viernes, 6 de enero de 2023

HISTORIA DE MERIDA, CARLOS E. CHALBAUD ZERPA CAPITULO QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO LITERATURA, ARTES PLÁSTICAS Y MÚSICA CONTORNO IDEAL

 

HISTORIA DE MERIDA, CARLOS E. CHALBAUD ZERPA

CAPITULO QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO

LITERATURA, ARTES PLÁSTICAS Y MÚSICA

CONTORNO IDEAL

 


Para 1620, cuando el gran viajero español Antonio Vázquez de Espinoza, carmelita descalzo, pasó por Mérida y describió a sus habitantes, que eran apenas 300 vecinos, dijo que la gente que nacía en este pueblo tenía excelencias sobre los demás de estas provincias, en ser todos, en común, hombres y mujeres, de crecidos cuerpos; criábanse con mucha salud los niños por la templanza del país y sallan de buenos ingenios.

A través de los siglos, los merideños fueron señalados por otros peregrinos ocasionales que visitaban la ciudad, como de genios agudos, despejados, amables, francos, dotados de precisión espiritual y amantes de la literatura, gracias al amor al trabajo, al clima saludable y al contorno hermoso de cerros y montañas.

Han descollado muchos de ellos en los estudios históricos, la narrativa y el ensayo; menos se destacaron como poetas; uno que otro sobresalió en las artes plásticas y pocos en la música.

A los doctores Tulio Febres Cordero, Caracciolo Parra Pérez y José Humberto, Cardenal Quintero, ya nos hemos referido ampliamente en capítulos anteriores como figuras importantes por sus escritos literarios e históricos. A su lado es justo que mencionemos otros personajes notables.

 

SEIS ESCRITORES DE OBRA DENSA

Gonzalo Picón Febres (1860-1918). Nacido en Mérida y Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Colaboró con los gobiernos de Rojas Paúl, Andueza Palacio, Crespo y Castro. Desempeñó cargos públicos importantes en Caracas y consulares en el extranjero. Su obra literaria es extensa, variada, inimitable y atrevida. Se distinguió como orador, poeta, novelista, cuentista, ensayista, crítico e historiógrafo literario. Sus obras publicadas pasan de diez y seis, todas de excelente calidad y entre ellas citamos: los poemarios Caléndulas y Claveles Encarnados y Amarillos; las novelas Fidelia, Nieve y Lodo, De Tierra Venezolana, flor y Ya es Hora; Biografía de Simón Rodríguez, Libro Raro, Teatro Crítico Venezolano, La Literatura Venezolana en el siglo XIX y Nacimiento de Venezuela Intelectual. Es uno de los grandes de las letras nacionales.

 

Julio César Salas (1870-1933). Nacido en Mérida y Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Cultivó café en sus haciendas, estableció industrias, publicó hojas periódicas, estudió mucho, viajó por Europa y los Estados Unidos numerosas veces, escribió libros. Fue conferencista, etnólogo y sociólogo. Nunca aceptó cargos públicos ni ejerció la profesión de abogado. Se destacé como uno de los defensores del positivismo en Venezuela. Fundó la cátedra de Sociología en la Universidad de Los Andes y profesó también en la de Economía Política. Era un hombre disciplinado, tenaz, estudioso, más conocido en países extranjeros que en su propia patria y a quien se le debe considerar como uno de los más notables pensadores americanos de su ¿poca. Publicó libros sobre etnología, historia de Venezuela, legislación, sociología, etnografia, lingüística, etimología castellana y religiones indígenas comparadas con el cristianismo universal. Entre sus obras se destacaron: Tierra Firme (Estudios sobre Etnología e Historia), Civilización y Barbarie, Lecciones de Sociología aplicada a la América, Etnografía Americana-Los Indios Caribes, Etnografta de Venezuela (Estados Táchira, Mérida y Trujillo), el periódico Paz y Trabajo y la importante revista de etnografía y etnología De Re Indica. Dejó inéditas Historia General de Venezuela, Límites de Venezuela, Límites de Venezuela con Colombia y el Brasil, Biografía de Conquistadores, Historia de la Conquista y Población de Mérida y otras ciudades de Venezuela, Cronología Histórica de Venezuela, Orígenes Americanos (Gran diccionario comparado que consta ría de quince o diez y seis volúmenes), Los Indios Mucus de Los Andes y Reparos Etimológicos al Diccionario de la Real Academia Española, entre otras.

 

Héctor García Chuecos (1896-1973). Meritorio investigador histórico nacido en Mérida. Inició sus estudios superiores en la Universidad de Los Andes y se gradué luego de Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Caracas. Fue por muchos años director del Archivo General de la Nación y Profesor de Historia Crítica y Documental de Venezuela en el Instituto Pedagógico Nacional. Con seriedad, laboriosidad y tesón admirables visitó los archivos nacionales de Paris, Madrid, Londres, Washington, La Habana, Santo Domingo, Bogotá y Quito y el Archivo General de Indias de Sevilla. Entre sus obras más importantes deben citarse sus Estudios de His toria Colonial Venezolana (2 tomos), Vida y Obra de un Glorioso Fundador (Biografia del Obispo Unda), Don Feriando Peñalver (biografía), La Capi tania General de Venezuela (estudio histórico), La hacienda Colonial de Venezuela, El Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida, Cultura Intelectual de Venezuela desde su Descubrimiento hasta 1810 y Don Carlos María Zerpa (semblanza biográfica).

 

Mariano Picón Salas (1901-1965). Nacido en Mérida, uno de los escritores venezolanos más importantes y nuestro primer ensayista. Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Santiago de Chile. Fue Catedrático de la Universidad Central de Venezuela donde lindé la Facultad de Filosofía y Letras. Desempeñé importantes cargos culturales en nuestro país y fue embajador en varias naciones extranjeras. Su obra es extensa y brillante al punto de darle en Latinoamérica el renombre que merece y abarca estudios históricos, excelentes ensayos, estudios de crítica literaria, cuentos, novelas y semblanzas biográficas. Entre todas sus obras, la más querida por los merideños se denomina Viaje al Amanecer, publicada en 1943, donde rememora los años de su niñez y juventud al pie de la Sierra Nevada. Otras de sus importantes obras son: Formación, y Proceso de la Literatura Venezolana, De la Conquista * la Independencia, Miranda, Los días de Cipriano Castro, Pedro Claver, el Santo de los Esclavos, Los Tratos de la Noche, Las Nieves de Antaño, Regreso de tres Mundos, Gusto de México, Europa y América, Odisea en Tierra Firme y Venezuela Independiente. Ha sido publicado también un volumen con sus obras selectas.

