Testimonios de Mérida
Fray Pedro de Aguado
1560
EL PRIMER
HISTORIADOR
Fray
Pedro de Aguado, reconocido como el primero de los historiadores de Venezuela,
nació en Valdemoro, villa de la provincia de Madrid, en 1538. No se sabe a
ciencia cierta quiénes eran sus padres y dónde estudió. En 1560 vino a las
Indias, al Nuevo reino de Granada como misionero franciscano y llegó a ser
provincial de la orden. Tuvo injerencia en los asuntos políticos, sociales y
religiosos del reino granadino y se lo tuvo por buen teólogo, matemático e
historiador.
En 1576
regresó a España llevando consigo escrita buena parte de su Historia del Nuevo Reino de Granada y los
apuntes de la Historia de Venezuela
que redactó en la península, entre 1575 y 1585. Estas obras son consideradas
como el primer trabajo histórico organizado sobre las regiones de Colombia y
Venezuela. Aguado, según su propia confesión, tuvo a la mano
los originales de una historia que había
iniciado el padre Medrano, quien falleció en 1569 en la expedición al mítico Dorado los Jiménez de Quesada, y usó además como fuentes importantes las
relaciones directas, testimonios personales y sus propias experiencias como misionero, así como también las obras de
López de Gomera y Cieza de León. A su vez, cronistas e historiadores de su
época y más indios, tales como Gonzalo Jiménez
de Quesada, el padre Lucas Fernández de Piedrahita, Fray Pedro Simón y
don José de Oviedo y Baños supieron de las obras de Aguado, las consultaron y
utilizaron en propio beneficio.
El
autor no tuvo suerte en ver sus obras publicadas, a pesar de haber obtenido una
real cédula de Felipe II que autorizaba
la impresión de ellas.
La
Recopilación Historial referente a la Historia de la Provincia de Santa Marta,
sólo fue publicada por el Gobierno de Colombia en 1906; y aunque parezca
mentira, la Historia de la antigua Gobernación de Venezuela, escrita en 1581,
apenas fue dada a la luz por el Gobierno del Gral. Juan Vicente Gómez, entre
los años 1913 y 1915 bajo la supervisión de la Academia Nacional de la
Historia. La historia fray Aguado, a partir de la fecha de su publicación, vino
a dilucidar muchos datos imprecisos sobre la fundación y mudanzas de la Ciudad
de Mérida que prácticamente hasta 1915 eran demasiado confusos. El Dr. Tulio Febres Cordero, cuando escribió el
primer tomo de las “Décadas de la Historia de Mérida”, basó sus apreciaciones
en las “Noticias Historiales” de Fray
Pedro Simón, por desconocer la de Aguado, motivo que lo indujo a cometer
errores fáciles de disculpar. Aguado visitó personalmente muchos de los lugares historiados, tuvo a la
vista manuscritos originales y escuchó relatos de los sucesos de los labios de
los mismos autores de la conquista. La exactitud del trabajo de Aguado se ha
ido comprobando posteriormente a su publicación con documentos de aquellos que
poco a poco se han descubierto, y por cuanto concierne a la fundación de Mérida, por el célebre proceso judicial
seguido por la Real Audiencia de Santa Fe contra el capitán Juan Rodríguez
Xuárez.
DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS SIERRAS NEVADAS DONDE HOY
ESTA POBLADA MERIDA
En
el Libro III, Capitulo X, luego de haber descrito Aguado en su Historia de
Venezuela el triste fin de Francisco de
Carvajal y su ceiba, pasa a referirnos los orígenes de la ciudad del Tocuyo, y
de cómo el gobernador Juan Pérez de Tolosa envió a su hermano, a descubrir las
Sierras Nevadas, donde hoy está Mérida, del Nuevo reino.
“Después
de haber el gobernador Tolosa muerto a Carvajal en la forma dicha, luego
procuró que aquel alojamiento donde Carvajal estaba, ya que de alguna manera
tenia forma de pueblo, se hiciese perpetuase, para que toda aquella gente española
que allí estaba, por ir a buscar su sustento a otra parte, ni fuesen fuese
causa de mayores daños; y así procuró que se avecindasen y tomasen solares y
estancias, y él nombró e hizo nombramiento de alcaldes y regidores que tuviesen
a cargo la administración de la república, que en adelante se intituló ciudad;
y éste es el fundamento y principio de la ciudad del Tocuyo, famosa en aquella
gobernación por estos sus infelices principios.
