viernes, 31 de diciembre de 2021

JESUS ARAUJO CONTRERAS "CASTOREÑO" 100 AÑOS DE VIVENCIAS MERIDEÑAS

 


 

 

UN LEGADO PARA LA POSTERIDAD

LA OBRA DE MANUEL DE LA FUENTE

UN LEGADO PARA LA POSTERIDAD

LA OBRA DE MANUEL DE LA FUENTE


 

Cádiz es un puerto de España,  en el cual atracan barcos de distintas partes del mundo; precisamente de allí, en  su tierra natal, izó velas rumbo a América, un joven con sueños de estabilidad y servicio, dejando atrás, la patria amada, la cual, le enseñó el arte en todas sus dimensiones, oficio artístico que puso de manifiesto  desde su arribo constituyéndose en manifiesto y legado cultural de Venezuela.

 

Gaditano andino es Manuel de la Fuente, hombre de creíble dialogar en cuyas manos reposan  las musas del  delinear escultórico, virtud y talento comprobable en obras como la india Tibisay en Los Chorros de Milla, la cubista obra dedicada a las madres  diagonal al aeropuerto, sumándole a estas una serie de figuras como los toros de lidia, las multitudes y oleos de impresionante colorido y luz.

 

De la Fuente tuvo la genial idea de bautizar a su hijo con el nombre de Fidias, ¡!!Acaso una premonición!!!

 

Los cierto es que su hijo, le hizo honor a su nombre y se convirtió en arquitecto; por reata le viene  al galgo, siendo este genial  merideño un diseñador de automóviles en Japón,  estando entre sus delineaciones, el Yaris, coche Japonés de trazos merideños.

 

Con Manolo hemos compartido muchos ratos  de dialogo. Hierve en sus pechos la pasión taurina, de hecho, en los albores de nuestra plaza monumental,  probo suerte ante los toros en plan de aficionado, siendo hoy día el autor de varias figuras escultóricas de toreros, entre ellas, la de su buen amigo y excepcional hombre de luces, Francisco Ruiz Miguel y el tragicamente desaparecido Paquirri.

 

Manolo le dio a Mérida, su ciudad,  la figura egregia de “Manolete” la cual estuvo a la entrada principal de la plaza de toros, como también, la de Cesar Girón, inerte figura humana, la cual oteo por muchos años el surgir contemporáneo de la facultad de derecho, hasta que en nefasta mañana de disturbios, varios jóvenes en rebeldía,  lo arrancaron de su plinto y los volvieron añicos.

 

Escultor, pintor, restaurador y curador de grandes obras  de arte, su máximo logro es su familia, su esposa, su hija María  Jesús hermosa como los pies de la virgen y  el genial Fidias, estando seguros que aquel, el del imperio  Romano, se siente orgullosos de que este merideño de la contemporaneidad, lleve su nombre, pues la idoneidad se queda chica al lado del ejecutar oficioso  del hijo de Manolo.

 

Fue  Manuel de la Fuente un merideño Gaditano andino que le dio a su ciudad  lo más hondo de si, plasmado en bronces que le dan a la misma, aires de metrópoli culta.

 

Cádiz es un puerto de España,  en el cual atracan barcos de distintas partes del mundo; precisamente de allí, en  su tierra natal, izó velas rumbo a América, un joven con sueños de estabilidad y servicio, dejando atrás, la patria amada, la cual, le enseñó el arte en todas sus dimensiones, oficio artístico que puso de manifiesto  desde su arribo constituyéndose en manifiesto y legado cultural de Venezuela.

 

Gaditano andino es Manuel de la Fuente, hombre de creíble dialogar en cuyas manos reposan  las musas del  delinear escultórico, virtud y talento comprobable en obras como la india Tibisay en Los Chorros de Milla, la cubista obra dedicada a las madres  diagonal al aeropuerto, sumándole a estas una serie de figuras como los toros de lidia, las multitudes y oleos de impresionante colorido y luz.

 

De la Fuente tuvo la genial idea de bautizar a su hijo con el nombre de Fidias, ¡!!Acaso una premonición!!!

 

Los cierto es que su hijo, le hizo honor a su nombre y se convirtió en arquitecto; por reata le viene  al galgo, siendo este genial  merideño un diseñador de automóviles en Japón,  estando entre sus delineaciones, el Yaris, coche Japonés de trazos merideños.

 

Con Manolo hemos compartido muchos ratos  de dialogo. Hierve en sus pechos la pasión taurina, de hecho, en los albores de nuestra plaza monumental,  probo suerte ante los toros en plan de aficionado, siendo hoy día el autor de varias figuras escultóricas de toreros, entre ellas, la de su buen amigo y excepcional hombre de luces, Francisco Ruiz Miguel y el tragicamente desaparecido Paquirri.

 

Manolo le dio a Mérida, su ciudad,  la figura egregia de “Manolete” la cual estuvo a la entrada principal de la plaza de toros, como también, la de Cesar Girón, inerte figura humana, la cual oteo por muchos años el surgir contemporáneo de la facultad de derecho, hasta que en nefasta mañana de disturbios, varios jóvenes en rebeldía,  lo arrancaron de su plinto y los volvieron añicos.

 

Escultor, pintor, restaurador y curador de grandes obras  de arte, su máximo logro es su familia, su esposa, su hija María  Jesús hermosa como los pies de la virgen y  el genial Fidias, estando seguros que aquel, el del imperio  Romano, se siente orgullosos de que este merideño de la contemporaneidad, lleve su nombre, pues la idoneidad se queda chica al lado del ejecutar oficioso  del hijo de Manolo.

 

Fue  Manuel de la Fuente un merideño Gaditano andino que le dio a su ciudad  lo más hondo de si, plasmado en bronces que le dan a la misma, aires de metrópoli culta. 


 

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