 

Eloy Chalbaud Cardona. Nacido en Mérida en 1904. Periodista, historiador, ensayista, biógrafo y orador. Fue fundador y director en Mérida de periódicos como Juan Rodríguez Suárez, El Occidental y colaborador de Patria, entre 1927 y 1936, los tres mejores órganos informativos que tuvo la ciudad en aquella época Fue director de diarios importantes en San Cristóbal y Caracas. Su obra monumental es la Historia de la Universidad de Los Andes, de la cual han aparecido hasta ahora diez volúmenes y que es “el mayor esfuerzo” y el mejor logrado por cierto, de que se tenga noticia, realizado en América Hispana, para historiar universidad alguna del Continente. La documentación, de primen mano, es vastísima, y el método de exposición el más adecuado a la materia. Por otra parte, la lectura de esta obra es grata, por la limpidez del lenguaje y la claridad y sencillez del estilo”. Otras obras suyas son: Antología de Escritores Merideños (Selección), Signos de Mérida y de Menotti Spóslto, El Rector Heroico (Biografía), Francisco Javier de Irastorza, Hombre de Lealtad, Mis Sinfonía Sentimental, La lección no ha terminado (Elogio al Dr. Parra Olmedo), Lauda Post Mortem (Homenaje al Arzobispo Chacón) y Documentos para la Biografía del General de la División Esteban Chalbaud Cardona. Célebre fue su discurso de la Coronación de la Reina de Los Estudiantes de la Universidad de Mérida en 1931. Falleció en su ciudad natal en 1995.

 Domingo Alberto Rangel Nacido en Tovar en 1923. Abogado y doctor en economía de la Universidad Central donde también profesó varias materias de su especialidad. Fecundo novelista, ensayista y periodista. Político y polemista, su bibliografía es extensa y compleja pues abarca temas económicos, históricos, políticos y literarios. Deben mencionarse: Con Estados Unidos o contra Estados Unidos, La Industrialización de Venezuela, Una doctrina para la Revolución Democrática, Capital y Desarrollo, La Oligarquía del Dinero, La Venezuela Agraria, Los Andinos en el Poder la excelente obra por lo bien documentada Gómez, el amo del poder y sus novelas Domingo de Resurrección, Las grietas del tiempo y Guerra y Amores bajo la Sierra Nevada.

 

NOVESLISTAS, PROSISTAS, ENSAYISTAS Y POETAS

 José Vicente Nucete (1827-1888). Oriundo de Mérida. Poeta y periodista Debe considerarse como el mejor poeta merideño del siglo XIX. Fundó en 1858 el primer diario que se llamó La Abeja. Dirigió o fingió de redactor en otros periódicos como El Civil, Ecos del Chaina, Heliotropio, El Escolar y La Niñez.

Gral. Esteban Chalbaud Cardona (1859-1927). Nacido en Mérida. Figura pública importante a principios de siglo. Guerrero, político y poeta. Entre otras gestiones, se le debe la salida de Mérida al lago & Maracaibo y la reivindicación del puerto de Palmarito. Fue Jefe Civil y Militar del Gran Estado de Los Andes y Presidente del Estado Mérida en tres oportunidades, además de ser un espíritu selecto que se expresaba bien en francés y lela los clásicos galos en su idioma original. Protegía a los intelectuales en aquella época de barbarie y escribía poemas de notable inspiración como Tristezas, La Luna y nuestra Sierra, Quejas, Recuerdos y Esperanzas, Flores Mar chitas, Ausencia de mi Adelfa y escritos sueltos en los periódicos El Centinela de la Sierra y El Eco de la Sierra en los años de 1880 a 1882.

Pedro María Paira (1870-1945). Nacido en Mucuchíes. Fue periodista, ensayista y novelista. Entre sus obras merecen citarse Biblia Social, Gramíneas del Páramo, La Educación de los Hijos en el Hogar, La Educación de la Voluntad, El Labrador y El Banquero y su novela romántica Lugareña, inspirada en la célebre María de Jorge Isaac y ambientada en el páramo merideño.

 José Berti (1891-1959). Nacido en Tovar, estudió inicialmente en su población natal pan seguir luego cursos superiores de ingeniería civil en la Universidad de Caracas. Abandonó la carrera para dedicarse en su hacienda ‘Cachimbo”, en el sur de la Guayana, a las actividades agropecuarias y mine ras, donde a la vez escribió sus mejores libros, que son cuatro novelas y varios relatos: Hacia el oeste corre el Antabare, Espejismo en la Selva, El motor supremo y Oro y Orquídeas.

 Claudio Vivas (1891-1956). Nació en Tovar. Estudió filosofía y letras en su población natal y en la Universidad de Los Andes. Dirigió varios diarios y revistas. Escribió ensayos sobre literatura e historia y un libro, Huellas sobre las Cumbres, que contiene lo mejor de su prosa lírica, castiza y pulcra.

 Roberto Picón Lares (1891-1950). Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Ocupó cargos políticos importantes du rante los gobiernos de los presidentes López Contreras y Medina Angarita. Fue rector de la Universidad de Los Andes. Sus escritos comprenden discursos, conferencias y versos. Sus compromisos burocráticos y diplomáticos y los muchos discursos ocasionales que se vio obligado a escribir y pronunciar, le impidieron dejar una obra densa como correspondencia a su innegable talento y a su galano modo de expresar sus pensamientos. Sus Apologías y Poemas fueron publicados en tres volúmenes donde destacan Mateo Alemán y las Aventuras y Vida de Guzmán de Allarache y su semblanza sobre Don Tulio Febres Cordero.

 Emilio Menotti Spósito (1891-1951). Nacido en Mérida y Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Los Andes. Escritor, poeta, cronista, bibliógrafo, librero en la más seria acepción de la palabra, aficionado a la mineralogía, funcionario público, abogado, periodista y optometrista, oficios que desempeñó con desarreglo y sin llegar a profundizarlos. Durante cuarenta años fundó, dirigió o redactó en Mérida doce periódicos. Entre sus obras merecen ser citadas Cantos Bárbaros (poemas), Confesiones de un Prófugo, Motivos Lugareños, Las Cartas del Tío, El Semanario de Prometeo y su estudio de investigación La Prensa en el Estado Mérida. Lo mejor de su producción fue editado en un volumen titulado Obras Selectas.

 Raúl Chuecos Picón (1891-1937). Valioso poeta y periodista, nacido en Mérida. Fundó y dirigió varios periódicos y colaboró con diversas revistas literarias emeritenses. Estuvo influenciado por los bardos Baudelaire, Poe, Daudet, Whitman y Darío. Fue de vida breve y después de su muerte, sus amigos editaron sus versos en un libro titulado Humo.

