las alteraciones y tumultos con que los indios suelen acometer a sus enemigos, no se turbaron, mas tomando con toda destreza las armas, los detuvieron, aunque con algún daño, porque les hirieron españoles y les mataron un soldado, pero juntándose la mayoría de los nuestros con sus armas en las manos fácilmente fueron rebatidos y ahuyentándolos los indios con harto daño que recibieron, porque además de los que corriendo sangre iban heridos de los alcances que les hacían los de a caballo, que entre indios suelen ser más dañino, quedaron actualmente muertos gran parte de aquellos bárbaros, que con sus cuerpos desnudos y rústicas y flacas armas, les parecía que por haber usado de aquella industria de tomar la mañana tenían ya la victoria en casa; pero ellos quedaron tan hostigados que no sólo no volvieron los propios a acometer a los nuestros, sino que en mucha distancia de tierra que turba de gente de aquella nación , no hubo indio que tomase armas en la mano ni osase asomarse a gritar dese lo alto de los cerros, que es cosa muy usada, entre ellos.
Descansaron en este alojamiento los españoles, donde les fue dada esta guasábara, algunos días para curar sus heridas”.

martes, 4 de septiembre de 2012

Testimonios de Mérida



Testimonios de Mérida
Dr. Carlos Calbaud Zerpa
Capítulo Primero, Tema 1

Cómo nos vieron los cronistas

Juan Maldonado 
1559
- Posiblemente la más antigua descripción de la primitiva ciudad de Mérida fue escrita en 1559 por Juan Maldonado al Presidente de la Real Audiencia de Santa Fé de Bogotá, en ocasión del proceso seguido al capitán Juan Rodríguez Xuárez por haber extralimitado las facultades que se le dieron, fundando la ciudad de Mérida sin las licencias necesarias, además de cometer un sinnúmero de atropellos.
Como se presume, Rodríguez Xuárez, natural de Mérida de Extremadura de España, asentó en el año de 1.558, a media legua de la población de Lagunillas, y donde hoy está San Juan, un pueblo de minas al cual le dio el nombre de su ciudad natal. Debido a que los aborígenes no lo dejaron en paz un momento, ni él a ellos, se vio en la obligación de trasladar la puebla, poco tiempo después, valle arriba hasta la Sierras Nevadas, en el extremo de la altiplanicie que hoy conocemos como Santiago dela Punta; y meses más tarde el comendador Martín López teniente de Huan Maldonado y por instrucciones de éste, por parecerle cosa necesaria a la salud común de los españoles e indios, mudó la ranchería y purblo a la parte más alta y superior de la mesa de Tatuy, frente a la Sierra Nevada, en parte muy acomodada y de mejor temple que donde la había dejado el Capitán Rodríguez Xuárez, donde actualmente se encuentra.
Juan Maldonado, oriundo de Salamanca según algunos autores y de Ávila de acuerdo con otros, Fundó además en 1.561 la ciudad de San Cristóbal a orillas de un río que denominó Tormes, como se llama también el que bordea la ciudad salamanquina y que hoy los tachirenses apelan Torbes.
Rodríguez Xuárez no debía ser ningún dechado de virtudes, porque el fiscal del proceso en su contra, García Valverse, hace las siguientes y gravísimas  acusaciones: “incendiario de mieses”, pueblos de indios y de los mismos indios, porque el  susodicho quemó muchos indios vivos en sus propias casas y bohíos  y así mismo sobre acechanzas y caso pensado alevosamente mató muchos indios, tomándoles sus tierras, casas y mujeres e hijos, y a otros indios que en sus bohíos tenía los aperreó e hizo comer de los perros para que estas crueldades sanasen entre los dichos indios y de noche estando salvas y seguros de los dichos en sus casas y bohíos los rancheaban  y tomaban y empalaban  vivos a donde en los palos puestos estaban tres y cuatro días en morir, naturalmente  de la cual murieron muchos. Devastó y destruyó, robó y tomó de noche y de día muchas comidas de los dichos indios, corrompiendo y dando causa que corrompiesen y tomases por la fuerza muchas indias, muchachas vírgenes  y el susodicho se ponía y hacía poner a los soldados en los caminos de los indios que estuviesen en sala para matar, tomar y prender y así mató y prendió muchos, de manera que el dicho Juan Rodríguez Xuárez es homicida voluntarioso, alevoso, incendiario, raptor de doncellas y vírgenes, salteador de los caminos, de populador de las mieses, comidas y campos, todos los delitos le están probados y es notorio..”.
Por su parte¸ Rodríguez Xuárez, en la Probanza que presentó a la Real Audiencia, para refutar las acusaciones que aparecen en su Carta Judicial y justificar sus procederes, titula a Juan Maldonado de enemigo acérrimo y de ser hombre inquieto, desasosegado y mendaz; y a los compañeros de  aventura e infortunio que declararon en el  proceso en su contra los tilda de delincuentes y asesinos, levantiscos y desertores, malhechores, disolutos e infames, viciosos, obscenos y sucios, malas lenguas y chocarreros, bulliciosos y juglares, envidiosos y alborotadores , ladrones y borrachos, además de  ser amigos íntimos del infame Maldonado y hombres de mala fama y de mal vivir. En  resumen, la escoria y la hez de la España de Felipe II.
Quizás no le faltaban razones a Cervantes, cuando en una de sus novelas ejemplares, “El Celoso Extremeño”, tildaba a las Indias de “efugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores –a quien llaman ciertas los peritos en el arte-, añagaza general de mujeres libres, engaña común de muchas y remedio particular de pocos”.
Por las reciprocas y gravísimas acusaciones que se hacen entre sí Maldonado, Rodríguez  Xuárez  y  sus respectivas conmilitones, el lector que revise detenidamente el expediente que consta de mil treinta y seis folios, llegará a la lamentable conclusión de que los fundadores y primitivos pobladores de la ciudad de Mérida eran todos unos bandidos despiadados, embusteros empedernidos, seres crueles, caterva de sanguinarios, hombres codiciosos y pervertidos emparentados con hienas y chacales.
El clima y la mansedumbre aportada en los genes por las mujeres aborígenes, con quienes se unieron los invasores, debieron atemperar  el carácter y corregir los vicios en los descendientes, porque en 1.750 el Padre don Basilio Vicente de Oviedo, las encontró “de ingenios excelentes, pues los más que se aplican a los letras salen aventajados y son agudos y perspicaz despejados, armables y festivos y aun picados de briosos y hay muchas familias nobles descendientes de los conquistadores.

