martes, 10 de enero de 2023

TESTIMONIOS DE MÉRIDA SIGLO XX Leonard V. Dalton Carlos Chalbaud Zerpa 1909-1910 Venezuela

 

TESTIMONIOS DE MÉRIDA SIGLO XX

Leonard V. Dalton      

 Carlos Chalbaud Zerpa

1909-1910

Venezuela

(Primera Parte)

Juan Vicente Gómez,Presidente de la República

 y Comandante en Jefe del Ejercito en 1911

Geólogo, nacido en Inglaterra experto en asuntos petroleros, fue desde 1905 importante miembro de la Sociedad de Geología y de la Real Sociedad Geográfica de la Gran Bretaña.

Como integrante de estas dos prestigiosas instituciones científicas británicas viajó por varios países de Europa y Asia y visitó Venezuela entre 1909 y 1910, cuando el Gral. Juan Vicente Gómez gesto “El coup d´ état” contra Gral. Cipriano Castro para defender su seguridad personal y obtener junto con la adhesión del ejército- (son palabras de Dalton) la presidencia del país, sin haber hecho derramar deliberadamente sangre venezolana…

El nuevo presidente había demostrado entonces gran interés en promover el bienestar general de la nación y en estimular el comercio, a cuyo efecto había designado cónsules ante países donde no existía ninguno desde los tiempos de Guzmán Blanco, se había estimulado el capital extranjero para contribuir al desarrollo de los recursos nacionales, siempre que ello son perjudicarse los derechos de los venezolanos, y, sobre todo, el espíritu del país en general, fatigado de las cincuenta revoluciones de los últimos ochenta años era contrario a nuevas guerras civiles, y se mostraba partidario de que se mantuviese la paz interior, de cuyos beneficios ya había comenzado  a disfrutar”. Resultando de su viaje por casi todo el país donde hizo minuciosas observaciones y de la extensa bibliografía en varios idiomas consultada, fue la publicación de su libro Venezuela, editado como el volumen 8 de “The South América Series”, en Londres en 1912 y reimpreso e 1916 y 1918, constaba de 120 páginas, un mapa y 34 ilustraciones. Esta obra, aparecida cuando comenzaba la prospección de hidrocarburos en nuestro país, debió de ser de especial importancia para las compañías inglesas y norteamericanas que se establecieron entonces en los estados Zulia y Anzoátegui, ya que Dalton aseveraba que había motivos suficientes para admitir que Venezuela poseía enormes yacimientos petrolíferos y en consecuencia, la importancia futura de la nación dependía principalmente de la energía que ésta desplegase, o del estímulo que otorgase a terceros, para determinar los sitios y métodos apropiados que permitiesen derivar mayores ventajas de la explotación del petróleo.

Eran frases proféticas. Pues en los años en que Dalton estuvo en Venezuela, penetró el imperialismo inglés bajo la forma de la Royal Dutch Shell y los primeros grandes chorros de oro negro brotaron en 1917.

El libro de Dalton permaneció supinamente ignorado para los venezolanos durante medio siglo, salvo una nota que incluyó don Manuel Segundo Sánchez, en 1914, en su Bibliografía Venezolanista. Fue sólo en 1966, cuando el Banco Central de Venezuela publicó la traducción hecha por el bibliógrafo don Ángel Raúl Villasana, editada en los talleres de Artegrafía C. A. en Caracas.

La obra comprende XVIII capítulos que tratan sobre la descripción física de los entonces llamados Estados Unidos de Venezuela, su historia geológica , flora y fauna, sus historia patria (precolombina, colonial, republicana y moderna), la descripción pormenorizada de ls estados (climas, puertos, plantaciones, poblaciones, servicios, ferrocarriles, carreteras, acueductos, alumbrado, potreros, minas, selvas, montañas, ríos, ganado, comercio, moneda, bancos, pesquerías, industrias, universidades, academias, y las favorables perspectivas de las diversas entidades y varios apéndices sobre población, costumbres, alimentación, vestidos, importaciones, exportaciones, temperaturas medias, tasas de mortalidad, presupuesto de rentas y gastos públicos, deuda nacional y obras de carácter general y particular publicadas sobre Venezuela.

Todo un inventario de un país agrícola y pecuario que exportaba café, cacao, caucho, ganado, cueros y plumas de garza en el momento que se iba a convertir en un productor de petróleo de primer orden en el mundo.

En el capítulo X, referente a los estados andinos, se refiere especialmente a nuestra ciudad de Mérida, su obispo y la biblia, las nieves eternas, los terremotos, la luz eléctrica, los proyectos viales, la hospitalidad con la cual la acogieron durante su trayecto, los sistemas primitivos de transporte, las laderas y los páramos.

Dalton falleció en 1914.

La Grita y Mérida



Subiendo por el valle del Torbes, y luego de cruzar el páramo del Zumbador (8.000 pies), se llega a La Grita después de una jornada a caballo (en páginas posteriores me referiré nuevamente a estos páramos). Cerca de la fila un ramal del camino se dirige hacia el este hasta Pregonero, capital del Distrito Uribante, es un valle cuyos productos varían desde las papas y el trigo en las aturas, hasta el café y el azúcar en el hondo de la cañada, las tierras planas están cubiertas por extensas haciendas de ganado, que suministran una gran parte de la carne para el progreso de la región, bastante aislada en la actualidad y a la que llegan pocos viajeros.

Vargas o El Cobre es una bonita aldea que ocupa la parte septentrional y occidental del paso, y se atribuye su segundo nombre a las minas de cobre existentes en los cerros vecinos, explotadas por los españoles, quienes fabricaron con dicho metal las campanas de la iglesia lugareña.

