domingo, 27 de noviembre de 2022

MEMORIAS DE AGUSTÍN CODAZZI CAPÍTULO II Parte III

 

MEMORIAS DE AGUSTÍN CODAZZI

Editadas en su original italiano por Mario Longhena y traducidas al castellano por Andrés Soriano Lleras y Fr. Alberto Lee López

CAPITULO II

Parte III



Del 14 de marzo de 1838 es un memorial suyo -escrito durante su segunda permanencia en Caicara- en el que narra los abusos de las autoridades venezolanas en la provincia de Río Negro. Y este memorial es una violenta requisitoria contra aquellas autoridades, tan olvidadas de todo sentido humano. Bastan unas pocas frases para dar una idea de la defensa que Codazzi hace de aquellas pobres gentes: "la opresión que reina aquí no tiene igual en el más remoto rincón de la república. Los indios son realmente esclavos, sin hallarse seguros en sus campos ni en sus habitaciones... Actos de tiranía son ejecutados por todas las autoridades., cerca de dos mil personas tienen que trabajar sin paga, sin descanso y sin fin, para unos quince egoístas". Y también la esclavitud tiene en él -como ya lo había tenido en Humboldt- un tenaz opositor: no podía aceptar que la diferencia de raza llevase consigo para unos un dominio innatural, para otros una sujeción contra la cual elevaban su 'protesta todos los hombres de bien. "En el tono de tales quejas se muestra un carácter que, aunque asociado a los nuevos movimientos políticos de Venezuela, se ha conservado puro y libre de la corrupción de los numerosos dirigentes políticos". Así concluye Schumacher (5) después de la alusión antiesclavista de Codazzi y no podía hacerse mayor alabanza de quien, aun en medio del desencadenarse de todas las pasiones, supo conservar aquella moderación de sentimientos que por naturaleza poseía y que las primeras luchas habían sabido desarrollar. A fines de 1838 la tarea de exploración, qué había sido bastante penosa, podía considerarse terminada. Entonces pudo, en el sosiego de su casa de Valencia, en medio de las alegrías familiares (en 1835 y 1837 le habían nacidos dos hijos, un varón y una hembra) dedicarse a trazar el mapa de las trece provincias venezolanas: el geógrafo, con la misma facilidad con que el hombre de armas había cedido el puesto al explorador, se cambió en cartógrafo, y supo manejar con maestría el pincel y la pluma como había manejado la espada: el único ayudante que tuvo en este delicado trabajo fue un calígrafo, Lino Aliaga. No era la primera vez que Codazzi se ponía a diseñar mapas: siete mapas acompañan al manuscrito de las "Memorias", todos los cuales el lector puede ver reproducidos en este volumen; pero no todos ellos se deben a su actividad exploradora; en gran parte fueron tomados de fuentes españolas y Codazzi sólo los había modificado en algunos detalles. En cambio, los mapas que ahora presentaba eran todos resultado de sus viajes, de sus mediciones, de sus levantamientos topográficos; eran, en una palabra, una obra nueva y completamente suya. Cada carta geográfica iba acompañada de cuadros estadísticos, que debían completar la visión física ofrecida por los mapas: cuadros que incluían numerosas noticias, preciosas para quien quisiera tener una idea precisa de cada provincia: la ubicación de cada cantón (subdivisión de la provincia), la altura y la temperatura media de la capital del cantón, así como su distancia de la capital de la provincia y de la capital de la República; además la comparación entre la parte ocupada por las aguas y la tierra firme, y la división de esta en llanos y selvas, en tierras bajas y altas, en terrenos cultivados y desiertos. También estaba indicada la población, total y por milla cuadrada, la idónea para las armas y la esclava; y por último se señalaban los productos que se daban en cada cantón y que eran a propósito para la exportación. "La tarea -así escribía Codazzi a Páez, que también en aquella ocasión ejercía la Presidencia de la República- que me confió el gobierno hace ocho años está ya completa; cada provincia de la república tiene su correspondiente mapa corográfico en grande escala; cada cual contiene un diseño claro de todos sus cantones, datos precisos sobre sus vías de agua, y multitud de importantes detalles geográficos, físicos y estadísticos". Pero esta obra, después de haber obtenido el parecer del Jefe de ingenieros de Caracas, Juan Miguel [sic] Cajigal -parecer que