jueves, 9 de diciembre de 2021

LA CIUDAD ASENTADA SOBRE UN MONTE

 


 

LA CIUDAD ASENTADA SOBRE UN MONTE

CARLOS CHALBAUD ZERPA

Mérida, viernes 1 de Febrero 1994

 LA ENTRADA DEL NUEVO SIGLO

En 1895 tomó posesión de la Diócesis el Pbro. Dr. Antonio Ramón Silva como obispo titular, venía a aplacar a la naturaleza enloquecida con las plegarias, a la clerigalla alzada con el zurriago y a la feligresía irreverente con el expediente de la excomunión  (30). Mérida vio la luz eléctrica en 1890.

Ese mismo año, en abril, una bala de fusil le quitó la vida al Gral. Joaquín Crespo en la Mata de la Carmelera. La situación que se creó en el país le abrió las puertas a Los Andes en el devenir histórico nacional. El 23 de mayo del año siguiente, con sólo 60 hombres, el Gral. Cipriano Castro, acompañado entre otros amigos del compadre Juan Vicente Gómez, invadirá a Venezuela desde la frontera colombiana. A Mérida arribará el 9 de agosto, donde los habitantes le cerrarán las puertas. Las tropas con sus cabalgaduras, acamparon en el edificio de la Universidad, donde permanecieron apenas día y medio. Tras una fulminante campaña, los andinos restauradores llegaron al Capitolio de Caracas el 22 de octubre.

El Gral. Chalbaud Cardona, quien  estaba preso en La Rotunda de Caracas, cargado de grillos, por orden del Presidente Ignacio Andrade, fue puesto inmediatamente en libertad por Castro y designado Jefe Civil y Militar del Estado Mérida, lo que significó según los historiadores un cambio  profundo en la vida política merideña. Un nuevo grupo, el de los liberales, popularmente conocidos como “lagartijos”, “lurdes” o “cardonistas”, formado por hombres jóvenes, venía a desplazar a los oligarcas o “godos”. A pesar de que el país vivió entonces una de sus más feroces guerras civiles, en la cual se obligaron los caudillos de todas las regiones y banderías contra Castro y sus andinos, en Mérida no hubo ni presos ni torturas por razones políticas y los intelectuales se sentían protegidos por aquel mandatario regional de ideas liberales y que en sus horas libres era también poeta. Sus principales preocupaciones, dirá el Dr. Jesús Rondón Nucete, serán la instrucción pública, la apertura del camino de Mérida al lago de Maracaibo, la construcción de la Casa de Gobierno, la glorieta de la Columna y colocado en ésta el busto en bronce de Bolívar que aún la corona y otras obras de utilidad y ornato para la ciudad y el Estado. Por eso será recordado durante  mucho tiempo como un mandatario progresista (31),

El día de Año Nuevo de 1901, en las primeras de la madrugada, los cerros circunvecinos a la ciudad fueron iluminados por fogatas que anunciaron la entrada del siglo XX. Las casas de la ciudad habían sido blanqueadas en sus frentes, las calles desyerbadas y las plazas arregladas. En la noche del Año Nuevo, a las once y media, se congregaron en la Casa de Gobierno los empleados públicos que vestían sus mejores galas y de allí, el Presidente del Estado, el General Chalbaud Cardona con sus colaboradores  de confianza, todos de rigurosa etiqueta, se trasladaron a los acordes del Himno Nacional, entonado por la Banda de Música, a la Iglesia Catedral, donde fueron recibidos por el Obispo Silva quien los llevó hasta sus puestos de honor. El templo, iluminado por brillantes focos eléctricos, se encontraba  atestado de feligreses, y cuando en la torre sonaron las doce campanadas, el prelado entonó el TeDeum. Terminada la ceremonia religiosa, con el mismo protocolo, el primer Magistrado y su comitiva regresaron  a la Casa de Gobierno, donde todos se dieron el abrazo de Año Nuevo y Siglo Nuevo. Hasta el día 4 hubo procesiones cívicas, inauguración de monumentos, calles y plazas, actos públicos, discursos, veladas, representaciones teatrales, números musicales, recitaciones, himnos cantados por las Hijas de María, cuadros vivos iluminados por luces de bengala, banquetes para las autoridades y terneras para el pueblo; todo rociado con brandy, ron y zupia (32).

