viernes, 23 de septiembre de 2022

MEMORIAS DE AGUSTÍN CODAZZI

Editadas en su original italiano por Mario Longhena y traducidas al castellano por Andrés Soriano Lleras y Fr. Alberto Lee López

CAPITULO I

Parte II

Los primeros años - Sus estudios en Lugo - Voluntario del ejército italiano - Hechos de armas - Deja la vida militar. 1798-1815

   Parece que aún antes de este encuentro final ocho mil hombres, de los once mil que formaban la División, habían quedado sobre el campo muertos, heridos, o habían sido hecho prisioneros. Tenemos, pues, que probablemente Codazzi participó y combatió en cinco batallas, todas entre mayo y octubre de 1813: a todas ellas asistió Armandi, como mayor o coronel: en todas ellas es lógico suponer que estuvo presente Codazzi.

El primero de diciembre se reunió a las tropas italianas y se las hizo regresar a Italia: Codazzi ha cumplido los veinte años y ha alcanzado un grado, el de mariscal en campo. Los sucesos posteriores son muy intrincados y enredados como sucede siempre después de un periodo extraordinariamente fausto: Napoleón está en la Isla de Elba; el viejo régimen, abatido, trata de volver a sus primeras condiciones: el pasado se afana por volver a hacerse presente. Graves temores de hombres y de grupos: otros hombres y otros grupos, después de un silencio, reaparecen. ¿En Italia? Más que los otros países se encuentran en grandes dificultades. El Príncipe Eugenio Beauharnais, pensando más en sí mismo que en su poderoso padrastro ahora en desgracia, trata de reorganizar el ejército italiano, o mejor trata de poner un poco de orden en las tropas que han regresado a Italia y que están formadas de restos de divisiones en otro tiempo lozanas y bizarras: son restos de la soldadesca proveniente de España, de Rusia, de Alemania, toda formada por italianos. Un ejército bien organizado podía ser una óptima defensa para el reino que Eugenio quería conservar y por esto él se inclina a voluntades ajenas y trata de comportarse con rara habilidad. En este ejército reorganizado, Codazzi pertenece a la primera división comandada por el General Carlo Zucchi, y como ayudante suboficial está en la compañía confiada al Mayor Gaetano Millo. El 8 de febrero de 1814 hubo un combate cerca de Mantua, en Roverbella; allí murió Millo, y Codazzi recuerda que su comandante murió como un valiente (6). No tenemos conocimiento de que haya tomado parte sino en este único hecho de armas: algunos biógrafos indican también otras acciones sobre Tagliamento, pero a tal afirmación no creemos que deba darse fe. Viene entonces la convención militar de Schiarino-Rizzino y por tal convención y por otros acuerdos el ejército italiano es licenciado (7).

Codazzi torna a Lugo, a la casa paterna, pero sólo por breve tiempo, pues trata de entrar al cuerpo de tropas que Lord Bentick está tomando a sueldo. Tales tropas, que alguno llamó anglo-italianas y otros anglo-sículas, tenían un fin bien preciso: ayudar a abatir a Napoleón; pero por vía indirecta, suscitando entusiasmos que bien pronto se apagaban, despertando esperanzas que inmediatamente se derrumbaban. Era una política demasiado mezquina, perturbadora y desorientadora la que había determinado la creación de tal cuerpo de tropas (8). Codazzi entra a ellas como infante, pasa después a la artillería y en breve alcanza el grado de teniente, que conservara cuando, habiendo pasado a América, pide ser enrolado en otros ejércitos. Si no toma parte en ningún hecho de armas -y tal ejército no había sido tomado a sueldo con fines verdaderamente militares sino con intenciones políticas- en cambio se mueve por varios lugares, lo que responde a su naturaleza ávida de ver y conocer. En efecto lo encontramos en Génova, en Sicilia, en Marsella. Pero Waterloo está próximo y, cuando suena la hora del ocaso final de Napoleón, también aquella sombra de ejército se disuelve. Ahora carece de razón de ser: todo está para volver a quedar como estaba antes: el Congreso de Viena ya se ha reunido y trabaja, y, si lo ha interrumpido el retorno imprevisto de Napoleón a Francia, vuelve a reunirse inmediatamente después de Waterloo, delibera rápidamente y se disuelve.

Para quien había militado en aquel cuerpo Inglaterra no es avara en recompensas, lo que crea en aquellos que habían hecho parte de él, un sentido de reconocida admiración, pero al mismo tiempo los aleja de aceptar desenvolver igual actividad en el ejército de los Estados italianos; Estos no habrían podido mantener los copiosos sueldos; por otra parte, la mercancía soldada no se consideraba necesaria ni era solicitada. Pero Codazzi después de casi cinco años de aquella vida no sabía adaptarse a otra. Por esto él, súbdito del Estado Pontificio, dirige la primera oferta de sus servicios de soldado al Estado de la Iglesia, que también tiene un ejército y soldados: al Cardenal Consalvi dirige su demanda; y Consalvi no se muestra remiso para acogerla; pero todos los puestos están ocupados, de modo que le ofrece la mitad del sueldo de teniente. Estamos a mediados de 1815 y Codazzi debe pensar en sí mismo. Es verdad que no tiene sino 22 años y que no tiene las obligaciones, que exige una familia. El padre trabaja y está solo, la hija está para casarse o se ha casado ya con un profesional de Lugo, el doctor Dall'Olio. Pero Codazzi tiene también necesidad de vivir, tanto más cuanto que se ha habituado a la vida militar que es vida de gastos. Y durante algún tiempo insiste en continuar en el oficio de las armas y persistirá en este propósito aun después de haber decidido entregarse al comercio. La notable liquidación que recibió cuando fue licenciado del ejército de Bentink, le permite comprar mercancías para llevar a Constantinopla y espera importar de Odesa trigo, que escasea en aquellos años en Italia. Livorno es el puerto donde se carga la nave y de donde zarpa hacia Oriente. Pero una súbita tempestad cerca de las islas Jónicas anula de un golpe la empresa comercial, hundiendo nave y mercancías; y Codazzi llega a Constantinopla y vuelve a sus viejas predilecciones: la vida militar empleada en servicio de quienes tienen necesidad de defensa contra la prepotencia de otros (9).

(6 )Zanoli, o. c., Vol. 2, p. 280.

 (7) De Laugier - Fasti e vicende dei popoli italiani dal 1810 al 1815. Firenze, 1838 - Vol. 18, p. 383-384.

(8) Storia politica d'Italia - Periodo Napoleonico per V. Fiorini e F. Lemmi - Milano, Vallardi Libro 6, p. 1029-1087

(9) Véanse las noticias que Lessona, en su libro "Volere é potere" (Carabba, Lanciano, p. 222-223), dice haber obtenido del señor De la Ville, Cónsul de Italia en Caracas. - Véase también H. Schumacher: A. Codazzi - Bolletino della Societá geografica italiana, 1876, p. 407 y siguientes. Véanse también: Antonio Lissoni - Compendio della storia militare italiana dal 1792 al 1815 - Torino, 1844. R. Bonfadini - Mezzo secolo di patriotismo. Milano, 1880. Gli italiani in Germania nel 1813 - Cittá di Castello - Ufficio storico del Corpo di Stato Maggior




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