es un elevado elogio para Codazzi- sirvió para empapelar las paredes de la oficina del Secretario del Interior, lo que ciertamente no podía halagar mucho a su autor, el cual esperaba mejor utilización de su trabajo. En efecto, éste, que puede parecer solamente un trabajo de carácter técnico, tenía un alto valor patriótico y nacional. La primera representación cartográfica de un país que hace poco ha alcanzado su independencia es la más noble afirmación de su individualidad, es su imagen simbólica que va por el mundo y es recibida como unidad' espiritual y de voluntad. Y este concepto bastante simple, esta reflexión casi obvia, no se hizo inmediatamente, ni se le ocurrió en seguida a los hombres que estaban al frente del gobierno de Venezuela; pero no mucho después, sin que interviniera Codazzi, espíritu demasiado elevado para plegarse a un acto que pudiera parecer humillación, el valor real de la obra apareció claro aún para aquellos hombres, quizá asaltados por problemas no menos graves y urgentes, y el 18 de abril de 1839 el Congreso determinó que él -Codazzi- pudiera imprimir los mapas a su costo. Pero una impresión de aquellos mapas, ya coleccionados en un atlas, ya para murales, presuponía una revisión de los que había pintado, fruto de viajes y medidas tomadas por él, y debía seguir a una completa reseña de toda la literatura precedente. Aunque no era fácil recoger este material, sin embargo a Codazzi, a quien no faltaban ni la tenacidad, ni la habilidad para seguir todos los caminos con tal de llegar a la meta, le fue posible en poco tiempo proveerse de los mapas que había trazado Humboldt -especialmente de los mapas del Orinoco y de sus afluentes-; además pidió al Gobierno de Colombia, que estaba en manos de viejos amigos suyos, y obtuvo, el mapa de Roulin y el atlas de la antigua Colombia, que había sido publicado en París en 1827 bajo el nombre de Restrepo, y que contenía los mapas de los doce antiguos departamentos, obra que no carecía de valor aunque no estaba fundada en bases científicas. Superada esta dificultad, he aquí que surge otra mayor y menos fácil de resolver; dificultad que había sido prevista por Codazzi y que superó con aquella habilidad que tienen todos los hombres no comunes ante lo que arredra a los inferiores. ¿Qué límites debía tener la República venezolana? Los límites no estaban trazados sobre el terreno, aunque fuese vivo el deseo de llegar a esta determinación de límites: pero había -y era conocida- la línea que separaba las varias regiones cuando sobre todas ellas dominaba España, y dentro de esta línea divisoria habían surgido los diversos Estados, como si la considerasen definitiva. Es verdad que más tarde estos -y los celos y las ambiciones habían surgido desde el principio, aunque no hubiesen tenido la posibilidad de colocarse sobre un terreno concreto de disensión- discutirán esta línea de límites y aun tomarán las armas, defendiendo cada uno el territorio sobre el cual creía tener derecho seguro; pero por el momento podía Codazzi atenerse a esa línea, modificándola, según lo considerara necesario conforme a razones de naturaleza geográfica. En tal forma Codazzi fue una especie de solucionador de cuestiones de límites antes de que el tiempo y la pasión las tornasen agudas y peligrosas; y esto debe decirse sobre todo de los límites entre Venezuela y la Nueva Granada, las cuales habían concluido ya un acuerdo de fijación de límites el 14 de diciembre de 1833, pero la línea determinada por los dos plenipotenciarios -Santos Michelena y Lino de Pombo- tenía en cada uno de los dos países partidarios y opositores. Ahora bien, Codazzi, partiendo del Cabo Chichibacoa, en el mar Caribe, y cortando la península de la Guajira, dejaba a Venezuela las cadenas montañosas y los cursos de agua más importantes hasta un punto en el cual el 5°paralelo corta el río Arauca: por último, una línea imaginaria se dirigía hacia el sur hasta el nacimiento del río Memachi; aquí principiaba el dominio del Brasil. Para el resto, o acogió los límites que atribuían a Venezuela los mapas de Humboldt, límites no imaginarios, sino basados en investigaciones realizadas en los archivos de Madrid, o acomodó a sus conclusiones, las que no siempre fueron a favor de Venezuela, los datos de 1810, esto es los límites que dividían a las diversas regiones sujetas a España.



