miércoles, 2 de marzo de 2022

Agustín Codazzi y la geografía en el siglo XIX Sánchez Cabra, Efraín

 


Una placa colocada en 1876 en la fachada de la casa natal de Agustín Codazzi en la antigua Vía Brozzi de Lugo, Italia, lo recuerda como un personaje: "CONOCIDO EN AMBOS MUNDOS / POR SU VALOR MILITAR, SUS VIAJES CIENTIFICOS / Y SUS OBRAS UTILES / COMO EL ATLAS DE VENEZUELA / Y SU BIEN RECIBIDO CONCEPTO / ACERCA DE LA APERTURA DEL ISTMO DE PANAMA".

Sus obras geográficas sobre Venezuela y sus exploraciones de los istmos del Darién y Panamá fueron, en efecto, las contribuciones sobre las cuales se fundamentó el prestigio internacional de Codazzi entre los geógrafos del siglo XIX. Como ilustración de lo anterior, el autor de la reseña del Resumen de la Geografía de Venezuela, publicada en 1843 en The Journal of the Royal Geographical Society de Londres, escribió que la obra "nos ofrece una visión más completa y sistemática de la que poseíamos antes sobre el territorio de Venezuela, o sobre cualquier otro territorio ocupado por la raza española en el Nuevo Mundo". El barón Alexander von Humboldt calificó los trabajos geográficos de Codazzi en Venezuela como "hitos en la historia de la ciencia", y respaldó el parecer de J.B. Boussingault, F. Arago, E. de Beaumont y J.M. Savary, miembros del Instituto de Francia, quienes manifestaron en su informe que dichos trabajos "deben considerarse como documentos preciosos para la historia política de América y para la historia natural de la tierra".

A pesar de haber constituido una empresa de mucha mayor envergadura y complejidad, la Geografía de la Nueva Granada no fue objeto de tanta publicidad como la de Venezuela. Codazzi murió sin concluir los trabajos de campo y, aparte de los informes de la Comisión Corográfíca publicados en la Gaceta Oficial y una edición inconclusa de la Geografía física y política de las provincias de la Nueva Granada, correspondió a sus asistentes y seguidores completar y publicar los mapas de la República. La muerte también evitó que las contribuciones de Codazzi a la geografía se expandieran más al sur del continente. Se afirma que, poco después de conocerse en Bogotá la noticia de su fallecimiento, en febrero de 1859, llegó a la capital una carta del presidente del Perú, Ramón Castilla, con un contrato para que Codazzi iniciara la exploración y descripción de ese país.

En el plano local de Colombia y Venezuela, Codazzi ha pasado a la historia no sólo como el geógrafo y explorador más distinguido de ambos países, sino como una de sus figuras nacionales más conspicuas. En el plano mundial, su contribución a la ciencia se percibe mejor al ubicarla dentro del contexto del desarrollo internacional de la geografía. La vida de Codazzi transcurrió en una época considerada como la edad clásica de la geografía científica, la exploración continental y los mapas nacionales. Por una curiosa coincidencia, el fin de esa edad clásica se ha fijado en el mismo año de su muerte, 1859, cuando también murieron Alexander von Humboldt y Kari Ritter, a quienes se ha honrado, "por aclamación nacional", según escribió R.E. Dickinson, como los fundadores de la geografía moderna.


 

Al concluir la era de los descubrimientos y los grandes viajes marítimos, que tuvo lugar entre fines del siglo XV y fines del XVIII, la mayor parte del planeta había sido ya visitada por los europeos y el mapa del mundo estaba casi completo. No obstante, al comenzar el XIX, el interior continental de Asia, Africa y América permanecía virtualmente inexplorado. En las cartas geográficas todavía figuraban accidentes quiméricos de la topografía, como los inexistentes Montes de la Luna en Africa central, o un presunto gran mar interior en Australia. En América del Sur, aun cuando la mayor parte de las regiones habían sido ya visitadas, persistía una gran ignorancia en cuanto a la distribución y características del relieve y las cuencas hidrográficas. Además, como señaló Tom B. Jones, para los europeos que habitaban fuera de la Península Ibérica, América del Sur era casi tan oscura como el continente negro.