 Humberto Tejera (1892-1971). Doctor en Ciencias Políticas en la Universidad de Los Andes nacido en Mérida. Fue poeta, escritor, periodista, abogado y pedagogo. Abandonó voluntariamente su patria en 1919 y lue go se residenció en México hasta su fallecimiento. Su obra literaria se producida totalmente en tierras mexicanas, entre 1920 y 1964, y abarca poemas, biografías, ensayos, diatribas políticas y artículos periodísticos. Entre libros publicados, que pasan de 20, se destacan sus poemas La Mu José Nucete Sardi (1897-1972). Nacido en Mérida Historiador, ensayista, novelista, biógrafo, diplomático y crítico de arte. Entre sus obras deben citarse: El hombre de allá lejos (cuentos), El escritor y civilizador Simón Bolívar (ensayo), La defensa de Caín (novelín), Aventura y Tragedia de D. Francisco de Miranda (biografía), Cuaderno de Indagación y de Impolítica (ensayos), Notas sobre la pintura y la escultura en Venezuela (ensayo), Osadía y leyenda de Roberto Cunningham Graham (biografía), Setenta días con Su Excelencia (novelización del diario de Bucaramanga de Perú de Lacroix), Aspectos del Movimiento Federal Venezolano (ensayo). Tradujo del portugués Las Cartas Intimas de Eca de Queiroz, del francés el quinto tomo del Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente de Alejandro Humboldt, y del inglés la Historia del Intento de Don Francisco de Miranda para efectuar una Revolución en Sur América por Jaime Biggs y las Memorias de un Recluta de la Expedición Mirandina, que refiere los incidentes de John Edsall. Publicó otros ensayos y conferencias en periódicos y revistas y dejó sin públicar: Rutas de Mar y Tierra, Cuadernos Literarios y Evocativos, un volumen de Cartas de Eca de Queiroz (traducción del portugués) y una biografía de Vicente Campo Elías.

 Rafael Ángel Rondón Márquez (1898-1963). Nació en Zea, antigua Murmuquena, Ensayista, biógrafo e historiador. Periodista de notable importancia. Mencionamos entre sus obras Guzmán Blanco, el autócrata civilizador; Heres, el adusto, DalIa Acosta, Arístides Rojas, una vida de trabajo y una obra enciclopédica, Itinerario de El Cojo Ilustrado y Series Históricas.

Eduardo Picón Lares (1899-1960). Hijo de padres merideños nació circunstancialmente en Nueva York. Fue dentista diplomado, político, escritor y además fundador y director de algunos periódicos de Mérida, siendo el más importante Patria que editó en unión de su hermano Roberto, hijos de Gonzalo Picón Febres, el notable literato. Publicó libros de poesías, ensayos y temas históricos, entre ellos deben citarse El Bolívar de todos, Ideología Bolivariana, Revelaciones de Antaño (2 tomos), El General Santander, Las Memorias de Carmelo Fernández, La Sierra Nevada de Mérida y sus poemarios Campanas de mi Torre y Romances, Romanzas y Redondillas. Dejó terminadas otras obras que no han sido publicadas, Ensayos Históricos, Conquistadores de Mérida y sus últimos tres tomos de Revelaciones de Antaño. De su trabajo Capítulos Historiales de Mérida, que consta de cuatro tomos, apenas fue publicado el primero en edición póstuma.

 Antonio Spinetti Dini (1900-1941). Nacido en la Isla de Elba (Italia), llegó muy niño a Ejido donde estudió primaria. Truncó sus estudios superiores para dedicarse al comercio en el almacén de su padre. Fue poeta y periodista. Fundó dos revistas literarias: Azul e Indo-América. Dejó tres libros de versos: Breviario galante y rebelde, La palabra al viento y Hambre. Posteriormente a su inesperada muerte (fue vilmente asesinado), fueron publicadas dos antologías de sus poemas donde se incluyeron también versos de un poemario inédito.

 Rafael Pizani (1909). Nació en Mérida. Siguió estudios de derecho en las Universidades de Los Andes y Central de Caracas. Jurisconsulto, ensayista y hombre público. Entre sus obras merecen citarse Ensayo de Sociología Política Venezolana, Principios Generales del Derecho, La Reforma de los Estudios de Derecho en Venezuela, Aspectos de Hispanoamérica, Criollísimo y criollistas y Por el hueco de la cerradura (Perfiles del campo y de la ciudad).

 Ramón Gilberto Quintero, Educador y poeta nacido en Mucuchíes. Publicó algunos discursos y cinco libros de versos: Brumas, Perennidad (dos ediciones), Vesperal, Herencia Lírica y “Grande en el pensamiento” (Homenaje al Libertador Simón Bolívar en el bicentenario de su nacimiento). En sus poemas, especialmente en los sonetos, cuya técnica domina con maestría, hace alarde de la rima y de la métrica a la usanza de los bardos clásicos. Sus temas son la patria, el terruño, el campesino parameño, la t sus amigos y los héroes.

 Armando Rojas (1913). Nació en Tovar. Meduloso ensayista graduado en la Universidad Javeriana de Bogotá de Doctor en Filosofía y Letras. Colaborador de revistas y periódicos en Mérida, San Cristóbal y Caracas. Ha profesado en cátedras de filosofía, literatura e idiomas. Ha sido funcionario diplomático en Bogotá, la Santa Sede, Brasil, Francia, Suiza, Australia, Yugoeslavia, Nicaragua y Estados Unidos de América. Fue consejero de la Delegación de Venezuela ante los organismos de las Naciones Unidas con sede en Ginebra y Nueva York. Mencionaremos entre sus obras Andrés Bello y la Universidad, Bolívar y Darío, Bolívar y el Poder Moni, Los Creado res de la Diplomacia Venezolana, Diario de Grecia, Invitación a la Inquietud, Carta a Dios, entre la angustia y la esperanza, su célebre libro Ideas Educativas de Simón Bolívar, del cual se han hecho siete ediciones, La Redención de Lucifer y otros ensayos y Venezuela limita al Este con el Esequibo.

Neftalí Noguera Mora (1918-1970). Nació en Canaguá en el Estado Mérida. Ensayista, articulista y compilador. Poseyó un estilo que fue considerado pulcro, alegre, emocionado y lleno de colorido y gracia elementales. Estudió literatura y economía y fue diplomático. Traductor y divulgador de los poetas haitianos. Entre sus obras deben citarse: Adriani o la Venezuela Reformada, Alegría y llanto de Europa, Antonio Ignacio Rodríguez Picón, la Generación poética de 1918, Genio y Figura: José Ramón Heredia o el arte al servicio de una vida, Cielo y Suelo de Haití y dejó inéditas Imágenes de Venezuela, Diálogo col la Historia, Así era mi casa y una Biografía de Rafael Caldera.

Oswaldo Trejo Febres (1928-1996). Cuentista, novelista y diplomático, ha sido definido como un escritor de excepción. Entre sus obras se destacan: Aspasia tenía nombre de corneta, Andén lejano, Los cuatro pies, Cuentos de la primera esquina, Depósito de seres, Escuchando al idiota y También los hombres son ciudades.

 Gabriel Picón Febres (1890-1969). Nació en Mérida y fue poeta, cuentista, ensayista, médico y diplomático. Fundó los periódicos Álbum Merideño, La Paz y La Voz de Mérida. Publicó: Anécdotas y apuntes, El Apellido Picón en Venezuela, Cuentos venezolanos, Don Simón Rodríguez, Datos para la historia de la diócesis de Mérida, Ideas y Narraciones y Ramajes del Camino.

 Jesús Rondón Nucete (1941). Nacido en Tovar. Abogado y Licenciado en Historia de Universidad de Los Andes. Escritor, articulista, historiador y orador. La dedicación a la actividad política lo ha alejado en los últimos años del quehacer intelectual. Ha publicado ensayos históricos, folletos, discursos y artículos de prensa. Su mejor obra Acontecer de Mérida (1936-1958) se halla inconclusa ya que había comenzado a publicar en la prensa el periodo 1899- 1935, que no terminó.