Tampoco en las cifras relativas a la población aceptó números sin discutirlos, sin someterlos a la crítica: no había cifras que fueran resultado de censos que abarcaran toda la república: en 1836 se había presentado a la Asamblea Legislativa el censo de nueve provincias; y en 1839 se daba como población de Venezuela una cifra que se refería a 1834 (887.168 habitantes): Codazzi la amplió un poco, teniendo en cuenta la rata de aumento y fijó en 945.348 los habitantes de la tierra que describía. Quedaba por último una cuestión de no desdeñable importancia; la cuestión financiera, y si no se resolvía esta, no hubiera podido Codazzi ver impresa su obra. Se pensó -y fue Páez quien sugirió este medio- en acumular sobre Codazzi varias comisiones, y así fue nombrado primer Rector de la sección de matemáticas de la Escuela Militar de Caracas, luego profesor de táctica de artillería, y por último director de todas las organizaciones militares de la Provincia de Caracas. Pero a pesar de tantos cargos no tenía Codazzi la posibilidad de hacer frente a tan elevados gastos, por lo que pidió ayuda al Congreso, el cual la concedió: 10.000.00 pesos fueron decretados para la impresión de la Geografía de Venezuela, pero tal suma debería ser garantizada por un fiador, para el caso de que cualquier circunstancia impidiera a Codazzi realizar su obra. Y hasta se encontró un fiador: Martín Tobar y Ponte, de noble y rica familia, quien habla perdido no pocas propiedades por mantener fidelidad a la pureza de sus sentimientos y quien en la lucha contra España había visto a muchos de su familia caer en los campos de batalla, aseguró el buen éxito de la empresa: generosamente hizo de fiador de Codazzi, seguro de que este llevaría a término su trabajo. Y cuando inmediatamente después el plan de la obra se amplió y Codazzi aceptó agregarle datos históricos -de la historia remota y reciente- referentes a Venezuela, datos que habrían de facilitarle Rafael María Baralt y Ramón Díaz, también entonces Tobar declaró que respondería por el aumento de los gastos de impresión y en esta garantía tuvo por socio a otro venezolano, Juan Bautista Dallacosta. Y el Congreso no fue menos generoso que los amigos de Codazzi, porque no tuvo dificultad en conceder una prórroga del tiempo señalado para la impresión. El 11 de julio de 1840 Codazzi con su esposa dejaba a Venezuela para dirigirse a Europa. En París, donde ya Humboldt había impreso su obra, pensaba Codazzi que encontraría los medios más aptos para traducir en realidad tipográfica su trabajo y los mapas que lo acompañaban. No viajaban solos los Codazzi: los acompañaban Baralt y Díaz, a quienes se había confiado el encargo de escribir la historia de la república y quienes debían facilitar al geógrafo los datos históricos que necesitaba. Ellos empezaron inmediatamente a redactar los capítulos de la Historia de Venezuela, mientras Codazzi sometía sus manuscritos al juicio de los hombres más ilustres de la capital francesa.

