sábado, 10 de septiembre de 2011

Bolívar en la cumbre de Los Andes

Dr. Carlos Chalbaud Zerpa
Los miembros de la Junta Pro-Monumento al Libertador en el Pico Bolívar, constituida en febrero de 1931, se proponían conquistar la cumbre para levantar en esta máxima altura un busto al Padre de la Patria. La junta consiguió en Enrique Bourgoin un hombre tenaz y afortunado, porque ya en 1922 Moritz Blumenthal había estado a un palmo de la cumbre, y en 1931 los alpinistas Luthy y Smith llegaron también muy cerca.
La suerte de Bourgoin consistió, precisamente, en que los alpinistas suizos e ingleses se enfrentaron a factores extrínsecos en la montaña que los hicieron desistir.
Pero más que un sentimiento deportivo andinista reiterado, en Bourgoin lo que privaba ante todo era un fijo espíritu patriótico y una pertinacia por hollar la cumbre. De los doce miembros que inicialmente constituyeron la junta, apenas el Dr. Rodolfo Santiago G. Bourgoin persistió hasta 1935, y cuando coronó la montaña como Jefe de la Expedición logró su objetivo. Pero más nunca volvió a la Sierra Nevada.
A instancias del propio Bourgoin, el pintor y escultor Marcos León Mariño construyó, en 1933, un busto en cobre por el sistema de la galvanoplastia, que a pesar de su gran tamaño era lo suficientemente liviano para llevarlo, dividido en dos partes, a hombros hasta la cumbre de la montaña. El busto era hueco, medía un metro de alto y pesaba unos treinta kilos. La cabeza, elaborada con mucho detalle, copiaba magníficamente las facciones de Bolívar idealizado: frente de fruncido ceño y actitud majestuosa; tórax, con uniforme bordado en hojas de laurel; sobre el hombro izquierdo los flecos de la charretera y, sobre el derecho, la capa.

En la base llevaría una placa en bronce, con la siguiente inscripción: “Libertador: la cumbre más alta de Los Andes, es aún pequeño pedestal para tu Gloria”, dictada por el escritor merideño Eloi Chalbaud Cardona.
El proyecto de colocar el busto en la cima se vino enfriando; y éste permaneció por casi veinte años, en sitio de honor, en el salón principal de la casa de habitación del Dr. Bourgoin.
En el año de 1950, la idea de llevar la escultura a la cumbre había cobrado de nuevo vida. Los excursionistas merideños se propusieron ponerla en el pináculo de Venezuela el mismo día que fuese reinaugurada la estatua de El Libertador Simón Bolívar en la Avenida de las Americas en Nueva York, y trabajaron tezoneramente para lograr los fondos necesarios para la empresa. Meritoria labor realizó, con tal fin, en Caracas, el Dr. Rodolfo Santiago Guerrero.
El sonado "reto de Vinci", que había introducido innovaciones técnicas y otra mentalidad en la Sierra Nevada de Mérida, estimuló las expediciones aquel año de 1951. El 16 de febrero, a los pocos días del escalamiento del Flanco Norte por Vinci, el Dr. Luis Ruiz Terán, acompañado del estudiante Gabriel Jelambi y del guía Domingo Peña, hizo un recorrido interesante por dicho flanco del Pico Bolívar; también en febrero estuvieron en el glaciar Timoncito el Sr. Mikuski con su esposa; y en la Semana Santa de aquel año, el autor de esta Historia intentó escalar la cumbre por la ruta de Weiss en compañía de los estudiantes Miguel Febres, Hugo Parra Febres, Roberto Velazco, Rubén Ardila y Luis Sánchez. Sánchez y quien esto escribe se desviaron en la roca del Miradero hacia la izquierda y coronaron y bautizaron el picacho allí existente con el nombre de “La Salle”. Les sirvió de guía Domingo Peña.
Tomado del libro “La Sierra Nevada de Mérida”. Capitulo 26. Segunda parte. Con permiso del autor.

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