lunes, 8 de mayo de 2017

PALABRAS DEL ACADÉMICO DR. EDILBERTO MORENO PEÑA, MIEMBRO CORRESPONDIENTE REGIONAL DE LA ACADEMIA DE MÉRIDA EN EL SALÓN DE LOS ANDINISTAS DE ESTA INSTITUCIÓN AL DEVELAR EL RETRATO DE CARLOS ESTEBAN CHALBAUD MORILLO (CARLITOS) EN ESA GALERÍA, EL 11 DE JULIO DE 2007.(Segunda parte).







Rafael del Naranjo en uno de sus libros nos dice que "la fotografía es el tiempo congelado" ¿Acaso un cuadro, en otra categoría, no es igualmente el tiempo estático? Permítasenos una breve digresión especulativa: en nuestra cultura occidental es lógico el dominio del PATERFAMILIA como una especie de ícono objetivamente impuesto por la tiranía de las costumbres sociales o religiosas. Por una rendija se introdujo la mitología griega, un poco occidental, para establecer el MATRIARCADO. Así patriarcado y matriarcado se nutrieron como pares formativos de la institución familiar que todos llevamos en nuestros genes.
Descendiendo al hecho concreto, vamos a ubicarnos en el hogar del doctor Carlos Esteban Chalbaud Zerpa y su excelente esposa, doctora Carmen Cira Morillo, ambos médicos de luengo ejercicio profesional y yo diría de pacientes cautivos por su especial celo para tratar a cada historia clínica. Por otra parte en esta Academia sabemos la pasión de Carlos Esteban por la historia y los frutos logrados por su inteligencia y constancia cuando se consagra de lleno a investigar todo lo relativo a Herida, en largas jornadas de muchas horas ininterrumpidas de análisis, razonamientos y deducciones admirables. Ese hogar, a la vera de la vía pública, que nos lleva a la meseta donde fuera trasladada por cuarta vez la ciudad emeritense también nos conduce a un sitio muy cercano cuyo propietario está signado igualmente por la pasión del andinismo. Es el hogar del CHE LACRUZ, camarada fraterno de CARLOS ESTEBAN padre, quien entra y sale del hogar de éste y le sonríe al niño que apenas balbucea en su cuna y fija los ojos en el asiduo visitante, mientras en su interior el mundo del subconsciente seguramente está grabando esa sonrisa en una transferencia freudiana traducida en una especie de canción de cuna aprehendida por ese frágil cuerpecito que ha captado como una esponja todo un mensaje complejo y difícil de explicarlo científicamente para nosotros los profanos.
Recordemos, colegas académicos y amigos todos, lo que ocurrió a Perú de la Croix cuando gustaba de refugiarse en los rincones de su estancia para poder destacar los rasgos fundamentales de la psicología del Libertador, porque sólo así -decía- “podía captar en la penumbra las sombras estelares del genio de la libertad.” Parafraseando al apasionado admirador de Bolívar podríamos especular aquí, en el Salón de Retratos del benjamín de todos ellos, que si bien la biografía escrita es a los retratos lo que éstos en el lienzo bien logrado dicen más, gráfica Y plásticamente, que un libro diseñado, ahí está viva y vigilante la figura de un joven extrovertido, bien construido por dentro. Ese es Carlitos, con su diminutivo que puede sorprender a algunos y que trataré de explicar en un oximeron que lo engrandece sin sobredimensionarlo, porque sería herir su humilde y contagiosa sencillez que eran en él pilares para afianzar su robusta personalidad. Con la frase entrecomillada de Perú de la Croix concluimos diciendo que en este retrato cuya develación hoy nos congrega, veremos resaltar la imagen de Carlitos “como el principal sujeto del cuadro.” Figura y sujeto singulares, difícilmente ajenos a la admiración de una audiencia que ahora está haciéndonos compañía en este Salón. Muchas gracias por vuestra paciencia para escucharnos y llegue nuestro abrazo solidario a los padres, hermanos, hijo y demás parientes del Carlitos inolvidable, quien desde hoy afianzará presencia en la Academia de Mérida.

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