Hace
muchos millones de años debió bullir en
aquellas montañas una intensa vida, pues estuvo sumergida en el mar y
posteriormente sería una isla tropical, cubierta de palmeras y helechos y
habitada por mil especies de insectos y pájaros. Pero eso ocurría antes de que
apareciera el hombre en la Tierra y en el transcurso de toda la historia humana
el Everest habrá sido una montaña cubierta de eternas nieves.
Si los nepaleses
y los tibetanos nunca se han atrevido a escalarla, es casi seguro que no
conquistaría su cumbre el hombre primitivo. Puede, pues, consignarse el 20 de
mayo de 1922 como la fecha en que el hombre puso sus plantas por vez primera en
el Everest, pero la historia no registra aún con certeza cuál de los cuatro
escaladores fue el primero en sentar el pie sobre el declive que conduce a la
montaña partiendo del Collado Norte. Se menciona, sin embargo, a Morshead como
primero de la cuerda al emprender la marcha: tal vez le corresponde, pues,
aquel honor. Y será muy adecuado, pues pertenece al Servicio Topográfico de la India,
que descubrió la montaña, preciso antes que nadie su altitud y le dio el nombre
de un antiguo jefe, el inspector general Sir George Everest.
Monte Everest,
también llamado Chomolungma (“diosa madre del mundo”) en el Tibet y el Sagarmatha (“diosa del cielo”) en
Nepal. El Monte Everest es el pico más alto del mundo con una altitud de 8,850 metros
de alto. La montaña recibió su nombre oficial en 1965 en honor a Sir George
Everest del Servicio Topográfico de la India, quien realizó los mapas de la
India continental.
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