Bajo el título de “The Ascent of Pico Bonpland”,
Gunther publicó un trabajo en “The Alpine Journal”, en noviembre
de 1941.VOL LIII No. 263
Traducción
del Dr. Carlos Chalbaud Zerpa.
“Mi visita a
Los Andes Venezolanos en febrero de 1939,
fué digna de ser reseñada. Sin embargo, el Pico Bonpland, el último de
los gigantes, no había sido escalado. En la Sierra de Mérida hay cuatro grandes picos nevados:
el Pico Bolívar, el más alto (5.005 metros), fue primero escalado en 1936 por
el Dr. Franz Weiss; el segundo, el Pico Humboldt (4.945 metros), fue
escalado por el Dr. Alfredo Jahn en 1911; el tercero. La Concha (4.922 metros), por
Weiss y por quien suscribe en 1939; el cuarto, el Pico Bonpland (4.894 metros), y un
pico adyacente al Pico Bolívar, el Pico Columna Sur (4.900 metros), no
habían sido conquistados.
De nuevo en Mérida
Hay todavía
un número limitado de picachos sobre las aristas de los principales picos tales
como el Gran Gendarme (Picacho de! Vértigo, de 4.950 metros) y las
Damas Inglesas, sobre La Concha, que brindan una escalada emocionante.
La
comunicación con Mérida, la meseta montañesa desde la cual comienzan las
expediciones a la Sierra,
ha mejorado en el último año. Las compañías petroleras que operan en la cuenca
del Lago de Maracaibo han construido para el Gobierno Venezolano una magnífica
carretera a lo largo de los bosques por muchos kilómetros al Este de la costa
del lago, pasando a través de los grandes campos petroleros: La Rosa-Cabimas, Tía
Juana, Lagunillas, Bachaquero y Mene Grande.
Motatán y
Valera, a través de la Gran Carretera Trasandina, está ahora a sólo 4 horas de
Maracaibo; Timotes, en la zona templada, a 6 horas y Mérida a doce.
Mérida, para
la época en que Blumenthal visitó la ciudad (1922), era ideal para que pasaran
una semana de expedición los visitantes procedentes de los campos petroleros de
la tierra de Bolívar. Actualmente está a dos días de Trinidad: un día por avión
hasta Maracaibo y otro en automóvil hasta las tierras merideñas. Con el Sr.
K.W. Barr, geólogo, salí desde Puerto España hasta Maracaibo el 26 de enero de 1940
por vía aérea, y llegué a Mérida por carretera al día siguiente. El lunes 29 de
enero, nuestra caravana compuesta por cinco mulas dejó a Mérida, rumbo al Alto
del Páramo por el Paso del Toro, sitio donde levantamos el Campamento I a 4.200 metros. Domingo
Peña, nuestro guía de la primera vez, y tres porteadores esperaban en La
Agnada, la casa a mitad del camino, sobre el límite del bosque. Al día
siguiente, a una hora del Campamento I, Barr fue afectado por la enfermedad de
las alturas de la cual nunca sanó completamente. A pesar de esto, nos dirigimos
desde el Campamento I en Pico Espejo al Campamento III, a 14.800 pies del Glaciar
de Timoncito.
En el Pico
Espejo me separé de los porteadores impensadamente, debido a la neblina de la
tarde. Junto con Barr pasé horas angustiosas hasta que ellos contestaron a mis
gritos al comienzo del “mauvais pas” o desfiladero del infierno, para descender
luego hasta el glaciar. Indudablemente es un paraje éste que amerita mucha
precaución para ser salvado.
Los miembros
de la expedición pasamos el siguiente día, la mayor parte del tiempo, dentro de
los sacos de dormir, haciendo comentarios sobre el mal de páramo y sus
consecuencias como la pérdida total del apetito. Así transcurrió el miércoles
31 de enero.
El Campamento
I un muro en forma de U, de dos pies de alto, cubierto con una tienda de
campaña que, albergaba los sacos de dormir para Barr y para una cocinilla, ollas y sartenes y los
alimentos necesarios. El desayuno y la cena los tomábamos, de mala gana, en la
cama por el frío de la mañana y el de la tarde avanzada, y preferiblemente
calientes. El sol aparecía en el campamento a las siete de la mañana y se ponía
después de las tres de la tarde, de donde las noches resultaban muy largas. La
temperatura bajaba -8°C
para congelar nuestras comidas y los arroyuelos que manaban del glaciar.
El plan para el 1° de febrero fue
hacer un reconocimiento del Pico Columna Sur (El Abanico, que inicialmente se
llamó también El Solitario), que se remonta aproximadamente 200 pies sobre la Garganta Bourgoin.
El Glaciar de Timoncito, que conduce a la cumbre era una empinada mole de hielo
de 100 pies,
que reviste la roca, y donde es recomendable utilizar la cuerda. Desde la parte
Sur, una canal amplia y pendiente de hielo y nieve se empina contra la cara del
Pico Columna Sur, para terminar en una cresta rocosa dentada. La cima parecía
fácil de alcanzar, pero la inclinación de la pendiente nevada de unos 50 a 60° hacia el glaciar de
abajo nos impidió llegar hasta ella, aún en la parte más baja, por lo que
preferimos, el Guía y yo, desechar esta ruta y desviarnos hacia la verdadera
cumbre del Pico Bolívar, en el lado opuesto y siguiendo la cresta hacia el
Oeste. Este ascenso al Pico Bolívar, desde la Garganta Bourgoin,
se hace a través de una cornisa estrecha de nieve helada. A los 40 minutos de
haber abordado la cresta, y tras un lento caminar por la arista helada llegamos
a una pendiente final de roca y rehielo, donde encontramos una chimenea de 15 pies que daba acceso al
punto más alto de Venezuela. El ascenso al Pico Bolívar por esta ruta (Ruta
Bourgoin) podría no presentar dificultades a menos que se haga sin experiencia.
La otra ruta sobre la pared cercana al Gran Gendarme (La Ruta Weiss) y que llega
hasta la arista Suroeste del pico, puede eventualmente ser la vía más fácil y
popular.
El Pico Bonpland (4.894 metros) forma
con su gemelo el Pico Humboldt (4.945 metros) el grupo de La Corona.
El Pico fue denominado así en
honor de Aimé Bonpland, botánico que acompañó a Humboldt, el naturalista, en
los viajes a Venezuela en 1799-1800. El grupo de La Corona, con el enorme
glaciar que lo recubre hacia el Sur, da la sensación de ser inaccesible y no
había sido escalado antes. El año pasado, durante mi ascenso al Pico de la Concha se me hizo claro que
el Bonpland podía ser abordado siguiendo la cabecera del cauce de la quebrada
de Timoncito, un anfiteatro colosal de un valle entre la ensillada del Bonpland
y La Concha. Por
lo tanto mi plan para este año era establecer un nuevo campamento bajo el Pico
Bonpland, al pie del morro del Glaciar de la Plazuela, a una altitud
aproximada de 14.500
pies, desde el cual el ascenso de la montaña podría
hacerse solamente a través del mismo glaciar.
En la mañana del 3 de febrero nos
reunimos en el campamento de Timoncito con Domingo Peña y tres porteadores
ligeramente cargados, con suministros suficientes para vivaquear una noche. A
una hora de distancia del campamento, Barr se enfermó de nuevo; y convencido yo
que las posibilidades de éxito de la expedición mejorarían si prescindíamos de
él, éste decidió regresar a Timoncito y de allí salió para La Aguada el día siguiente,
rumbo a Mérida, con uno de los porteadores.”
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