De
la fundación de este pueblo lo que he hallado por opinión más cierta aunque
algunos la atribuyen al capitán Francisco de Carvajal, por haber sido el propio
pueblo el sitio de su alojamiento y haberse conservado y permanecido allí
algunos días, otros le atribuyen a Villegas, que se halló con Carvajal por su
teniente; pero como en esto vaya poco, cada cual podrá arrimarse a quien
tuviere él afición. Sólo sobre él diré que según parece, el Tocuyo fue poblado
en el año de 1547, y aquel propio año fue muerto Carvajal; yo tengo que la
muerte de Carvajal fue primero que la población del Tocuyo, según me han
informado algunos que en aquella tierra están, y por esto me afirmo en mi
opinión de que el gobernador Tolosa la pobló, el cual así mismo repartió a los
naturales que por allí cerca había, entre los que quisieron ser vecinos y
moradores de la ciudad del tocuyo. Como la gente española que allí había era
mucha, y todos no se podían sustentar en aquel pueblo, a persuasión de algunas
personas, ordenó el gobernador que un hermano suyo, llamado Alonso Pérez de
Tolosa, fuese con una parte de la gente que allí había, a descubrir la
provincia de Sierras Nevadas, desde el presente está poblada la ciudad de
Mérida, del Nuevo Reino; aunque otros ancianos de los que en aquel tiempo se
hallaron allí, certifican que no salió
Alonso Pérez del Tolosa con gente del Tocuyo a este efecto, sino que persuadido
e inducido por el gobernador por un Cristóbal Rodríguez que había estado en el
Reino de que le seguiría aquella gobernación muy gran provecho y utilidad de
que hubiese camino por donde se tratasen y comunicasen los vecinos de ella con
los del Reino, envió a su hermano a que descubriese este camino.
Que
sea de la una o de la otra manera, por
la comisión del gobernador salió del Tocuyo o la ciudad nombrada, Alonso Pérez
de Tolosa, con cien hombres, entre los cuales iba el capitán Diego de Losada,
más por administrador y gobernador de la persona de Alonso Pérez que por soldado, porque como
este capitán era persona grave y de mucha experiencia en cosas de Indias, fue
por el propio gobernador rogado que fue con su hermano para encaminarle y regirle en lo que había de hacer, dándole
título de maese de campo. Caminaron por la vía del río del Tocuyo arriba
ciertas jornadas, y dejándolo a mano izquierda, atravesaron cierta serranía que
hay por allí, y fueron a dar por las vertientes de los llanos, a otro río que
en lengua de los indios es llamado Cacaribacoa, por donde acabaron de salir a
lo llano. Este río entiendo ser el que ahora comúnmente llaman Guanaguanare, por el cual acabamos de bajar a lo llano, por donde
caminaron en seguimiento de su jornada; y en llegando al paraje de las Sierras
Nevadas, que desde lo llano suben, quisieron los capitanes atravesar para con más brevedad dar con la
información que iban a buscar, porque en aquel tiempo y mucho después no dejó
de ser soberbia aquella información, hasta que después, descubriéndola y
poblándola los del Nuevo reino el año de 1558, vieron cuán poca y miserable
era.
No
faltaron muchos soldados que con intención de acercarse al Reino, para ver si
se podían meter en él, contradijeron
esta entrada y subida por la Sierra Nevada, poniendo a ella muy grandes
inconvenientes, como de cierto los
había, porque con hacer ya cerca de diez años
que está aquella provincia poblada de españoles, los de Mérida jamás por
esta parte por donde esta gente intentaba subir, han podido bajar caballos a lo
llano por la aspereza y maleza.de las sierras y estrechos caminos que por allí
hay, que aun con dificultad los caminos a pie. Pasó la gente adelante sin
detenerse en ninguna parte hasta llegar
al río de Apure, a la ribera del cual se alojaron; y como a los
naturales que por allí había poblados le pareciese poca gente para la que otras
veces habían visto pasar por allí, y además de eso los viesen estar con algún
reposo, procuraron, como se suele decir, tentarse las corazas; y juntándose
todos los naturales de aquella provincia en concierto y orden de guerra,
vinieron a dar muy de mañana sobre los españoles, los cuales, como hasta
entonces no habían recibido alguna alteración
de los indios, estaban con más descuido del que se requería y era permitido a gente que estaba entre
enemigos; lo cual hubiera de ser causa
de que recibiesen algún notable daño; pero como todos los más eran ya
hombres ya hechos a las alteraciones y tumultos con que los indios suelen
acometer a sus enemigos, no se turbaron, mas tomando con toda destreza las
armas, los detuvieron, aunque con algún daño, porque les hirieron españoles y
les mataron un soldado, pero juntándose la mayoría de los nuestros con sus
armas en las manos fácilmente fueron rebatidos y ahuyentándolos los indios con
harto daño que recibieron, porque además de los que corriendo sangre iban
heridos de los alcances que les hacían los de a caballo, que entre indios
suelen ser más dañino, quedaron actualmente muertos gran parte de aquellos
bárbaros, que con sus cuerpos desnudos y rústicas y flacas armas, les parecía
que por haber usado de aquella industria de tomar la mañana tenían ya la
victoria en casa; pero ellos quedaron tan hostigados que no sólo no volvieron
los propios a acometer a los nuestros, sino que en mucha distancia de tierra
que turba de gente de aquella nación , no hubo indio que tomase armas en la
mano ni osase asomarse a gritar dese lo alto de los cerros, que es cosa muy
usada, entre ellos.
Descansaron
en este alojamiento los españoles, donde les fue dada esta guasábara, algunos días
para curar sus heridas”.
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