(4) Op. cit., p. 98, 117. (5) Op. cit., p. 301.

sábado, 12 de noviembre de 2022

MEMORIAS DE AGUSTÍN CODAZZI CAPITULO II Parte II

 

MEMORIAS DE AGUSTÍN CODAZZI

Editadas en su original italiano por Mario Longhena y traducidas al castellano por Andrés Soriano Lleras y Fr. Alberto Lee López

CAPITULO II

Parte II

Pero aun antes de su nombramiento como Jefe de Estado Mayor había ya recorrido y medido una de las cuatro provincias del norte, llamada Coro, y había diseñado el mapa de toda la gran región hidrográfica del golfo de Venezuela, de modo que le faltaban otras nueve provincias, entre ellas la de la Margarita, donde bien poco tenía que hacer, ya que era excelente el mapa del golfo de Venezuela en el cual surgía tal isla, y la de la Guayana, impenetrable en parte y habitada por pueblos salvajes que impedían toda exploración. La muerte de Bolívar, ocurrida el 17 de diciembre de 1830, 1e pareció a Codazzi que habría de marcar el fin de todas las agitaciones; por el contrario, la política del gobierno de Páez, empeñada en debilitar la casta militar, constituía un peligro continuo, tendiente a separar la Iglesia del Estado y a suprimir la esclavitud, provocando con ello en la vida económica 'y financiera no pocas perturbaciones y no podía menos de crear dificultades a Codazzi, quien necesitaba trabajar en tierras totalmente tranquilas y en medio de poblaciones que no estuvieran agitadas por ninguna convulsión. Por esto tuvo Codazzi que tomar parte en tres campañas, una contra Julián Infante y Vicente Parejo, dos "inquietos Jefes de guerrillas" habitantes de las "llanuras" del Apure y del Arauca, dos "libertadores" que despreciaban toda forma de libertad; una segunda en la provincia de Mérida, para proteger a la República de Venezuela de las molestias de la república hermana de la Nueva Granada o Colombia; y una tercera contra uno de los generales más famosos del tiempo de Bolívar, José Tadeo Monagas, quien trató, inclusive, de arrastrar a Codazzi a un acto de traición y encontró en el general italiano una oposición sincera y enérgica. Pero durante la segunda campaña, aprovechándose del hecho de que era italiano y de que, por consiguiente, como tal, no podía suscitar entre la población ninguna sospecha, pudo explorar tierras del interior y llegar hasta la hoya del Apure, más allá de la cadena andina. Fue el 2 de enero de 1832 cuando volvió Codazzi a empezar a tomar medidas sistemáticamente, y fue primero la ciudad de Caracas, declarada capital de la república desde el 30 de mayo de 1830, y después las provincias, las que fueron objeto de sus mediciones y de sus atentas exploraciones. Durante su permanencia en Caracas, además de Páez y de José María Vargas, además de varios alemanes que constituían una colonia rica y próspera, contrajo buena amistad con un hombre que, como él, se ocupaba en dar lustre con sus escritos a la nueva república y había recogido, en una biblioteca por él fundada, material estadístico e histórico que Codazzi utilizó ampliamente: Feliciano Montenegro de Colón (3). Durante todo el año de 1832 trabajó en esta provincia y a principios del año siguiente, habiéndose trasladado a Valencia, se dedicó a medir la provincia de Coro, donde ya había trabajado no poco, y la de Barquisimeto, y esto para relacionar mejor lo que había hecho con lo que le quedaba por hacer; y habiendo terminado el trabajo en ellas, sin siquiera cambiar el lugar a donde iba a reposar y a recrearse después de las fatigas, inicia la exploración de las provincias de Barinas y de Cumaná. El año de 1833 estaba por terminar, y el trabajo no estaba todavía concluido, y no por culpa de Codazzi que no se había dado un minuto de reposo, sino por las circunstancias