A partir de los viajes de Humboldt por México, el Orinoco y los Andes entre 1799 y 1803, el progreso fue relativamente rápido. Son notables las exploraciones de J.B. Boussingault en Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela entre 1822 y 1842, A.D. D'Orbigny en el Brasil, Uruguay y Argentina entre 1826 y 1833, y King y Fitzroy en Argentina y Chile, entre 1826 y 1830. Sin embargo, como señaló J.N.L. Baker, autor de una de las obras más importantes de este siglo sobre la historia de los descubrimientos geográficos, el verdadero momento inicial de la exploración sistemática en Sur América correspondió a la obra de Agustín Codazzi. Este punto ya lo habían anotado los comisionados del Instituto de Francia en el acta de la sesión del 15 de marzo de 1841, cuando declararon que "los trabajos del señor Codazzi están destinados a servir de base a la geografía del interior de la América Meridional, sobre la cual no se tienen todavía datos positivos, fuera de algunas determinaciones aisladas hechas por Fidalgo y Humboldt". El propio Humboldt reconoció la deuda de la ciencia para con el italiano, cuando escribió en carta a Codazzi: "Lo que yo traté de hacer en un viaje rápido, al recoger algunos datos sobre las posiciones astronómicas e hipsométricas de Venezuela y la Nueva Granada, ha encontrado en sus nobles investigaciones. Señor, una confirmación y una ampliación que superan mis esperanzas".

La obra de Codazzi corresponde a las dos facetas más visibles de la evolución de la geografía a partir de mediados del siglo XIX. Por una parte, a la faceta que T.W. Freeman calificó como la más fundamental para el desarrollo científico de la disciplina, la adquisición de la "materia prima" del conocimiento geográfico por parte de viajeros, exploradores e investigadores de campo. Por otra, la orientación de la geografía hacia fines utilitarios, es decir, la satisfacción de necesidades prácticas de las sociedades y sus gobiernos. Codazzi consideraba con modestia que la ciencia era una posesión exclusiva de "los ilustres hombres de autoridad científica, conocidos aquí y en Europa". En cuanto a su propio trabajo, lo describió sin pretensiones: "En la situación en que me encontraba", escribió en 1857, "como encargado de levantar las Cartas Geográficas de las provincias de la República, y escribir la Geografía particular de ellas, yo conocí, y debía conocer y estudiar los trabajos de Caldas, Humboldt y Talledo y las geografías modernas; no por hacer alarde de científico, que nunca lo he sido, ni menos por darme ínfulas de maestro, porque jamás he pretendido serlo, ni mucho menos por sostener mis opiniones queriendo aparecer infalible: esas cosas pueden ser propias solamente de los doctores que enseñan en las cátedras, o de aquellos escritores que se hacen intérpretes de la opinión pública; y no de aquel que, como yo, se ocupa en un trabajo positivo, siendo uno de sus deberes situar los puntos con la exactitud que suministran los instrumentos y los cálculos".