Se estima en cuarenta millas la distancia entre Táriba y La Grita, pero el buen estado del camino hace creer más breve el trayecto; además, el panorama que se divisa hacia el norte del valle, donde las montañas parecen amontonarse una sobre otras hasta perderse en las nubes, es realmente soberbio. La Grita fue fundada en 1576, sobre una mesa cubierta de grava, y hay que subir por una cuesta muy escarpada antes de entrar propiamente en el pueblo. Su ubicación contribuye a que sea frecuentemente víctima de los temblores de tierra, a pesar de lo cual todavía se mantienen las construcciones más antiguas, como las iglesias y las oficinas públicas. La abundancia de casas comerciales es un indicio de la importancia de La Grita como ciudad de mercado, y en los días domingos las calles se ven llenas de paisanos que conducen mulas cargadas de trigo, lana, tabaco y algodón, cultivados en las inmediaciones. Situado a 6.000 pies sobre el nivel del mar, el pueblo tiene fama de ser el más saludable de Venezuela; por cierto, que las manzanas, duraznos y melocotones abundan en los patios de las casas, así como las rosa y violetas que crecen a su sombra. Constituyen un espectáculo muy grato para el viajero que llega de países septentrionales, y quien hasta ahora había sentido cierta desilusión y desengaño ante las “sabrosas frutas” y las esplendidas flores de las regiones tropicales.

A pocas millas de distancia, bajando por el curso del río hasta Uracá, surge la aldea de Seboruco, donde hay unas minas de cobre que –según se afirma- serán explotadas nuevamente dentro de poco.

No lejos del villorrio, en la parte norte, está el Paso de Portachuelo, que señala la frontera con Mérida, el más central de los tres estados andinos, Mérida es, por excelencia, el estado montañoso de Venezuela.

Entre sus fronteras se encuentran los picos más elevados y los valles más cálidos de todo el país. Dotado de gran variedad de climas, es lógico esperar que en la región se cultive una amplia gama de productos, pero los malos caminos y el alto costo del transporte que ello ocasiona han sido la causa de que la comarca permanezca, en su mayor parte sin desarrollar.

La capital se fundó en 1542 bajo la luenga denominación de Santiago de los Caballeros de Mérida y desde entonces ha sido la sede del obispado de los Andes. Por cierto que, al tener conocimiento de que un repartidor de escritos religiosos estaba vendiendo Biblias protestantes, el enérgico ocupante de la sede procedió inmediatamente a excomulgarlo junto con todos aquellos que habían adquirido los libros prohibidos; tan excesivo celo, sin embargo, sólo parece haber contribuido a que se intensifique todavía más la indiferencia del sector masculino de la población ante cualquier tipo de religión oficial.

Mérida está edificada sobre una alta meseta, como La Grita, entre los ríos Mucujún y Chama. Al Oriente se destacan las blancas cimas de la Sierra Nevada, mientras que hacia el lado oeste, la ciudad aparece rodeada por otra serranía de menor altura, pero igualmente escarpada. Se dice que la nieve de la sierra se ha estado retirando en los últimos años, pero todavía se ven –alrededor de la cumbres- glaciares y zonas de nieve perpetua, y la línea donde ésta comienza queda actualmente a unos 15.000 pies de altura. Mérida ha sufrido frecuentemente graves daños como resultado de los terremotos, pero se ha puesto particular diligencia en sustituir con nuevas construcciones las que fueron destruidas. Debido en parte, probablemente, a la humedad característica de la atmósfera en el valle, la ciudad tiene hasta cierto punto el aspecto de una ciudad desierta, con sus calles cubiertas de yerba, aunque cuenta con telares que procesan algodón y lana, y es un mercado central importante para el café, el trigo y el azúcar que se producen en las cercanías. El torrente del Chama que se encuentra más arriba de Mérida, es aprovechado para generar energía hidráulica destinada al alumbrado eléctrico de la ciudad. Las turbinas llegaron por el camino montañoso que sube desde La Ceiba, después de sortear toda suerte de dificultades y a un costo elevadísimo.

El recorrido exigió casi un año. Ahora bien, en vista del espíritu de decisión que caracterizó semejante empresa, es de lamentarse que los resultados hayan sido tan poco satisfactorios, las calles se ven cruzadas de cables, provistos cada uno  de tres o cuatro bombillos, a intervalos regulares, y ello debería bastar para disfrutar de un alumbrado eficiente, que en realidad no existe, pues el número de lámparas supera con creces la capacidad del actual sistema de turbinas, que es muy inferior a la energía hidráulica que  pudiera generarse.

Como resultado de todo ello, y aun cuando en los hogares esté instalado el alumbrado eléctrico, se hace necesario recurrir a la luz casera de la vela para leer o escribir después del anochecer.

Actualmente una de las principales necesidades de Mérida es un buen camino de carretero que la ponga en comunicación con el lago, a través del cual tienen que viajar hacia el mar todos los productos regionales. Hace muchos años se concibió el proyecto de construir una vía férrea a lo largo del valle del Chama, que llegará hasta Santa Bárbara en el río Escalante, pero probablemente las dificultades que presenta –desde el punto de vista d la ingeniería- el cruce de los desfiladeros, han impedido llevar a la práctica dicho plan. Otro proyecto, que no ha merecido la atención debida, se concretaba a un ferrocarril que seguiría en sentido ascendente el curso del Mucujún, continuando hasta Bobures –situado a orillas del lago- después de cruzar el paso del ramal de la cordillera. Este plan aparece muy factible, aunque hoy quizás resulte más aconsejable la construcción de una carretera, la cual cubriría satisfactoriamente los requerimientos locales.



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