 Germán Briceño Ferrigni (1931). Nacido en Chiguará y residenciado en Mérida desde su infancia, es graduado en la Universidad de Los Andes como abogado donde se inició en la docencia desde 1955. Catedrático sabio, escritor de envidiable estilo, ensayista acertado sobre temas regionales, nacionales y universales, orador de sorprendentes recursos y conferencista ameno y admirable. La tribuna política le ha hurtado el necesario tiempo para dejar una obra acorde con su formación humanista, pero sus libros Nieves y Mieses y Tiempos y Espacios del Turismo en Mérida presagian el esperado volumen que le consagre.

 Antonio Ignacio Picón (183S-1916). Escritor y pedagogo nacido en Mérida. Fue célebre en su tiempo el Elogio al Gral. Páez pronunciado en el centenario del nacimiento del prócer en Mérida y publicado en Maracaibo. Entre sus obras citamos Reglas diversas para vivir bien, mejorar de condición, etc. Mocontboco, homenaje a la verdad histórica, Apuntaciones gramaticales y El gran pecado de Venezuela, estudio sobre sus condiciones sociales. Solía firmar con el pseundónimo A. Ignotus.

Roberto Picón Parra (1926). Nacido en Mérida, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela y catedrático universitario. Se ha dedicado a los estudios jurídicos, filosóficos e históricos. Ha publicado los siguientes trabajos: El Derecho y los usos sociales, Ideas para una metafísica fritura, con un apéndice sobre metafísica, Introducción a la Odontología del Derecho, Gabriel Picón González; y su excelente obra en cuatro tomos Fundadores, Primeros Moradores y Familias Coloniales de Mérida t1558-181O), verdadera Génesis y Genética de una dudad hispanoamericana.

Gerónizno Maldonado (1876-1913). Nacido en la Playa del Estado Mérida. Médico, ensayista, sociólogo y poeta. Redactó la Revista Literaria de Los Andes y publicó los siguientes libros: Cinco perfiles, Flores Tropicales, 2pisodios, flor, Patria, Cuestión Social, Dos Temperamentos, La Cuestión Económica de Venezuela, Stela Matutina, El Recluta, Sufragio Libre, Mujeres Trágicas, Americanas y vanos folletos sobre temas politices y sociales.

 Esteban Chalbaud Cardona, hijo (1896-1969). Oficial del Ejército Venezolano y diplomático nacido en Mérida Vivió largo tiempo en Francia, Estados Unidos y en países latinoamericanos. Inclinado a los estudios históricos publicó una biografía del general francés Hoche, una semblanza biográfica del prócer venezolano Anzoátegui y un trabajo sobre los turbulentos años de Nuestra Segunda República (dos ediciones).

Rigoberto Henríquez Vera (1920). Periodista, escritor, abogado y diplomático nacido en Tovar. Entre sus obras se destacan: Los pasos y sus huellas, Molde Heroico, la biografía Tejera el Desterrado, Las Crónicas del Coronel Cerrada y De la l’irania a la democracia.

Antonio Márquez Salas (1919). Nació en Chiguará del Estado Mérida. Está considerado como uno de los mejores cuentistas venezolanos. Es doctor en derecho y fundador de la revista Contrapunto. Ha publicado varios libres con selección de sus cuentos, entre los que se destacan El hombre y su verde caballo y Las hormigas viajan de noche.

Ramón Darío Suárez (1919). Nacido en la Mesa de Los Indios. Es historiador y genealogista experto. Con su obra Genealogía del Libertador ocupa sitial de honor en la cátedra bolivariana continental. También ha publicado estudios interesantes sobre Don Rafael Salas y su Descendencia, el Historial Genealógico del doctor Cristóbal Mendoza y la Genealogía de los Febres Cordero. Además ha escrito innumerables ensayos y artículos de prensa sobre personajes y acontecimientos regionales.

 Julio Sardí (1882-1961). Nacido en Mérida, fue ensayista, articulista, crítico y médico. Dirigió en suciedad natal los periódicos La Voz de Mérida y Faz y también colaboró en la revista Génesis, excelente publicación aparecida en 1905, que marcó época por lo atrevida, original y renovadora. Fue también redactor de la revista caraqueña El Cojo Ilustrado. Desempeñó varios cargos diplomáticos. Está considerado como uno de los grandes estilistas venezolanos. Sus mejores producciones fueron recopiladas después de su fallecimiento en un libro llamado Páginas Olvidadas.

 José Ramón Barrios Mora (1913). Ensayista y abogado nacido en Zea, publicó un Compendio Histórico de la Literatura Venezolana.

Américo Menda (1885-1946). Nacido en Mérida. Médico, periodista, poeta y fundador junto con otros intelectuales de la revista Génesis, entre ellos Pedro José Godoy (poeta), José Ramón Gallegos (poeta menor), Florencio Ramírez (articulista), Antonio Febres Cordero (poeta) y José Domingo Paoli (poeta). Menda no recogió sus numerosos poemas en libro alguno y están dispersos en periódicos de Mérida, Caracas y otras ciudades del país.

Julio Consalvi (1887-19—). Nació en Chiguará, Estado Mérida Doctor en Ciencias Políticas, durante largo tiempo mantuvo la página editorial de la revista caraqueña Billikea Su obra literaria, como articulista y ensayista está dispersa en revistas y periódicos nacionales.

 Emiro Duque Sánchez (1915). Poeta de neonativismo singular nacido en Zea. Su libro Cauce contiene romances, sonetos y versos varios.

Simón Alberto Consalvi (1927). Escritor, periodista y diplomático nacido en Tovar. Ha representado a Venezuela como embajador en diferentes países. Entre sus obras señalamos: La paz nuclear, Ensayos de historia contemporánea, Auge y Caída de Rómulo Gallegos, Grover Cleveland y la Controversia Venezuela-Gran Bretaña (La historia secreta) y Gonzalo Picón Febres, los delitos de la imaginación. Su libro más importante es Profecía de la Palabra, Vida y Obra de Mariano Picón Salas, en el cual se perilla como acucioso investigador, excelente prosista y un maestro del ensayo, pues este volumen ha sido escrito con gran dedicación, empeño, pasión y objetividad.

Andrés Márquez Carrero (1938). Profesor universitario, graduado en Letras en la Universidad de Los Andes y de Investigador Lingüístico en España. Nació en Río Negro al Sur del Estado Mérida. Ha publicado cuentos, estudios lingüísticos, ensayos históricos y folklóricos. Entre sus obras merecen citarse Juan Rodríguez Juárez, Conquistador y Fundador de Mérida, Mérida en la historia general de Colombia, varios folletos sobre la Cultura Tatuy y A.B.C. de la Historia de Mérida.