Para 1904 el gobierno del Gral. Cipriano Castro aparentemente está consolidado. El Gral. Juan Vicente Gómez se perfila como un brillante jefe militar que ha organizado un ejército fiel y disciplinado con el cual ha pacificado el país, destruido los caudillos tradicionales y se ha formado un prestigio indiscutible entre el ambiente militarista de la Venezuela de entonces.

Chalbaud Cardona no comparte ni los procedimientos ni las aspiraciones  de Castro de perpetuarse en el poder; y éste ve con recelo el creciente prestigio regional del Jefe de los Lourdes, quien en 1899 había salvado al gobierno castrista en la batalla de Alto de Uzlar, en el Estado Carabobo, donde combatieron 6.000 hombres al mando del Gral. José Manuel Hernández contra 1.500 del merideño, de quien fue el triunfo. Perderá la confianza de Castro y será separado del gobierno de Mérida, para ser nombrado Jefe Militar de la frontera colombiana y Senador. Volverá a la Presidencia de Mérida entre 1910 y 1914, ya afianzado en el poder el Gral. Gómez.

Hasta 1907 el suministro de agua potable a la ciudad se hacía por el  sistema de acequias y fuentes públicas que se denominaban pilas, donde los habitantes se abastecían y que se contaminaban frecuentemente con aguas negras provenientes de alambiques, chiqueros y retretes. La disentería amibiana era endémica y la fiebre tifoidea, que se conocía como tifus, hacía sus tenebrosas apariciones epidémicas. Fue entonces cuando Don Juan José Ignacio Lares, a la sazón Presidente del Estado, inauguró el acueducto, decretado por su antecesor Cardona. A través de la Hacienda de la Isla, se traían las linfas del río Albarregas, que salvaban el barranco del río Milla por medio de un puente de mampostería que aún existe, y venían a llenar la Caja de Agua de la parroquia de Milla.

La segunda torre de la Catedral fue concluida en 1907 y para entonces fue colocada la imagen en mármol de la Inmaculada, traída de Italia.

En 1908 el Gral. Castro viajó perentoriamente a Europa, enfermó de cuidado, en búsqueda de la salud, y dejó encargado del gobierno al Gral. Gómez, el hombre fuerte de su entera confianza.

NO VOLVERÍA JAMÁS A VENEZUELA.

Además del buen acueducto, Mérida cuenta ahora con una fábrica de fideos, otra de velas esteáricas, dos aserraderos mecánicos, varias fábricas de cigarrillos manufacturados a mano, y el señor Delamare ha entusiasmado a los moradores  de la ciudad con las primeras proyecciones cinematográficas efectuadas en el salón todavía en fábrica, levantado en el área de la antigua capilla del Colegio Seminario, donde estuvieron enterrados los Obispos Ramos de Lora y Hernández Milanés, cuyos restos se perdieron.

Dueño el Gral. Gómez del poder, su sentido común y espíritu práctico le permiten reorganizar el Ejército, transformar la hacienda pública y garantizar a las compañías inglesas y norteamericanas sus inversiones y la extracción del petróleo. Para llevar a cabo su labor escoge para formar su Consejo de Ministros a los intelectuales y científicos más ilustres y capaces de su época. Nunca un presidente de Venezuela ha tenido hasta el presente un equipo de ciudadanos tan distinguidos y eficaces en el manejo de la cosa pública.

En 1910 será conmemorado el centenario del Grito de Independencia y pasará el cometa Halley, provocando en la urbe la curiosidad y espanto ante la eventualidad de que la errante estrella pudiese chocar con la Tierra o la envolviese con su cabellera en mefíticos gases que provocasen la asfixia de la humanidad.