desfavorables de aquellos años, así que la prórroga solicitada fue fácilmente concedida; y Codazzi como para dar una prueba de su agradecimiento por esa concesión, comenzó la exploración del delta del Orinoco, lo que ocurría a principios de 1834, poco después de su matrimonio (24 de abril) con una señorita de la provincia de Cumaná, Araceli Fernández de la Hoz, de noble familia española. No fue fácil para Codazzi la empresa del Orinoco; debía determinar bien las numerosas ramificaciones del río y establecer las comunicaciones entre unas y otras y, para hacer esto, debía remontarías una a una en barcas pequeñas y en piraguas que no siempre eran capaces de resistir a la violencia de las aguas. De modo que en esta empresa de exploración y en disponer sobre un mapa todo el material recogido transcurrió todo el año de 1834, por lo que se vio obligado a dirigirse a Caracas para conseguir una nueva prórroga. Pero el año de 1835 acarreó a la desgraciada república, que no había podido disfrutar de paz, un nuevo golpe que, al mismo tiempo que renovaba las convulsiones del pasado, obligaba a Codazzi a una nueva tregua en su trabajo y le constreñía a volver a asumir su puesto de Jefe de Estado Mayor. Páez, cansado y deseoso de regresar a la tranquilidad de la Vida privada, dejaba su puesto de Presidente de la República, y hacia todo lo posible para que le sucediera Vargas, un hombre que tenía cualidades diametralmente opuestas a las de Páez. De indiscutible competencia, sin los lauros guerreros que circundaban la frente de Páez, residente siempre en el exterior, dedicado a los estudios mientras en su país se combatía por la independencia, era el tipo clásico del Presidente civil de uña república, el más indicado para subir al poder en el momento en que, hallándose esta en estado de tranquilidad, era necesario que a la espada invicta la reemplazara la sabia competencia y la habilidad pacífica. Vargas aceptó, no muy de su agrado, quizá porque veía que estaba todavía lejano el surgir de un alba serena: y sus presagios no eran infundados: poco después de su elección estallaron en más de un lugar, como reacción del elemento militar que no quería oír hablar de su desaparición del campo político de la República, desórdenes públicos que durante casi un trienio hicieron difícil la vida de Venezuela. Vargas concedió naturalmente a Codazzi cuanto pedía, de manera que este pudo ponerse a trabajar y comenzar a reunir en un gran mapa todo lo que había recogido en sus Varias exploraciones, y que tenía dibujado en mapas parciales. Era una labor de conjunto la que iniciaba y que podía dar la sensación completa de la cantidad de viajes, exploraciones y dificultades superadas. Pero he aquí que de improviso surgen nuevos desórdenes provocados en Caracas por el partido militar, que se había puesto de acuerdo con los descontentos de otras provincias, especialmente de las de Maracaibo y Cumaná; en Caracas todas las autoridades fueron destituidas y a Vargas se le reemplazó por un jefe militar. Para salvar a Venezuela un grupo de hombres de los más influyentes de la República -y entre ellos estaba también Codazzi-, persuadidos de que cualquier otra forma de. organización política sería fatal, se presentaron a Páez y le indujeron a defender la constitución. Páez consintió en poner su espada al servicio de esta. Pero no fue larga su permanencia bajo las armas; nombrado Comandante en Jefe el 14 de julio de 1835, se retiró del mando el 21 de marzo del año siguiente. Durante este tiempo Codazzi estuvo siempre al lado de Páez en calidad de Jefe, de Estado Mayor, y tomó parte en la batalla de Guaparo, recuperó a Maracaibo y dirigió, hasta la capitulación, el sitio de Puerto Cabello. 