 

FAMILIAS DE POETAS

 Además de los Picón Lares, que ya hemos mencionado, es propicio nombrar las familias de los Gonzalo Salas y de los Jerez Valero. Juan Antonio Gonzalo Salas (1887-1949), nacido en Mérida, fue poeta y orador.

Estuvo entre los fundadores de Génesis y además dirigió los periódicos El Pueblo, El Estado y el Verbo Juvenil Fundó La Semana con Eduardo Picón Lares. Publicó un libro de versos llamado Alma Lírica, impregnado de conceptos turbadores, sensualistas, eróticos y agnósticos que se enfrentaron al medio emeritense mojigato, timorato y si se quiere hipócrita de principios de este siglo. Sus comentaristas más recientes lo consideran como el “poeta maldito” de su generación. Sus obras en prosa están dispersas en periódicos y revistas. Su hermano Tulio Gonzalo Salas (1894-1916), fue un poeta merideño de vida breve que se graduó de doctor en Ciencias Políticas el año de su muerte a los 22 años. Fundó el periódico Literatura Andina. Sus poemas fueron recopilados en un libro aparecido después de su fallecimiento con el nombre De mi Solar, del cual se han hecho tres ediciones. Es el poeta del sol, de la luz y de la diáfana atmósfera de Mérida Juan Antonio Gonzalo Patrizi, hijo del primero (1911-1950). Fue poeta, cuentista y ensayista. Estudió Derecho en Mérida y en Caracas, donde se graduó. Publicó Ante el Campesino Andino (Ensayos), Rutas Venezolanas (Ensayos) y el poemario Riscos de excelente calidad lírica, donde cuenta leyendas, paisajes y hombres de la tierra merideña. Ernesto Jerez Valero (1922), nacido en Las Piedras del Estado Mérida, además de poeta es ensayista. Ha publicado las obras siguientes de poesía: Biografía del Olvido, El diario de un parameño, Del Génesis, Esto dijo el caminante, Grito incontenible, Quiso Dios que así hiera, Rutas estivales, La soledad del hombre, Trigales difuntos y Una noche en la tierra, además de algunos discursos (El poeta y su símbolo) y conferencias. Elio Jerez Valero (1928;, herma no del anterior y nacido en la misma localidad, es también poeta y ensayista. Ha editado varios libros de versos como De niebla a nube, Piedra sobre piedra, Aries, A sangre y fuego, Vigilia y Luz, Elegía a sí mismo, De sol a sol y Sonetos Cristianos. Los Jerez Valero están considerados entre los mejores poetas de las nuevas promociones.

 

UN MERIDEÑO DE ADOPCIÓN

 

Lubio Cardozo (1938). Nacido en Caracas y radicado en Mérida por casi treinta años, se ha dedicado con ahinco al estudio de la literatura emeritense en su triple acepción de poeta, ensayista y bibliógrafo. Entre sus treinta títulos publicados como libros y folletos deben mencionarse la Antología de la poesía merideña, la Bibliografía de la literatura merideña, La poesía en Mérida de Venezuela, la Bibliografía de la literatura indígena venezolana, Cuentos indígenas venezolanos, La Poesía Lírica Venezolana en el siglo diecinueve, Poemas y Epítome de la Poesía en Mérida.

 

DOS AUTORES TEATRALES

 Adolfo Briceño Picón (1846-1929). Nació en Mérida y fije médico, dramaturgo y novelista. También estudió farmacia. Se distinguió como catedrático en la Universidad de Los Andes. Publicó algunos capítulos de su novela El Cementerio del Espejo en el diario La Abeja, y en el periódico La Idea el primer acto del drama Las víctimas de un mulato. Editó además dos volúmenes con obras teatrales: El Tirano Aguirre y Teatro Andino. El drama del tirano, en tres actos, fue representado por primen vez en Mérida en 1872 y repetido en 1873 con espléndida acogida. El Teatro Andino además del drama sobre Aguirre incluye también Ambrosio Alfinger (Los alemanes en la conquista de Venezuela), Sacrificios por la Patria y la comedia El Amor Filial. Su señora madre doña Berenice Picón de Briceño fue dramaturga y dejó una tragedia denominada La Flor de cabiorá y algunos juguetes escénicos. Un cuarto de siglo más tarde de la representación del Tirano, Jonás Alvarez editó en Mérida, en la tipografía Bank, en 1896, un drama de costumbres titulado El pepito o La Educación a la moda. El otro autor teatral merideño importante es Román Chalbaud Quintero (1931), fue Director Artístico de la Televisora Nacional y del Teatro Nacional Popular. Se ha dedicado también al cine como autor y director. Entre sus obras se mencionan Los Adolescentes, Muros Horizontales, Caín Adolescente, Réquiem pan un eclipse, Cantata para Chirinos, Sagrado y Obsceno, Café y Orquídeas, Las Pinzas, La Quema de Judas, Los Ángeles Terribles, El Pez que Fuma, Chévere o la Victoria de Wellington, Ratón de Ferretería, El Viejo Grupo, Todo Bicho de Uña y las adaptaciones de otros autores como Carmen la que contaba 16 años, Bodas de Papel y Cangrejo.

El investigador merideño, nacido en Lagunillas, José de la Cruz Rojas (1942) se ha dedicado con verdadera pasión al estudio del teatro en Venezuela y basta ahora ha publicado la Historia del Teatro Indígena Venezolano, ediciones críticas de Angélica de Enrique Coronado, El Tirano Aguirre de Briceño Picón, Veinte mil pesos por un abanico de Vicente Fortoul y El Recluta de José Ignacio Lares. Junto con Litio Cardozo publicó la Bibliografía del Teatro Venezolano.

 

 ARTES PLÁSTICAS

Como testimonios de cultura indígena quedaron en el territorio merideño objetos de alfarería y figurillas labradas en piedra y en barro cocido, que fueron destruidas sistemáticamente por los frailes misioneros que las consideraron como imágenes de deidades paganas e ídolos de culto demoníaco.

Durante la Colonia, los ebanistas e imagineros construyeron retablos en los altares de las iglesias y conventos, que decoraron con tallas doradas al fuego, santos de bulto y pinturas sobre tela y tabla, expresión de lo que fue llamado “barroco colonial”. La pintura de ‘mano esclava”, anónima, y de los maestros reconocidos adorné capillas, oratorios y altares de las casas de los mantuanos con cristos, vírgenes, ángeles y patronos plasmados en lienzos que se perdieron durante las guerras, por obra de los terremotos, la supresión violenta de conventos, la desidia y la ignorancia.

Entre los retablos se conservan el de la Capilla de la Urbina, en Estánquez, que data de 1726 y que fue hace unos cuantos años restaurado por el Gobierno Nacional; y el de la iglesia de El Morro.

Un pintor importante que probablemente estuvo radicado en Mérida, entre 1790 y 1816, lo fue José Lorenzo de Alvarado. Algunos cuadros suyos, que representan escenas evangélicas, vírgenes y santos, y los obispos Torrijos y Lasso de la Vega, se encuentran en las iglesias de El Llano y del Espejo, en el Seminario y en el Museo Arquidiocesano de Mérida Otros lienzos suyos fueron a parar a manos de coleccionistas privados de Caracas. Alvarado nació en 1770 y falleció en 1822.