La lista de "ilustres hombres de autoridad científica", para Codazzi, estaba encabezada por el barón Von Humboldt, a quien describió como "el célebre viajero que con sus obras ilustró el mundo, que fue el primero que dio a conocer estas regiones a la Europa, y que hoy es todavía la primera ilustración, la más grande notabilidad científica del universo". Se ha dicho que en todos sus viajes de exploración Codazzi llevaba consigo una copia de Voyages aux régions équinoxiales du Nouveau Continente, sin duda la obra más distinguida de Humboldt. Entre sus demás fuentes científicas, para el diseño del plan general de sus obras descriptivas y para los temas etnográficos, utilizó al geógrafo italiano Adriano Balbi, cuyo Abrégé de Géographie es uno de los textos geográficos más populares y difundidos de todos los tiempos. Para el estudio de la fauna sus referencias principales fueron los naturalistas franceses F.D. Roulin y Sabine Berthelot, y para la flora el naturalista español Ramón de la Sagra. Entre los científicos "conocidos aquí", el más eminente para Codazzi era Francisco José de Caldas, cuyas observaciones, publicadas en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, estimaba como un auténtico modelo para la descripción física del país. En cuanto a las cartas geográficas, un inventario de los archivos de la Comisión Corográfica, llevado a cabo por el bibliotecario nacional en 1868, revela la utilización por parte de Codazzi de más de 200 mapas españoles y republicanos. Particular confianza depositaba en los mapas de Humboldt, en la Carta Corográfica del Nuevo Reino de Granada diseñada por el ingeniero militar español Talledo y Rivera, y en las cartas oceanográficas del brigadier Joaquín Francisco Fidalgo.

El principio metodológico de Codazzi era el de realizar "observaciones directas, científicas y repetidas" con la ayuda de instrumentos. En el contrato para el levantamiento de la carta geográfica de la Nueva Granada, se estipula que el gobierno le suministró "un sextante, un horizonte artificial, dos barómetros, dos cronómetros, un teodolito, un nivel de anteojo, dos termómetros, una aguja pequeña, un nivel pequeño y un higrómetro". Manuel Ancízar, secretario de la Comisión Corográfica en sus primeras expediciones, describió vividamente las observaciones de campo de Codazzi: "El continuo estudio profesional y la gran facilidad de aplicación que adquirió durante los diez años gastados en levantar los mapas de Venezuela, habían hecho de su cabeza un repertorio de fórmulas tan perfectas, que no había problemas que no resolviera ni cálculo que no terminara brevemente y como jugando; encontrándose, por otra parte, tan familiarizado con la naturaleza y los accidentes de estos países caracterizados y definidos por los Andes, que le bastaba subir a una eminencia y echar una ojeada para adivinar la dirección y ramificaciones principales de las cordilleras, la forma de sus rampas invisibles deducidas de las que, opuestas, se presentaban a la vista, la existencia y hasta el caudal de los riachuelos y ríos a que la configuración y extensión de las hoyas debía dar lugar y, en suma, gran número de pormenores que para otro observador habrían sido secretos".

El "estudio profesional" al que se refiere Ancízar tuvo sus orígenes en la formación militar que recibió Codazzi en Italia entre mediados de 1811 y principios de 1813, cuando se incorporó como voluntario en los ejércitos napoleónicos. Todos los indicios señalan que la influencia principal que en sus primeros años de soldado gravitó sobre él, fue el mayor Pier Damiano Armandi, del Real Regimiento de Artillería a Caballo, superior de Codazzi al comienzo de la campaña italiana. Destacado alumno de la Escuela Militar de Artillería e Ingeniería de Módena, la más antigua e importante del reino de Italia, Armandi era particularmente diestro en matemáticas. Los primeros biógrafos de Codazzi concuerdan en afirmar que Armandi orientó a su joven protegido hacia la Academia de Pavía, después de haber permanecido éste algún tiempo en la de Bologna. Dejando aparte las discusiones que podrían suscitarse en torno a los verdaderos establecimientos donde Codazzi recibió entrenamiento militar, existe una clara vinculación entre sus conocimientos y métodos geográficos y el arte militar que se enseñaba en las mencionadas escuelas. El examen del programa académico de Módena, sobre el cual se diseñaron los de Bologna y Pavía, y que a su vez seguía los modelos de la Escuela Politécnica de Francia y la Escuela Práctica de Metz, descubre los fundamentos del conocimiento técnico del futuro geógrafo de Colombia y Venezuela. La enseñanza se dividía en dos ramas principales: artillería y fortificación. Esta última se convertiría en el punto de enlace entre la disciplina militar de Codazzi y la geografía. Entre las materias del arte de la fortificación se incluían la "matemática sublime" y la matemática aplicada, aritmética, geometría, trigonometría, álgebra, física, química, arquitectura civil, construcción de fuertes regulares e irregulares, ataque y defensa de fortalezas, minado y contraminado. En la formación de los ingenieros militares se ponía énfasis especial en la exploración, la agrimensura y la cartografía, que se entendían como aplicaciones especiales de la geometría práctica y la geometría descriptiva. Estas disciplinas suponían la utilización de instrumentos de medición, la realización de operaciones geodésicas, el cálculo del área de objetos sólidos y el dominio de la perspectiva, la gnomótica, el levantamiento de cartas geográficas y la estereotomía, o talla de la piedra. En las prácticas de campo se asignaba capital importancia a la exploración, o reconocimiento militar, y a la cartografía. Al menos uno de los oficiales educados en Módena entre 1811 y 1812 se convertiría en geógrafo: el teniente Giuseppe Campilanzi, quien iría a servir en el ejército de Joaquín Murat, rey de Napóles, con el cargo de ingeniero geógrafo, y luego viajaría a América, donde su rastro desaparece.

