lunes, 18 de junio de 2012

THE ASCENT OF PICO BONPLAND. A.E. Gunther


Bajo el título de “The Ascent of Pico Bonpland”, Gunther publicó un trabajo en “The Alpine Journal”, en noviembre de 1941.VOL LIII No. 263
Traducción del Dr. Carlos Chalbaud Zerpa.
“Mi visita a Los Andes Venezolanos en febrero de 1939,  fué digna de ser reseñada. Sin embargo, el Pico Bonpland, el último de los gigantes, no había sido escalado. En la Sierra  de Mérida hay cuatro grandes picos nevados: el Pico Bolívar, el más alto (5.005 metros), fue primero escalado en 1936 por el Dr. Franz Weiss; el segundo, el Pico Humboldt (4.945 metros), fue escalado por el Dr. Alfredo Jahn en 1911; el tercero. La Concha (4.922 metros), por Weiss y por quien suscribe en 1939; el cuarto, el Pico Bonpland (4.894 metros), y un pico adyacente al Pico Bolívar, el Pico Columna Sur (4.900 metros), no habían sido conquistados.
De nuevo en Mérida
Hay todavía un número limitado de picachos sobre las aristas de los principales picos tales como el Gran Gendarme (Picacho de! Vértigo, de 4.950 metros) y las Damas Inglesas, sobre La Concha, que brindan una escalada emocionante.
La comunicación con Mérida, la meseta montañesa desde la cual comienzan las expediciones a la Sierra, ha mejorado en el último año. Las compañías petroleras que operan en la cuenca del Lago de Maracaibo han construido para el Gobierno Venezolano una magnífica carretera a lo largo de los bosques por muchos kilómetros al Este de la costa del lago, pasando a través de los grandes campos petroleros: La Rosa-Cabimas, Tía Juana, Lagunillas, Bachaquero y Mene Grande.
Motatán y Valera, a través de la Gran Carretera Trasandina, está ahora a sólo 4 horas de Maracaibo; Timotes, en la zona templada, a 6 horas y Mérida a doce.
Mérida, para la época en que Blumenthal visitó la ciudad (1922), era ideal para que pasaran una semana de expedición los visitantes procedentes de los campos petroleros de la tierra de Bolívar. Actualmente está a dos días de Trinidad: un día por avión hasta Maracaibo y otro en automóvil hasta las tierras merideñas. Con el Sr. K.W. Barr, geólogo, salí desde Puerto España hasta Maracaibo el 26 de enero de 1940 por vía aérea, y llegué a Mérida por carretera al día siguiente. El lunes 29 de enero, nuestra caravana compuesta por cinco mulas dejó a Mérida, rumbo al Alto del Páramo por el Paso del Toro, sitio donde levantamos el Campamento I a 4.200 metros. Domingo Peña, nuestro guía de la primera vez, y tres porteadores esperaban en La Agnada, la casa a mitad del camino, sobre el límite del bosque. Al día siguiente, a una hora del Campamento I, Barr fue afectado por la enfermedad de las alturas de la cual nunca sanó completamente. A pesar de esto, nos dirigimos desde el Campamento I en Pico Espejo al Campamento III, a 14.800 pies del Glaciar de Timoncito.
En el Pico Espejo me separé de los porteadores impensadamente, debido a la neblina de la tarde. Junto con Barr pasé horas angustiosas hasta que ellos contestaron a mis gritos al comienzo del “mauvais pas” o desfiladero del infierno, para descender luego hasta el glaciar. Indudablemente es un paraje éste que amerita mucha precaución para ser salvado.
Los miembros de la expedición pasamos el siguiente día, la mayor parte del tiempo, dentro de los sacos de dormir, haciendo comentarios sobre el mal de páramo y sus consecuencias como la pérdida total del apetito. Así transcurrió el miércoles 31 de enero.
El Campamento I un muro en forma de U, de dos pies de alto, cubierto con una tienda de campaña que, albergaba los sacos de dormir para Barr y para  una cocinilla, ollas y sartenes y los alimentos necesarios. El desayuno y la cena los tomábamos, de mala gana, en la cama por el frío de la mañana y el de la tarde avanzada, y preferiblemente calientes. El sol aparecía en el campamento a las siete de la mañana y se ponía después de las tres de la tarde, de donde las noches resultaban muy largas. La temperatura bajaba -8°C para congelar nuestras comidas y los arroyuelos que manaban del glaciar.

El plan para el 1° de febrero fue hacer un reconocimiento del Pico Columna Sur (El Abanico, que inicialmente se llamó también El Solitario), que se remonta aproximadamente 200 pies sobre la Garganta Bourgoin. El Glaciar de Timoncito, que conduce a la cumbre era una empinada mole de hielo de 100 pies, que reviste la roca, y donde es recomendable utilizar la cuerda. Desde la parte Sur, una canal amplia y pendiente de hielo y nieve se empina contra la cara del Pico Columna Sur, para terminar en una cresta rocosa dentada. La cima parecía fácil de alcanzar, pero la inclinación de la pendiente nevada de unos 50 a 60° hacia el glaciar de abajo nos impidió llegar hasta ella, aún en la parte más baja, por lo que preferimos, el Guía y yo, desechar esta ruta y desviarnos hacia la verdadera cumbre del Pico Bolívar, en el lado opuesto y siguiendo la cresta hacia el Oeste. Este ascenso al Pico Bolívar, desde la Garganta Bourgoin, se hace a través de una cornisa estrecha de nieve helada. A los 40 minutos de haber abordado la cresta, y tras un lento caminar por la arista helada llegamos a una pendiente final de roca y rehielo, donde encontramos una chimenea de 15 pies que daba acceso al punto más alto de Venezuela. El ascenso al Pico Bolívar por esta ruta (Ruta Bourgoin) podría no presentar dificultades a menos que se haga sin experiencia. La otra ruta sobre la pared cercana al Gran Gendarme (La Ruta Weiss) y que llega hasta la arista Suroeste del pico, puede eventualmente ser la vía más fácil y popular.
El Pico Bonpland (4.894 metros) forma con su gemelo el Pico Humboldt (4.945 metros) el grupo de La Corona.
El Pico fue denominado así en honor de Aimé Bonpland, botánico que acompañó a Humboldt, el naturalista, en los viajes a Venezuela en 1799-1800. El grupo de La Corona, con el enorme glaciar que lo recubre hacia el Sur, da la sensación de ser inaccesible y no había sido escalado antes. El año pasado, durante mi ascenso al Pico de la Concha se me hizo claro que el Bonpland podía ser abordado siguiendo la cabecera del cauce de la quebrada de Timoncito, un anfiteatro colosal de un valle entre la ensillada del Bonpland y La Concha. Por lo tanto mi plan para este año era establecer un nuevo campamento bajo el Pico Bonpland, al pie del morro del Glaciar de la Plazuela, a una altitud aproximada de 14.500 pies, desde el cual el ascenso de la montaña podría hacerse solamente a través del mismo glaciar.
En la mañana del 3 de febrero nos reunimos en el campamento de Timoncito con Domingo Peña y tres porteadores ligeramente cargados, con suministros suficientes para vivaquear una noche. A una hora de distancia del campamento, Barr se enfermó de nuevo; y convencido yo que las posibilidades de éxito de la expedición mejorarían si prescindíamos de él, éste decidió regresar a Timoncito y de allí salió para La Aguada el día siguiente, rumbo a Mérida, con uno de los porteadores.”

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