Un imaginero notable lo fue Rafael Antonio Pino, nacido en la Hacienda Moconoque de Mucuchíes hacia 1840 y que vivió en Mérida, Maracaibo y Barquisimeto, donde fue fundador de la Escuela de Artes y Oficios. Tallé imágenes sacras para presidir procesiones o actos de carácter religioso en templos de los estados Lara, Zulia, Trujillo, Táchira y Mérida; y pintó lienzos con figuras religiosas destinados a las iglesias, retratos de próceres de la Independencia y de familiares y amigos. En la Biblioteca Bolivariana existen los retratos de Miranda y Sucre, que Pino pintó para el ayuntamiento merideño hacia 1885 y en la sala de la casa de una distinguida familia el retrato de don Juan José Pino, padre del pintor, quien por encargo de su progenitor don Vicente Pino, llevó personalmente siendo niño a Bolívar, como obsequio, el célebre perro Nevado. Don Juan José Pino llegó a vivir 94 años; fue entonces cuando lo retraté su hijo.

Entre 1924 y 1950 vivió en la ciudad de Mérida un excelente pintor colombiano llamado Marcos LS. Mariño, quien también se distinguió como fotógrafo de estudio, escultor y arquitecto por necesidad. Nació en la peque ña población de Corrales, en 1881, cerca del páramo de Pisba y no muy lejos de Tunja, la capital del departamento de Boyacá, en cuyo seminario inició estudios primarios. Los jesuitas intuyeron su futuro como pintor y recomendaron a sus progenitores enviarlo al Colegio Mayor de San Bartolomé en Bogotá donde fue orientado por artistas neogranadinos. Se gradué de bachiller e ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Bogotá hacia 1900. Recibió formación artística completa en pintura mural y de caballete, dibujo, escultura, ornamentación y arquitectura. Galardonado con el primer premio anual en el salón de Bellas Artes de Bogotá, egresé de la Escuela de Bellas Artes hacia 1904 para radicarse en Bucaramanga, donde realizó importantes trabajos en iglesias y la casa de la gobernación. Vivió luego en Cúcuta cuatro años y pasó a San Cristóbal. Entre esta última ciudad, a donde llegó en 1912, Bailadores, Tovar, Santa Cruz de Mora y Ejido transcurrió inexplicablemente doce años, fundando escuelas de pintura y decorando y reconstruyendo iglesias de pueblo, cuando era un artista de notabilísimas condiciones, con un seguro porvenir en ciudades populosas como Maracaibo o Caracas. Posible mente su carácter introvertido determinó en él un comportamiento reflexivo, proclive a la meditación y la duda, poco apto para la acción y la lucha, a pesar de que trabajó constantemente toda la vida para sostener su familia.

Mariño como pintor académico, es clásico en la forma, barroco en la composición y el empleo de la luz y romántico en los temas que escoge y en el uso de los colores claros. Entre sus obras se destacan el Presbiterio de la Capilla de las Siervas del Santísimo de Mérida, decorado con escenas bíblicas; los lienzos de la Conversión de San Pablo y la muerte de San José en la Catedral de Mérida; la Declaración de la Independencia de Mérida en el Salón de Actos del Ayuntamiento. Entre sus esculturas deben citarse el Monumento del Cóndor de Los Andes con el medallón del Libertador entre las ganas y el pico en el alto del Páramo de Mucuchíes y el busto del Libertador que se encuentra en la cumbre del pico Bolívar, hechos por el sistema electrolítico de la galvanoplastia cuando en Mérida se desconocía la técnica de la fundición. Como arquitecto reconstruyó la iglesia de la Santa Capilla, erróneamente conocida como del Corazón de Jesús. En 1950, silenciosamente, Mariño volvió a su patria; se residenció un tiempo en Bucaramanga y luego en Cúcuta, en cuya catedral estuvo trabajan do. Falleció en esta última ciudad en 1965.

Un pintor importante, venido del Pirineo navarro español, que se estableció en Mérida en la década del 40 de este siglo lo fije Juan Viscarret Navaz. Había estudiado en la escuela de Artes y Oficios de su tierra natal bajo la sabia dirección del maestro Xavier Cigaechandi. El avatismo de la región pirenaica lo incorporó a los páramos y montañas descomunales merideños para plasmar en sus óleos, espátulas y gouaches paisajes y tipos humanos muy difíciles de imitar, donde se conjugan contrastes de luces y sombras con fuerza extraordinaria. Son famosas sus procesiones campesinas. Nació en 1910 y falleció en Caracas en 1990.

Elbano Méndez Osuna (19 18-1973). Importante pintor nacido en Tovar que perteneció inicialmente a la denominada Escuela de Caracas. Romántico a destiempo e inconforme con el academismo, muy pronto formé parte de los disidentes y considerando el medio caraqueño pequeño y estrecho viajó a Santiago de Chile, Madrid y París. Estudió en academias de artes plásticas y aplicadas de varios países, frecuenté el atelier de M. André Lothe en la ciudad Luz y fue asistente invitado por los artistas mexicanos Xavier Guerrero y David Alfaro Siqueiros en la realización de murales. Recibió premios y menciones honoríficas y fue profesor en varios institutos educacionales de Venezuela. Al final de su existencia volvió a su ciudad natal a fundar un taller Regional de Artes Plásticas y allí falleció. Ha sido denominado el pintor del ande en Tovar

Un pintor joven que se ha destacado en los últimos tiempos como excelente retratista es Francisco Lacruz, quien también ha plasmado en sus lienzos el paisaje andino. Autodidacta libre de influencias decadentes o comprometidas, en épocas pretéritas hubiese sido en Europa pintor de Reyes y Príncipes y en las ciudades coloniales hispanoamericanas habría colmado de santos y de diablos los altares de las iglesias y los retablos de los caserones señoriales. Sus mejores obras pueden admirarse en el Aula Magna, la Biblioteca Bolivariana y la Casa de los Gobernadores de Mérida.

Hacia 1958 viajó a Venezuela, para radicarse en Mérida, el dibujante y es cultor Manuel de la Fuente, nacido en Cádiz. Hizo sus primeros estudios en la Escuela de Bellas Artes de esta población y luego en la Real Academia de Bellas Artes “Santa Isabel de Hungría”, en la Sevilla. Aprendió su oficio con el notable artista español don Juan Luis Vasallo Parodi. Durante estos treinta años ha venido a ser el escultor oficial de la ciudad, y la mayoría de bustos, relieves y estatuas existentes en los parques de la urbe fueron confiados a sus sabias manos. Deben mencionarse el Monumento a la Loca Luz Caraballo en Apartaderos, la estatua de Miranda en la Sierra Nevada, la ecuestre del fundador de Mérida Rodríguez Suárez, la de Andrés Bello, el Rector Heroico, Humberto Tejera y la India de Los Chorros de Milla e infinidad de bustos y cabezas de escritores, artistas y poetas.