Los primeros trabajos geográficos de Codazzi en Venezuela son ejemplos genuinos de la aplicación práctica en América del Sur de la ingeniería militar, con influencia francesa, que se enseñaba en Módena, Bologna y Pavía. En la hoja de servicios de Codazzi consta que en febrero de 1828 fue comisionado por el general Justo Briceño, comandante general de Zulia, para que como ingeniero practicara una serie de reconocimientos "para cerciorarse de los pasos vadeables que tuvieran los expresados ríos y los puntos por donde pudiera penetrar algún cuerpo de tropas españolas, cuya invasión se temía que tuviese lugar por la Guajira". En 1829 "fue encargado por el mismo señor general para formar un itinerario de movilización militar en tiempo de guerra y que comprendiera todo el expresado departamento de Zulia". Inmediatamente se le comisionó, "como inteligente artillero e ingeniero, para recorrer toda la barra de la laguna de Maracaibo y fortificar con baterías opuestas toda la parte accesible a un desembarco del enemigo".


La orientación "utilitaria" de la obra geográfica de Codazzi en Colombia y Venezuela es patente en los actos legislativos que le dieron origen. El decreto de 14 de octubre de 1830 del Congreso Constituyente Venezolano, se inicia con el siguiente considerando: "Que el levantamiento de planos, formación de itinerarios y cuadros estadísticos del Estado, es una empresa de la primera importancia para Venezuela, cuyos útiles efectos serán trascendentales a la mejor dirección de las operaciones militares, al conocimiento de los límites de las provincias, a la exactitud en el establecimiento de las contribuciones y el fomento de la agricultura, porque facilita la apertura y mejora de los caminos, el desagüe de los lagos y pantanos y la limpieza y navegación de los ríos". Motivos similares se exponen en la ley de 15 de mayo de 1839, que autorizó al poder Ejecutivo de la Nueva Granada a contratar ingenieros geógrafos para que adelantaran la descripción del país y levantaran las cartas geográficas. La opinión pública veía también con alborozo la realización de los trabajos, por las ventajas materiales que se aspiraba reportarían al país. En uno de los primeros comentarios periodísticos sobre la Comisión Corográfíca de Nueva Granada, El Neogranadino comentó: "Es preciso, para apreciar el mérito de estos mapas, verlos y compararlos con las vetustas cartas que poseemos, incompletas, defectuosas y por lo mismo inútiles para el estadista como para el sabio. En aquellas hallará cuanto desee el político, el comerciante, el agricultor, el militar; abrazando con una ojeada la división del territorio, sus vías de comunicación, sus producciones en los tres reinos de la naturaleza, y las posiciones defensables que debe estudiar el guerrero para sostener un día la integridad del territorio y la independencia de la patria"


 
Tomado de la Rewd Cultural del Banco de la Republica de Colombia

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