Para el 5 de julio de 1911 fue celebrado también el centenario de la independencia por el Gobierno Nacional. Al cual se adhirieron el Gobierno Regional, el Ayuntamiento emeritense, la Universidad y el clero de la Diócesis. De entonces quedaron el Himno del Estado y el Museo de la Curia Eclesiástica. En Caracas las festividades del centenario, presididas por el Gral. Gómez con invitados de muchos países, revistieron una solemnidad especial.

En 1916 llegó a Mérida, a hombros y desarmado, el primer automóvil para uso del Presidente del Estado. En Caracas ya existían  vehículos de motor desde 1905 y el primero fue propiedad del presidente Castro. El chofer y mecánico que manejó el primer automóvil en nuestra ciudad se llamó Alberto Duhamel. Los espectadores, que ya existían, ante el rumor de que el mencionado coche tenía una cantidad asombrosa de caballos que los hacían rodar, alborotaron establos y caballerizas con muchos bultos de pasto para venderlos al propietario.

En 1929 volaron en el cielo tres aeroplanos del Ejército Venezolano a considerable altura. Eran los pájaros más grandes que habían divisado los merideños desde que en 1912 el último cóndor surcó la serranía.

En 1930, en ocasión del centenario del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar, el Presidente del Estado, Gral. José R. Dávila hizo erigir en la plaza de su nombre la estatua ecuestre en bronce del Héroe.

En 1931, el consecuente emeritense Dr. Tulio Febres Cordero observaba que la ciudad había progresado mucho en construcciones y embellecimiento, merced al vigoroso impulso que la había dado apertura de la gran carretera transandina, que había quedado terminada en 1925. A lomo de mula, anteriormente, un viajero empleaba en llagar a Caracas quince u más días; con la apertura de la carretera, el primer automóvil invirtió en el mismo viaje apenas treinta horas en la marcha.

Dos meses antes de su fallecimiento, todavía el Dr. Febres Cordero dejó escrita una descripción de los municipios del Estado Mérida, en abril de 1938; la ciudad estaba formada entonces por los del Sagrario, Milla, Llano y Arias del Distrito Libertador y según el último censo de 1936 tenía un total de 21.884 habitantes, de los cuales 10.500 vivían en el casco urbano y el resto en vecindarios, aldeas y caseríos rurales.

Fue entonces cuando el Presidente del Estado, el Dr. Hugo Parra Pérez, hizo sembrar de truchas las lagunas y cursos de agua de los páramos, después de establecer una estación de piscicultura en “La Mucuy”. En 1958 se puso en servicio el Teatro Rex.

En 1940 la ciudad tendrá una estación radiodifusora  que se denominará “La Voz de la Sierra”, gracias a la iniciativa de los señores Adelmo M. Quintero y Roberto Strauss. También se puso en  servicio el edificio del Hotel Cordillera frente a la Plaza Bolívar. El Cuartel Rivas Dávila, que ocupa una manzana frente a la plazoleta  de La Columna, fue realizado por el gobierno del Gral. López Contreras según los planos ya  existentes cuando el Gral. Gómez, fue inaugurado en 1942 por el Gral. Isaías Medina Angarita. Este mandatario decretó el moderno Liceo Libertador que estaba a punto de ser concluido cuando ocurrió  su derrocamiento e inaugurado más tarde.

A finales del gobierno del Gral. López Contreras, en abril de 1941, un aeroplano voló sobre los techos de las casas merideñas causando entre los habitantes la natural emoción y se comenzaron los estudios preliminares para establecer aeropuerto en el Llano Grande, inexplicablemente paralizados por orden expresa del Gral. Medina Angarita durante su mandato. En octubre de 1946, gracias al empeño del presidente del Estado. Dr. Alberto Carnevali y por recomendación de la Junta Revolucionaria de Gobierno aterrizó el primer avión en el Llano Grande, un Lockeed bimotor de la Línea Aeropostal Venezolana piloteado por el capitán tovareño Benito Betancourt. En 1947 se establecieron los vuelos comerciales.


                  Pbro. Dr. Antonio Ramón Silva

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