Otro escultor, el primero en fundir a la cera perdida grandes figuras en Mérida, lo fue Gaetano Parise Mannarino, artista italiano que vivió en Mérida entre 1970 y 1973. Entre sus obras figuran el grupo de los Conquistadores del Pico Bolívar en el Parque de los Andinistas, la estatua de Ramos de Lora en el Parque Acuario y el busto de Bolívar, copia del de Tenerani, obsequiado por la Universidad de Los Andes a la Universidad de Trujillo en el Perú.

Desde hace varios años se encuentra residenciado en Mérida el artista Carlos Colmenares, abogado, politólogo y músico, quien ha estudiado ta pintura, talla y escultura. Nacido en San Cristóbal (Táchira), sabe manejar con pericia el hierro, el cobre el barro, la madera, la fibra de vidrio y ante todo la fundición en bronce. Ha realizado bustos, estatuas pedestres y ecuestres del Libertador, así como torsos broncíneos de próceres venezolanos civiles y militares, medallones, imágenes religiosas y profanas con un gran sentido figurativo. A su asombrosa sensibilidad artística añade una desconcertante sencillez.

Marco Tulio Quiñones: Un escultor a quien se le ha perdido el rastro lo fue Marco Tulio Quiñones, nacido en Santa Cruz de Mora a fines del siglo XIX. Perfeccionó su arte en Italia y visitó también talleres de artistas en Francia y España. Radicado en Caracas, fue profesor de dibujo de algunas instituciones docentes y ejecutó muchas producciones valiosas en yeso con el fin de plasmarlas en bronce o mármol; falleció en esta última ciudad y fue enterrado en el Cementerio General del Sur, en una tumba por él mismo diseñada.

Durante la Colonia los maestros fundidores no pasaron de fabricar adornos para portones, herrajes, lámparas, candeleros, estribos, frenos, espuelas, múcuras, ollas para cocina y pailas para los trapiches. Ocasionalmente los más expertos fundieron campanas, como la que encargó el Obispo Hernández Milanés en 1804 para la Catedral y que pesa 18 arrobas. Durante la Colonia y mucho menos en los años de la Guerra de Independencia se fundió cañón alguno de bronce en toda América hispana. No deja de ser una fábula jocosa la fundición de 16 cañones por el Padre Uzcátegui en la Otra Banda, ‘para ser regalados a Bolívar en 1813.

Recientemente se destacaron como maestros fundidores don Ramón Chuliá, oriundo de Sagunto en Valencia y don Martín González Vides, originario de Tafalla en Navarra. Ambos fallecidos en Mérida.

La ciudad de Mérida tuvo dos talleres-escuelas de ebanistería y talla, de extraordinaria calidad artística, entre 1950 y las postrimerías del siglo. El primero de ellos estuvo a cargo del notable maestro Jesús de Berecíbar, de ascendencia vasca y el otro bajo la dirección del maestro Carlos Villarroel, de procedencia ecuatoriana que ahora atienden sus hijos y hermanos (1930-1993).

Algunas iglesias, palacios de gobierno y episcopales, recintos universitarios y residencias, no solamente de Mérida sino de muchas ciudades de Venezuela, conservan retablos, sillerías de coros, altares, crucifijos, imágenes de santos y muebles de estilo renacimiento y barroco de estos artífices eximios.

Como arquitectos se destacaron en la ciudad Luis Bosetti (1893-1943), nacido en Milán y fallecido en Mérida, a quien ya nos hemos referido. Fue Capitán de un Regimiento del Reino de Italia durante la Primera Guerra Mundial y arquitecto del Instituto Politécnico de su ciudad natal. Fue el constructor del Palacio Arzobispal de la ciudad emeritense y del edificio del antiguo Hospital Los Andes. Edificó también colegios, escuelas, cuarte les, cúpulas de iglesias, capillas y residencias particulares de sobrio estilo.

Manuel Mujica Millán (1897-1963), anteriormente mencionado, nació en la ciudad de Vittoria, provincia de Alava, en los países vascongados y estudió en el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña. Con facilidad y rapidez extraordinarias concebía y proyectaba sus obras grandiosas, a las cuales daba singular robustez e inundaba de luz, enmarcadas dentro de un estilo que podría denominarse neoclásico. En Mérida está representado esencialmente por la trilogía Catedral Metropolitana, Palacio de Gobierno y Edificio Central de la Universidad.

 

MÚSICA

 Los aborígenes que ocupaban el actual territorio del Estado Mérida eran pocos dados a la música y a las artes en general. Representaban algunas pantomimas y ejecutaban danzas muy simples. La música era monótona, melancólica y sencilla, producida por instrumentos de cañas, madera y barro cocido como la chirimía que era parecida a un clarinete, una especie de quena semejante a una flauta, ocarinas y pitos denominados fotutos que acompañaban rítmicamente con tamboriles y maracas. Tambores y chirimías, tocados por las tribus de indios de casi toda la Provincia de Mérida, vestidos a su usanza, amenizaron los actos del 16 de septiembre de 1811 en la Plaza Mayor de Mérida, para celebrar el primer aniversario del pronunciamiento de Mérida por la Revolución del 19 de abril y jurar la Independencia absoluta de Venezuela.

¡Estos atabales, pitos y zampoñas también se escucharon en la misma plaza en enero de 183!, como manifestación de júbilo, cuando las autoridades republicanas paecistas supieron en la ciudad el fallecimiento del Libertador. Para 1872 todavía existían bandas de música puramente indígena, constituidas por indios lagunilleros que tocaban en los días de fiesta, en las plazas públicas, sus aires sentimentales y tristes y entonaban cantos llenos de gravedad y pesadumbre.

En la Colonia, la música estuvo recluida en los templos y conventos, y en la catedral merideña indudablemente que hubo maestros de capilla y chantits. El territorio venezolano era pobre y por consiguiente la Corona no le prestaba la debida atención que merecían los ricos virreinatos de México y Perú, donde floreció este arte. En los templos, durante todo el año litúrgico se cantaban los oficios religiosos en latín y para la época navideña, los villancicos en castellano. Ya en el siglo XVIII de seguro existieron estudiantinas integradas por violines, guitarras, mandolinas, laúdes, bandurrias y tiples, que interpretaban música popular en fiestas, serenatas y parrandas.

Un músico poco conocido, pero célebre en su tiempo, que se estableció en Mérida en 1836, fue el caraqueño José María Osorio, nacido en 1803 y quien además de ser el autor de la primera ópera que se compuso en Venezuela, se destacó como pedagogo, periodista, litógrafo, impresor, poeta, dibujante y humanista. Fue también creador de oberturas, zarzuelas, himnos, piezas instrumentales y obras litúrgicas además de fundador de una orquesta que intervenía en tertulias nocturnas literario-musicales y funciones religiosas. Dejó cuartetos para cuerdas, piezas sinfónicas, oficios de difuntos, oficios de Viernes Santo y la ópera El Maestro Rufo para orquesta de cuerdas, maderas, cobres y voces, publicada en litografía en 1847. También dejó escritos en litografía los Elementos del Canto Llano y Figurado, La Práctica de los Divinos Cánticos, el Directorio de la Catedral de Mérida (Práctica de los Divinos Cánticos que usa la Iglesia) y el Oficio de Difuntos en nuevo y fácil canto llano. Compuso además un Gran Funeral que fue interpretado en 1842 en honor del Libertador, cuando sus restos fueron trasladados a Caracas. Osorio falleció en Mérida en 1852.