La transcripción de la carta de Maldonado para el Presidente de la Real Audiencia, fechada el 23 de febrero de 1559, se refiere a la Mérida establecida en La Punta y dice así: “Muy alta y muy poderosa y serenísima señor. Como por Vuestra Alteza me fue mandada, salí a esta su Provincia de Sierras Nevadas en busca de Juan  Rodríguez Xuarez, vecino de Pamplona y de los españoles que con él habían salido juntamente con los servidores de Vuestra Alteza en este viaje y en la distancia que hay desde la ciudad de Pamplona hasta aquí,  aunque se halló mucha tierra, no se vieron sino una muy pocos naturales y créese fue la causa haber pasado  poco antes  dicho Juan Rodríguez  d que en algo quedarían amedrentados; tiénese por noticia y relación de los dichos españoles que vinieron con Juan  Rodríguez  de que hay alguna cantidad de indios poblaciones en el dicho camino hasta llegar aquí, las cuales no quise ocuparme a ver por no  detenerme; antes pasé por algunas de ellas de camino y sin salir nosotros a estorbar ni impedir a los dichos naturales en parte alguna, aunque por mí fue deseado para dar parte a Vuestra Alteza de llamarlos y ofrecerles la paz; juzgase que habrá desde la dicha ciudad  de Pamplona a esta ranchería donde hallé los españoles, treinta y cinco leguas de camino; está este asiento de ranchería al pie de una sierra nevada encima de una sabana, donde corre un río de algún caudal que parece descender  de las dichas sierras, lleva las vertientes  hacia la Laguna de Maracaibo; el lugar parece sano aunque podría ser más arriba hallarse mejor en la comarca de este asiento y ranchería, donde hay  tierra doblada de sierras y por un lado parece ensancharse hacia delante rumbo a los llanos hay pocos naturales y poblaciones que ya haya visto, y así parece que el repartimiento a depósito que en vuestro real nombre se entremetió a hacer el dicho Juan  Rodríguez, porque daba a los soldados de veinte a treinta bohíos de repartimiento, aunque entre él y otros de allegados y favoritos se habían tomado lo mejor y la mayos parte de lo que había de esta tierra que serán tres o cuatro entre quienes la repartió; la maña que tuvo en dar a las cédulas verá Vuestra Alteza, siendo servido, por dos que envíe con la información que hice; he tenido por noticia de los españoles y naturales que aquí estaban que hay otras sierras nevadas pasadas estas que están avista están vistas y descubiertas y se juzga estar cerca, y que ante las unas y las otras dan relación los indios; hay muchos naturales y buena tierra, y estos tienen ropa y mantas de oro, pero no se sabe de cierto y así mismo por otros bandas, que saliendo de aquí se cree que habrá buena tierra; la Laguna de Maracaibo, según me han informado españoles que llegaron a las ciénagas de ella, está cerca de aquí; trajeron después que yo llegué cantidad de sal y muestras de oro y joyas aunque muy poco…”.
Maldonado prosigue su carta, participando al Presidente de la Real Audiencia que ha hecho preso a Rodríguez Xuárez como se lo había ordenado y lo remitía custodiado por doce  hombres a Bogotá así como por el Alcalde de Pamplona y dos sujetos más de confianza, con sus armas y caballos. Con los vasallos y servidores que llevaba consigo y con los soldados que habían venido con Rodríguez Xuárez, había entonces en la ranchería ciento doce hombres.
Mudada entonces la puebla al sitio actual, en la meseta de los tatuyes, sus habitantes se dividieron en dos facciones.
“La rivalidad declarada entre los dos fundadores-anota Tulio Febres Cordero- que no volvieron a residir más en Mérida, quedó sin embargo viva entre sus  principales tenientes y soldados, que vinieron a ser los primeros  y más notables vecinos de la ciudad de las Sierras Nevadas, en la cual tomó con los años tal fuerza esta llama de discordia, que retardó mucho la prosperidad a que estaba llamada por la excelencia de su clina, la incomparable fertilidad de su vasto territorio y la mansedumbre y laboriosidad de los indios”.
“El bando o partido de Rodríguez Xuárez tomó el nombre de Gavirias, por el apellido de capitán Pedro García de Gaviria, segundo de aquel en sus jornadas, hombre notable y valeroso, natural de la villa de Mondragón en Guipúzcoa, descendiente de la casa de Gaviria de la villa de Guevara, veterano en las guerras de España y conquistador muy distinguido en las Américas; y el bando contrario, llamado de las Cerradas tomó por jefe y caudillo al capitán Hernando Cerrada, natural de Higuera de Vargas en España, hombre también de poder y de influencia, que vino por segunda de Maldonado y lo acompañó en sus conquistas y nueva fundación de Mérida”.