Inmediatamente después se dirigió rápidamente hacia los llanos del Apure para someter allí a los rebeldes capitaneados por Francisco Farfán y, al terminar la campaña, recibió de Vargas, que había retornado al poder, el título de "Coronel de Ingenieros" (22 de marzo de 1836). Pero la revuelta militar que parecía extinguida tuvo nuevos chispazos de reanudación: Farfán, seguido por el partido militar, intentó un nuevo desquite, de manera que Codazzi se vio obligado a hacer de consejero del General Muñoz, escogido como jefe contra el rebelde, y también en esta campaña participó en el hecho de armas de García, en el cual Farfán fue derrotado; un indulto clausuró esta renovación de las hostilidades. Pero no pudo volver inmediatamente al trabajo: primero el encargo que le confió el Gobierno de la demolición de los fuertes que, más que defensas, eran peligro continuo para la República; después una nueva campaña contra el mismo Farfán, no ya sobre las riberas del Apure, sino más lejos, a lo largo de los llanos del Orinoco. Sobre el primero tenemos el testimonio del mismo Codazzi, que justifica la destrucción de los fuertes esbozando en rápida síntesis la situación de aquel momento en Venezuela; "en 1835 nuestros fuertes abrigaban tropas que ofrecían resistencia al Gobierno de la República; sin embargo, el pueblo triunfó. Todos los puntos fortificados se hallaban en manos del enemigo; el ejército y la marina estaban a su servicio; poseía recursos y fondos públicos, depósitos y armamento; al principio tuvo en sus manos todo el poder; pero finalmente fracasó. Ciertamente corrió sangre; pero contra el sentimiento público, contra la voluntad del pueblo, ninguno podía valer. Entonces Páez, oportunamente nombrado Comandante en Jefe, restableció el estado de cosas, de acuerdo con la Constitución, salvó el país de la anarquía, y demostró que el gobierno no necesita de fortalezas para sostenerse en caso necesario". Así que Codazzi dirigió en persona la demolición de dos fuertes que él mismo había hecho levantar algunos años antes, el de Puerto Cabello y el de Maracaibo. No se había terminado todavía la demolición de los fuertes cuando la guerra reclamó nuevamente a Codazzi: una nueva rebelión de Farfán, en los llanos del Orinoco, obligó a una campaña aún más áspera y difícil que las precedentes. Se ha hecho célebre, en esta campaña, una marcha realizada por Codazzi en tres días desde Valencia a San Fernando de Apure -lugar que si hubiese ocupado el enemigo le habría protegido enormemente- y tal marcha permitió a Codazzi llegar a la población antes de este, poderse defender hasta la llegada de las tropas de Páez y hacer de la batalla de San Juan de Payara una óptima victoria. "León de Payara" fue llamado en adelante, junto con Páez, pero tal denominación -dice Manrique- (4) nunca quiso que le fuera aplicada, porque las victorias en las guerras civiles no hacen jamás grandes a los que las obtienen. Sin embargo, no fueron inútiles, con relación a la obra que estaba cumpliendo, las expediciones que hizo a los llanos de Apure y del Orinoco, pues adquirió no poco conocimiento de tales regiones, de manera que cuando le fue posible recorrer el Orinoco para completar su mensura, tenía ya una idea bastante cercana a la realidad de aquella grandiosa llanura, por lo que le fue más fácil levantar el plano y pudo hacerlo con más precisión. Schumacher dice que el libro de Humboldt, con sus descripciones del grandioso río, le sirvió de compañero a Codazzi en esa exploración y le ayudó mucho para interpretar mejor la vida tropical. Del 3 de noviembre de 1837 a marzo de 1838, tomando como centro esta o aquella población, recorrió el río principal y sus afluentes, anotando, midiendo y sobre todo gozando de aquella vida grandiosa llena de silencio y de misteriosa belleza. Si los llanos del Orinoco y de sus afluentes impresionaron su ánimo con su solemnidad y lo atrajeron, conquistando toda 'su admiración, no menor atención le merecieron las condiciones de los indígenas. En ellos se ocupó con no menos fervor que en la geografía del Orinoco. Y no podía ser de otra manera. Su alma, elevada y noble, no alcanzaba a concebir que estos hombres, (¿no había él mismo combatido en los años juveniles también por estos pobres habitantes del amplio valle?) estuvieran a merced del capricho y de la perfidia de los gobernadores y de sus empleados.



(3)Su historia de la Revolución de Venezuela era un libro que Codazzi consideraba importantito