La primera banda de instrumentos musicales de viento que se escuchó en Mérida fue la que dirigía en el Estado Táchira el señor Abel Briceño, quien la trajo a la ciudad en 1873 para tocar en el Monasterio de las Clarisas la fiesta de la Virgen de las Mercedes. La novedad nunca vista entusiasmó a los merideños y fue así como el Padre Zerpa, Vicario Capitular de la Diócesis y la Sociedad del Carmen se propusieron fundar una agrupación parecida; se estableció una escuela de música con 28 aprendices y se contraté como di rector al maestro español Mateo Trobat; los instrumentos musicales fueron pedidos a París y en 1876 se estrenó la Banda de Mérida en la fiesta de las Bodas de Plata de la mencionada sociedad carmelitana. Este conjunto musical, bajo diferentes directores, duró hasta principios de siglo XX, cuando en 1903 el Presidente Gral. Chalbaud Cardona creó la Banda Marcial del Estado, dirigida por el maestro Gil Antonio Gil, y que se llamó Restauradora.

Entre 1914 1930 hubo en Mérida algunas bandas particulares como las de Teófilo Ochea, Aquiles Rojas, Ramón Pirela y Rafael Rivas que interpretaban marchas militares y religiosas, valses, pasodobles y merengues; y eran contratadas para los actos oficiales públicos, las procesiones de las iglesias y los bailes de gala, por gobernantes, curas párrocos y presidentes de clubes sociales.

En Tovar fue nombrada la banda musical de Emilio Muñoz. (1867-1941).

La Banda Oficial del Estado fue establecida por el Presidente de Mérida, Gral. José R. Dávila en 1930, con motivo del Centenario de la Muerte del Libertador; su primer director lo fue nuevamente Gil Antonio Gil, músico trujillano que había pertenecido a la Banda Marcial de Caracas y que en 1911 compuso el Himno de Mérida. Esta banda fue reorganizada por el Presidente Dr. Hugo Parra Pérez en 1936, quien nombró director de la misma a José Rafael Rivas. Rivas (1902-1982), nació en Mucutuy. Desde muchacho perteneció a diversos conjuntos musicales y fue director de la Banda del Estado Mérida durante 23 años, siendo acompañado como subdirector por Amador López Rivera. Esta banda oficial instituyó las retretras en la Plaza Bolívar los jueves y domingos, cuando no llovía, y se interpretaba música popular, intermezzos y oberturas de óperas y algunos trozos de compositores clásicos adaptados para instrumentos de viento.

Los ejecutantes de las bandas tenían que desempeñar otros oficios para poder subsistir y así unos eran sastres, otros zapateros, chóferes, albañiles, carpinteros o empleados públicos. El único que vivió exclusivamente para la música fue el maestro Rivas, quien además de valses, marchas, himnos, joropos, pasillos y fantasías, dejó varios hijos músicos entre quienes se han destacado Diógenes, Amílcar y Rubén Rivas.

Tres orquestas también existieron en Mérida en las primeras décadas del siglo XX; la de cuerdas y maderas de Juan de Dios Moreno, la Santa Cecilia del Pbro. Jeremías González, que interpretaba misas y música litúrgica y la más diversificada de Rivas, que además de cuerdas, flautas y clarinetes incluía también instrumentos de metal y percusión.

El maestro Juan de Dios Moreno, nacido en Tabay hacia 1870, fundó una orquesta constituida por violines, violas, violoncelos, contrabajo, flautas y clarinetes. Actuaba en serenatas, actos sociales y en las veladas artístico literarias que se efectuaban en el Salón de Actos Públicos de la Universidad de Los Andes. En una de ellas, que se realizó en 1910, dicha orquesta interpretó la obertura de la ópera Fra Diávolo, del compositor francés Auber y la sinfonía “La Madrugada” del autor caraqueño José María Osorio. El maestro Moreno escribió valses, joropos, pasillos, pasodobles, polkas, bambucos y cuadrillas. De sus partituras son también conocidas “Despierta Alma mía”, “Do. Severino”, “Coloquios” y “Horas Tristes”. Falleció en Mérida en 1927.

Un compositor de música vernácula que se ha distinguido por la calidad de sus composiciones es Antonio Armando Picó., nacido en Ejido en 1919. Fue el fundador y director permanente de la Orquesta Típica Merideña en 1967, gracias al apoyo dado por los gobernantes doctores Edilberto Moreno y Germán Briceño Ferrigni. Entre sus mejores valses se destacan “Elsy”, “Haydee”, “Ruth Galicia” y “Serenata Galante”. El Prof. Julio Carrillo, apasionado folklorista ha investigado seriamente la música popular merideña y publicado libros.

 

PÍANOS

En una ciudad aislada como era Mérida, que solamente se comunicaba con el resto del país por fragosos caminos, la única puerta de salida al mundo exterior era el Lago de Maracaibo. Para 1858 solamente existían en ella dos pianos y otros se introdujeron para 1877 por el puerto de Santa Elena de Arenales. Ya fuesen traídos enteros o desarmados en grandes cajas, no podían ser transportados sino a hombros de 24 peones y en medio de muchísimas dificultades. El costo del traslado de un piano desde las riberas lacustres a Mérida costaba doscientos pesos fuertes. Para 1914, todavía sin carreteras, existían en Mérida, en las casas de familia, 42 pianos.

 ÓRGANOS

El primer órgano para la catedral fue traído a Mérida por el Obispo Torrijos en 1794 y sus tubos de plomo pesaban seis arrobas. Cuando se comenzó en 1805 la nueva iglesia catedral fue trasladado al antiguo templo de San Francisco, donde el terremoto de 1812 lo sepultó entre los escombros de la edificación. Extraídas las flautas por el Déan Irastorza de entre las ruinas, fueron entregadas al brigadier realista Ramón Correa que ocupaba la ciudad, quien las fundió para hacer metralla.

En 1865, el Padre Zerpa, ya mencionado varias veces en esta obra y como anteriormente hemos dicho, en 1865 y junto con personas notables de la ciudad, promovió una suscripción para adquirir un buen órgano en Europa para la Catedral. Varios años después el excelente instrumento musical llegó, desarmado en grandes bultos, al puerto de Arenales, donde permaneció un tiempo largo envuelto en lonas, a la vera del camino, en plena selva, pues era imposible traerlo a la ciudad a lomo de mulas o en rastras tiradas por mansos bueyes. En 1876, los maestros músicos, el francés Juan Sanajal y el español Mateo Trobat, abrieron las cajas, desarmaron el órgano en piezas más pequeñas y así llegó a Mérida triunfalmente en hombros, a mediados de aquel año. El instrumento costó en Paris cinco mil francos.

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